Hoy, 22 de abril,  la Organización de Naciones Unidas vuelve a reunir a la gran mayoría de los países que aprobaron el pasado 12 de diciembre el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático. En un acto en su sede en Nueva York, los representantes de 168 Estados (de los 196 que forman parte) firmarán el documento. Es el primer paso hacia su ratificación y posterior entrada en vigor en 2020. 

El documento a firmarse es un libro que recopila los textos originales en los seis idiomas oficiales de la ONU y que contiene páginas de firma para cada uno de los estados. A lo largo de esta cálida mañana neoyorquina habrá ceremonias en las que los representantes de los estados firmarán unos tras otros. 

Una vez que lo jefes de Estado, de Gobierno y los ministros regresen a sus país, se procederá a la ratificación o aceptación del tratado en los próximos meses. Este proceso desembocará en la aceptación del Acuerdo de París a escala internacional. Pero para ello, la ratificación puede implicar o requerir, dependiendo de las leyes y las constituciones de cada país, la intervención del Poder Ejecutivo o incluso a veces también la del Poder Legislativo. Cuando finalice este proceso, los representantes de cada país volverán a Nueva York con un instrumento de aceptación o ratificación del acuerdo a nivel internacional. 

“Alcanzar la neutralidad climática a mediados de siglo requerirá un esfuerzo serio y significativo para descarbonizar la economía global, basado en un cambio hacia la energía limpia, que aumente los niveles de eficiencia y la gestión sostenible de todos los recursos naturales”. Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas.

Pero para que pueda entrar en vigor el Acuerdo de París es necesario que al menos 55 Estados hayan aceptado el acuerdo, pero estos deben también representar al menos el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el mundo. Dos requerimientos para que el acuerdo quede ratificado. Cuando esto suceda, el acuerdo entrará en vigor para su implementación en el 2020.

Ahora bien, para esto último, los países deberán movilizar desde antes sus recursos, incluidos los económicos –para cubrir el fondo económico de 100.000 millones de dólares anuales a partir del 2020–, e invertir en políticas bajas en carbono. En el Acuerdo de París se comprometieron a adoptar y ejecutar medidas energéticas para promover la lucha climática. 

Antes de esa fecha, en el 2018, los Estados tendrán la oportunidad de actualizar sus planes de actuación y revisar sus esfuerzos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en sus contribuciones determinadas e intencionadas a nivel nacional de las emisiones de CO2 (INDC, por sus siglas en ingles), presentadas por 187 países. El objetivo es no superar el aumento de 2 ºC para el 2100. 

La ambición de este acuerdo debe traducirse en medidas concretas para cumplir el objetivo de 1,5 ºC, lo que significa que todos los países deben volver a presentar contribuciones mucho más ambiciosas en el marco del Acuerdo de París en el 2020, a más tardar. ¿Será posible? La sociedad civil así lo exige.