(LaMula.pe desde Nueva York) Está con su atuendo originario en el lobby de la sede de la Fundación Ford, en la ciudad de Nueva York. Diana Ríos, joven representante de la comunidad ashéninka Alto Tamaya Saweto, se registra para subir al piso 11 en el que se reencontrará con algunos líderes indígenas de otras regiones del mundo, a quienes no ve desde que se despidieron en París, durante la COP21 que se llevó a cabo en diciembre pasado.
Pero también estará con Alexander Soros, creador de la fundación que lleva su nombre y que tiene una estrecha relación con Saweto tras el asesinato de los cuatro líderes de esa comunidad. A Alex lo conoció en el 2014, en esta misma ciudad cuando vino a recibir un premio póstumo para los guardianes de los bosques que fueron asesinados. El filántropo y activista también conoce Saweto, estuvo allí a inicios del 2015.
Diana se reencontrará, además, con Alec Baldwin, famoso actor estadounidense que también hace activismo ambiental y a quien conoció en la COP21. Y compartirá mesa con Helen Clark, administradora del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas; Mina Sentra, líder indígena indonesia; Frances Seymour, experta en bosques, y Daniel Zarin, director del programas de Climate and Land Use Alliances. Todos hablarán sobre el papel crítico de los bosques tropicales y de los pueblos indígenas que los protegen.
A pocas cuadras está la sede principal de las Naciones Unidas en la que más de un centenar de países suscribirán el Acuerdo de París aprobado en la COP21. Sin embargo, en la Ford la convocatoria ha tenido éxito, el inmenso salón está repleto: científicos, activistas ambientalistas, funcionarios y prensa internacional se han dado cita para saber qué esperan las poblaciones indígenas que viven en los bosques de este acuerdo contra el cambio climático. Y sobre todo, quieren escuchar a Diana, quien habla con el corazón, indignada por la falta de justicia en el Perú, pero a la vez con la esperanza de que el Estado peruano deje de invisibilizar no solo a los ashéninkas sino a todas las poblaciones indígenas peruanas.
"Estoy aquí para convocarlos a trabajar unidos. No solo es la lucha de mi pueblo, no solo busco justicia y beneficio para mi pueblo sino para todos, porque todos nos beneficiamos de la naturaleza. Vengo para convocar a una tarea conjunta", dice Diana y es aplaudida por todos. Luego, cuando Balwdin tomó la palabra, lo primero que dijo fue que Diana Ríos debía ser presidenta.
La joven ashéninka insiste. Gobiernos, sociedad, pueblos indígenas, activistas, ONG deben trabajar juntos para combatir el cambio climático: "Unidos podemos lograrlo, es un deber que tenemos para con el futuro de nuestros hijos. Las 80 mil hectáreas de nuestro territorio las cuidamos para el mundo", enfatiza.
Los asistentes, entre los cuales apenas hay media docena de peruanos y el resto es de diversas latitudes del mundo, conocen la trágica historia de Saweto, están enterados de lo que pasó en el 2014 (tal vez más que muchos peruanos), de los abusos de los taladores ilegales en Ucayali, de la corrupción de las autoridades regionales y del paso lento del gobierno para dar solución a las demandas de esta comunidad. El Estado demoró más de una década para otorgarle su título de tierras, pero falta llevar ante la justicia a los asesinos de los líderes nativos, entre ellos el padre de Diana. Falta seguridad, las amenazas de los taladores ilegales continúan. Y aunque hay promesas del gobierno peruano, aún falta demasiado para que la comunidad pueda empezar a dar firma a su proyecto de desarrollo. Diana ha conseguido aliados internacionales para hacer desarrollar a su comunidad, pero la burocracia y también cierto desinterés del gobierno deja todo en "stand by".
"¿Hasta cuándo vamos a esperar? ¿Tendrán que matarme para que nuevamente mi comunidad logre ser visibilizada por el Estado? Si es así, estoy dispuesta a entregar mi vida", subraya Diana.
Soros, Baldwin y Zarin hablan de las virtudes de Ríos, resaltan su valentía, su inteligencia, su don de gente, su capacidad de liderar a su comunidad apenas con 23 años. Pero también llaman la atención de las autoridades peruanas, en primer lugar, para que haga todo lo posible con detener las amenazas que se ciernen sobre los nuevos líderes ashéninkas. Quieren asegurar la integridad de Diana. Piden que el Estado peruano ponga en práctica todo el discurso difundido sobre los bosques y ejecute acciones a favor de éstos y de las poblaciones originarias.
"Luchar contra el cambio climático implica proteger los bosques y a sus mejores guardianes: las poblaciones indígenas", coinciden.
Diana es aplaudida, la abrazan, la entrevistan y la vuelven a abrazar, se conmueven con su lucha, se indignan ante las promesas incumplidas, y se comprometen a darle todo su apoyo.
Diana sabe que el presidente Ollanta Humala está a pocas cuadras. Pero seguramente prefiere pensar en sus hijos, en su pareja y en su mamá; en sus compañeros de Saweto de quienes se ha alejado momentáneamente y a quienes quiere darle mejores noticias, pero aún no puede hacerlo porque no hay respuestas concretas del gobierno. Tomará tres aviones para llegar a Pucallpa y luego navegar en peque peque, sin saber si algún talador ilegal que la ha amenazado está al acecho escondido en la orilla del río.
Diana no tiene miedo, pero sin protección ni seguridad -tampoco justicia- poco podrá hacer. Mientras tanto, sigue siendo la mujer más entrevistada por medios internacionales.