Carta a quienes votan por primera vez
Una texto dirigido a los jóvenes.
Estimados y estimadas:
Seguramente a estas horas te han preguntado, hasta el hartazgo, por quién vas a votar. Una disyuntiva que se suma a las preocupaciones que ya tienes. No es fácil ser joven en nuestro país. Hasta hace poco años tus tribulaciones solo tenían un protagonista: tú. Dentro de dos días recibirás un bautizo ciudadano. No hay ninguna currícula o jornadas de trabajo de campo que te preparen para ello. Esa es la verdad.
Para muchos ciudadanos, tu juventud es un problema. “Tu no has vivido la época de ….”. “Ustedes no saben escoger”...No los escuches. A menudo, los adultos escalan su pedestal imaginario para dar lecciones a quienes, cronológicamente, están detrás de ellos. Recuerda que la sabiduría no se dicta; se comparte. Nadie tiene derecho a desvalorizar tu voto.
El miedo tampoco es un buen maestro. Lee, compara, analiza a cada candidato y sobre todo duda. Un titular creativo jamás será equivalente al capítulo de un plan de Gobierno. Y más importante: explora a tu alrededor. El domingo te espera una decisión que tendrá consecuencias colectivas. Levanta la cabeza y camina aun cuando el sol queme y enumera. ¿Cuántas personas se involucraron para que puedas llegar hasta tu centro de estudios o trabajo? Y cuando digo llegar no me refiero a transitar por una vía sino al desarrollo de una vida ¿Tu familia? Bien. ¿Y si retrocedes algunos años?: un maestro, una enfermera, un agricultor, un policía…
En tu recorrido te será difícil creer que todos tengan las mismas necesidades. Saber eso te allanará un poco el camino. Acércate, entonces, con la vocación de aprendiz. Conversa con tus allegados y desconocidos. Escúchalos. Ponte en su lugar y ten presente que las biografías de las naciones también involucran a las historias familiares. Aunque eso les cause repulsión a algunos académicos. Si decides apostar por el intercambio de ideas; una advertencia: aléjate de quienes apelan al insulto, los prejuicios raciales y a los decibeles altos. Solo los idiotas creen que el grito y la amenaza convencen a un interlocutor. Cuando te hayas acercado al imaginario de los demás, hazte la interrogante: ¿Qué necesita el obrero, el jubilado, el empresario, el militar? ¿Qué necesitas tú?
Aunque la tarea es ardua, ya tuviste antes una batalla similar: la definición de tu vocación. Esta no fue fácil porque significaba elegir un norte, un camino que se extendería en el tiempo. Fue una decisión que marcaría el resto de tu vida. Y así como hoy, escuchaste voces hacia una u otra dirección. En ese tránsito, una pregunta era recurrente: ¿Cuál es el futuro que quiero? El 10 de abril deberás responder otra: ¿Qué futuro quiero para el Perú?
Vislumbrar los años venideros, sin embargo, no es suficiente. Vuelve la mirada hacia atrás. Apóyate en la historia (en sus versiones oficiales y no oficiales). Ten ellas en cuenta al momento de acudir a tu centro de votación. Y si fuiste escogido como miembro de mesa, asume tu tarea con respeto y responsabilidad. Que haya sido el azar quien te colocó ahí es irrelevante.
Finalmente considera esto: la elección de un presidente y de representantes legislativos no es una acción pasiva. Exige un recordatorio constante a los elegidos que deben respetar nuestros derechos. Ningún país camina solo: necesita de tu cabeza y de tu corazón.