“¿Hollywood es racista? ¡Claro que sí!” Con esta afirmación más bien radical, el anfitrión Chris Rock inauguraba este domingo por la noche la 88a ceremonia de entrega de los premios Oscar. Aunque Rock fue contratado como anfitrión mucho antes de la controversia por el racismo de las nominaciones para el Oscar, su presencia fue esencial para hacer que la ceremonia gire en torno al tema sin dejar de ser divertida. Durante su monólogo de inauguración, el comediante afroamericano se reía de cómo ahora la comunidad negra tiene tiempo para protestar por quién gana qué estatuilla: antes, tenían que protestar para no ser linchados.
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Es evidente que un monólogo de quince minutos y algunas intervenciones durante un programa de cuatro horas no pueden solucionar el problema de la diversidad en Hollywood, pero el humor de Rock transita en el justo medio entre lo gracioso y lo simplemente incómodo para poner el asunto sobre la mesa con cierta seriedad. Así, uno de los momentos más incómodos y reveladores de la noche fue cuando Rock contó una anécdota con el presidente estadounidense Barack Obama: durante una recaudación de fondos, el comediante le dijo a Obama “señor presidente, ¿ve usted a todos estos escritores y productores y actores blancos? Ellos no contratan a gente negra, y son las personas bancas más buena gente del mundo. ¡Son liberales!” Los asistentes, blancos y liberales, no sabían si reírse o esconderse. Con algunos momentos mejor logrados que otros, Rock mantuvo el tema de la diversidad racial en Hollywood como protagonista de la noche.
Por lo demás, la ceremonia estuvo llena de discursos políticos, pero relativamente libre de sorpresas. Brie Larson y Alicia Vikander ganaron, como era esperado, sus primeros Oscar y dieron discursos de agradecimiento bastante sencillos. También las categorías de guion siguieron las predicciones, premiando a Spotlight como Mejor guion original y a The Big Short como Mejor guion adaptado. Alejandro G. Iñárritu hizo historia como el primer director en ganar el Oscar dos años seguidos: este año con The Revenant y el año pasado con Birdman. El director mexicano aprovechó su discurso para pedir que, en adelante, el color de la piel importe tan poco como el color del cabello.
En la categoría de Mejores efectos visuales, la película de bajísimo presupuesto Ex Machina se llevó la estatuilla. Con 'solo' 15 millones de dólares, es la película más barata en ganar este Oscar desde Alien, en 1979. Los efectos de Ex Machina son escuetos y dedicados casi por completo a la robot protagonista de Alicia Vikander, pero su éxito en esta categoría vuelve a demostrar que, muchas veces, la estatuilla para los Mejores efectos visuales se entrega casi como si se tratase de una categoría de Mejor película de ciencia ficción (lo mismo pasó con Interstellar, el año pasado).
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El actor Mark Rylance fue quizá la sorpresa más grande de la noche, llevándose el Oscar al Mejor actor de reparto por su trabajo en Bridge of Spies. Esta era la categoría más competitiva del año, y el favorito para ganar era Sylvester Stallone con su retorno al clásico Rocky Balboa. Entre Stallone y otros gigantes de la taquilla como Christian Bale, Mark Ruffalo y Tom Hardy, Rylance parecía un candidato improbable y terminó por ser el único Oscar para la película de Steven Spielberg.
Los momentos más emocionales de la noche estuvieron en manos de Lady Gaga y Pete Docter, el director de Inside Out. Gaga, que fue presentada por el vicepresidente estadounidense Joe Biden, cantó ‘Till It Happens to You’, su himno para crear conciencia y la responsabilidad de intervenir en casos de violación sexual en la universidad. Su performance recibió fuertes aplausos y puso a llorar a muchos de los asistentes.
Docter, por su parte, director de una película que investiga a profundidad lo que sucede en la cabeza de una niña que está entrando a la pubertad, hizo el que probablemente sea el mejor discurso de la noche. “Esta película nació de ver a nuestros hijos crecer, lo que no es fácil”, dijo Docter. “A cualquiera allá afuera que esté en la secundaria, tratando de entender, sufriendo: hay días en que van a estar tristes. Van a estar molestos. Van a estar asustados. No es nada que puedan escoger. Pero pueden hacer cosas. Hagan películas. Dibujen. Escriban. Hará una diferencia en el mundo.”
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Hablando de hacer una diferencia, los dos proyectos de habla no inglesa que se llevaron estatuillas anoche estaban dedicados a la memoria y la posibilidad de cambiar el mundo a través del cine: por un lado, el Mejor corto animado Historia de un oso, dirigido por el chileno Gabriel Osorio, es una metáfora del exilio sufrido por su abuelo durante la dictadura de Pinochet en Chile. También es el primer Oscar para el país latinoamericano. Por otro, la Mejor película de habla no inglesa, Son of Saul, es un proyecto húngaro sobre un judío que es obligado a trabajar en las cámaras de gas de Auschwitz. Aunque no es en absoluto sorprendente que la Academia premie a películas sobre el Holocausto, esta historia ofrece el punto de vista de realizadores con una mirada alejada de Hollywood.
En términos de los grandes ganadores de la noche, las cosas estuvieron bastante equilibradas. Mad Max: Fury Road ganó en seis de sus diez categorías nominadas: Mejor diseño de vestuario, Mejor diseño de producción, Mejor maquillaje, Mejor edición, Mejor edición de sonido y Mejor mezcla de sonido. Lo más satisfactorio de esta buena racha para la película de George Miller fue ver el grupo de gente rara que el australiano ha reunido para realizar Fury Road, una película rara en sí misma. Desde Margaret Sixel, esposa de Miller y editora de la película, que se mostró optimista para las mujeres en la sala de edición, hasta Jenny Beavan, la diseñadora de vestuario a la que Iñárritu se negó a aplaudir y dijo que el mundo postapocalíptico de Mad Max era posible gracias al cambio climático, los ganadores de Fury Road le dieron la extravagancia que le faltaba a una ceremonia ya colorida.
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Otra gran ganadora fue The Revenant, aunque solo se llevó tres de sus doce nominaciones: el director de fotografía Emmanuel Lubezki se llevó su tercera estatuilla seguida, Iñárritu la segunda y Leonardo DiCaprio, el príncipe de Hollywood convertido en activista del ambiente, recibió al fin su primer Oscar. El actor, que se sometió a las condiciones extremas del rodaje de The Revenant para mostrar la historia de Hugh Glass, un sobreviviente al ataque de un oso que vuelve a la vida en uno de los filmes más existenciales del año, ha ganado tras su sexta nominación.
En su discurso, uno de los mejor preparados, DiCaprio se tomó el tiempo de mandar un mensaje contra el cambio climático, contando cómo el equipo de Iñárritu tuvo que irse al sur de Argentina para encontrar la nieve que nunca llegaba a Canadá y llamando a los miembros de la Academia a unirse en la lucha por el planeta:
“El cambio climático es real. Está sucediendo ahora mismo. Es la amenaza más urgente que pone en peligro a toda nuestra especie y tenemos que empezar a trabajar juntos y dejar de procrastinar. Apoyemos a los líderes de todo el mundo que no hablan por las grandes corporaciones sino por toda la humanidad, por todos los pueblos indígenas del mundo. [...] No demos a nuestro planeta por sentado. Yo no doy esta noche por sentada.”
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El último premio entregado fue el de la Mejor película, que se fue con Spotlight. Aunque el drama periodístico sobre abusos en la iglesia católica tuvo furor durante las primeras semanas después de su estreno, el ímpetu de The Revenant y Mad Max: Fury Road parecía haberle quitado las opciones para el premio mayor. Sin embargo, Spotlight se llevó los premios al Mejor guion original y a la Mejor película, dos de los seis para los que estaba nominada. Pronunciando las últimas palabras de la ceremonia, el productor Michael Sugar se dirigió directamente al Vaticano: “Papa Francisco, es tiempo de proteger a los niños y de restaurar la fe”.
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