En el Perú vemos a millones de jóvenes que estudian y trabajan, en colegios y universidades públicos y privados, y en institutos de educación superior. Ciertamente hay quienes tienen premura por trabajar y ayudar a su economía familiar, o para solventar su educación. Pero así como ellos, hay otro tanto de jóvenes que no tienen oportunidades académicas ni laborales. Y ello ocurre aquí y en el resto de países latinoamericanos, donde -según el Banco Mundial (BM)- hay más de 20 millones de 'ninis', jóvenes de entre 15 y 24 años que “NI estudian NI trabajan”.
El informe, NiNis en América Latina: 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades, indica que los ninis de la región, dos tercios de los cuales son mujeres y que representan uno de cada cinco jóvenes, requieren de mayores incentivos para permanecer en la escuela y más ayuda para encontrar puestos de trabajo.
“Aquellos países que ofrezcan una educación de alta calidad a una población joven en expansión y que además cuenten con mercados laborales dinámicos y de buen funcionamiento podrán crecer y reducir la pobreza de manera más rápida”, añade.
De acuerdo con el BM, prácticamente el 60% de los ninis de la región procede de hogares pobres o vulnerables.
El nini latinoamericano típico es una mujer de un hogar urbano, aunque el número de ninis mujeres en la región de hecho está descendiendo debido a mayores oportunidades educativas y laborales. Es entre los jóvenes varones que el problema se ha intensificado. De hecho, el aumento de 1.8 millones de ninis desde 1992 se debe al crecimiento en el número de ninis varones.
Entre las mujeres jóvenes, el principal factor de riesgo es el matrimonio antes de los 18 años, exacerbado por el embarazo adolescente. Entre los hombres es el abandono temprano de la escuela con destino al mercado laboral, seguido del desempleo. De acuerdo con el BM, sin las habilidades necesarias para asegurarse un trabajo en el sector formal, la mayoría de los jóvenes se resigna a puestos de trabajo en el sector informal; la mayoría de ellos nunca regresará a la escuela.
"La proporción de ninis varía de 10.9% en el Perú a más de 25% en Honduras y El Salvador. En números absolutos, la mayoría de los ninis vive en Brasil, Colombia y México. Una amplia mayoría, más del 70%, vive en ciudades y tiene un bajo nivel educativo", indica el informe.
En Colombia, México y América Central, donde la proporción de ninis excede al promedio, el problema se ve agravado por la presencia extendida del crimen organizado. Hay nueva evidencia que muestra que el problema nini se correlaciona con el crimen y la violencia, elevando los riesgos que enfrentan los jóvenes y la sociedad en general.
El estudio advierte, además, que la proporción de niños y adultos mayores respecto a la población en edad laboral pronto alcanzará mínimos históricos en América Latina. "Para poder aprovechar esta ventana demográfica, la región debe proporcionar capital humano y oportunidades laborales a su creciente población de jóvenes adultos. Si no lo hace, el número creciente de ninis evitaría que la región usufructuase completamente su dividendo demográfico".
Ser nini -remarca el estudio- puede tener efectos negativos de largo plazo sobre la productividad, reduciendo los salarios y las oportunidades de empleo de por vida y frenando el crecimiento económico en general.
El efecto negativo sobre el ingreso también puede empeorar las desigualdades existentes, así como obstaculizar la movilidad social y la reducción de la pobreza en los hogares pobres y vulnerables, indica el informe.
El BM recomienda que hay varias políticas que pueden ser utilizadas para reducir el número de ninis, lo que evitará que los jóvenes abandonen la escuela de manera temprana y logrará que aquellos que ya son ninis consigan un empleo. Estas medidas "deben incluir transferencias condicionadas en efectivo, así como paquetes de información para concientizar a padres y estudiantes de los beneficios de la educación. También puede ayudar el desarrollo de capacidades socioemocionales específicas para evitar comportamientos violentos, apoyo pedagógico y programas empresariales, complementados por sistemas de detección temprana para identificar a aquellos jóvenes que corren riesgo de abandonar la escuela".
No estamos ante problemas individuales, sino globales, y las soluciones deben partir de los gobiernos en proyectos con las empresas privadas y la sociedad civil. En el Perú, en plena campaña electoral, pocos candidatos presidenciales han hecho planteamientos que beneficien a estos jóvenes.