Los primeros inmigrantes cubanos varados en Costa Rica empezaron a llegar a Miami (EE.UU.) apesadumbrados de la odisea que vivieron, pero también agradecidos con ese país centroamericano por su "increíble sentido humanitario" cuando Nicaragua les cerró las puertas.
Odalanier Díaz, de 27 años, se reunió anoche por primera vez en cuatro años con su padre Ángel después de cinco días de viaje en varios autobuses desde El Salvador y casi tres meses de incertidumbre desde que huyó de Cuba a Ecuador en octubre pasado.
"Mi hijo está fuera de peligro, está ya en el país de la libertad", manifestó hoy su padre a Efe, al tiempo que mostró preocupación especialmente por las mujeres y niños que aún quedan varados en Costa Rica.
Precisó que su hijo prefiere no hablar mucho de esta experiencia porque supo de abusos y "violaciones" en los cruces durante el recorrido que unos 8.000 cubanos emprendieron en los últimos meses desde Ecuador buscando llegar a Estados Unidos.
"Estoy agradecido de por vida con Costa Rica", señaló el joven a Efe, para quien el selvático cruce entre Colombia y Panamá fue el "más terrorífico".
Díaz hacía parte de los cerca de 8.000 cubanos que se empezaron a acumular desde el pasado 15 de noviembre en Costa Rica cuando el Gobierno de Nicaragua les prohibió la entrada al considerarlos un riesgo para la seguridad y soberanía.
El joven llegó anoche como parte de un autobús fletado por el canal local de televisión América Tevé que partió el sábado de la frontera con México con unos cincuenta cubanos, que fueron dejando en el camino, y de los cuales una veintena llegó a Miami.
El caricaturista político cubano "Aristide" también celebró la llegada de su nieto René Pumariega, travesía que no pudo cumplir su único hijo varón hace 21 años cuando "se lo tragó el mar" tras huir de Cuba en una pequeña embarcación durante el llamado "Maleconazo".
"Lo mejor de todo esto es como se han portado los costarricenses, desde el presidente (Luis Guillermo Solís) hasta las personas del pueblo han mostrado su solidaridad", agradeció Rebeca Ulloa, esposa de "Aristide".
Aunque René y su novia Yadira Zaldivar recibieron gases lacrimógenos y fueron abandonados por coyotes cuatro días en la selva de Nicaragua, en Costa Rica pudieron celebrar la Navidad y el Año Nuevo en la casa de un pastor.
Los jóvenes explicaron que por esos días muchos costarricenses abrieron sus puertas a los cubanos y les ofrecieron café y comida.
La madre de René, Mercedes Pumariega, hizo en 2012 la misma travesía de Ecuador a la frontera estadounidense con México y recuerda con pavor el cruce a Panamá.
"Si me hubiera pedido permiso, no lo hubiera dejado", explicó hoy a Efe Mercedes, que sin embargo, está feliz de ver a su hijo después de seis años.
"Yo conocí el cielo de haber pasado a mi hija Mercedes, y el infierno de la tragedia de haber perdido al varón, que era muy parecido a mí, con un carácter muy alegre", manifestó Aristides Pumariega.
Para "Aristide" fueron semanas de mucha tensión desde que René, de 25 años, salió de Cuba en octubre pasado, que alivió a través de sus dibujos. El artista ha cuestionado el drama de sus compatriotas en Centroamérica mediante una serie de caricaturas tituladas "Que pasen los cubanos".
Su trabajo, dice, es el único que le ayuda a sobrellevar el dolor por la pérdida de su hijo durante la llamada "Crisis de los balseros", cuando en 1994 unos 35.000 cubanos salieron por sus propios medios de la isla tras la autorización temporal del Gobierno de Fidel Castro.
Los últimos años la mayoría de estos refugiados han llegado a EE.UU. por la frontera con México, casi 31.000 el pasado año fiscal, que terminó el 30 de septiembre de 2015.
Muchos de ellos provenientes de Ecuador, el único país de la región al que podían entrar sin visa, beneficio que perdieron en diciembre pasado.
William Izquierdo esperaba hacer ese trayecto de unos veinte días, pero con la crisis en Nicaragua duró tres meses para reencontrase anoche con su padre después de 23 años.
Estos refugiados hicieron parte de los primeros 180 varados en Cuba que llegaron a la frontera con México, entre el jueves y viernes pasado, como parte de un programa piloto, pero unos 7.600 enfrentan incertidumbre en Centroamérica.
"Hasta que no se vaya el último, no se me van a quitar de la cabeza, porque yo soy padre y abuelo y sé lo que es eso", señaló el padre de Odalanier. (EFE)
(Foto de cabecera: eldiario.es)
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