Hace poco más de una semana el politólogo Steven Levistsky publicó una columna en el diario La República en la que hablaba sobre el fenómeno del "transfugismo" en la política peruana que desató polémica en el 'sensible' ambiente electoral. 

El también docente universitario señaló que si bien no justifica el 'cambio de camiseta política', este fenómeno es normal en países cuyos sistemas de partidos políticos son débiles.

"La mayoría de los políticos –peruanos, canadienses, suecos– actúan con una mezcla de principios y ambición. No renuncian por completo a sus ideales. Pero están dispuestos a subordinarlos, por lo menos un poco, para asegurar su sobrevivencia política. Los políticos no son mártires. Los que carecen de un mínimo de pragmatismo pierden. [...] Para un político, un partido programático fuerte ofrece una especie de ropaje que encubre su ambición. El político trabaja por un bien colectivo —la socialdemocracia, la democracia cristiana, el liberalismo— que va más allá de su propia carrera. Busca el poder, pero detrás de un proyecto más grande", señala el analista político.

Levitsky explica las consecuencias de que las fuerzas políticas en el Perú sean instituciones débiles:

"El político peruano, en cambio, está calato. Sin ropaje partidario, sus ambiciones están al aire libre. Fuera del APRA, las fuerzas capaces de ganar elecciones nacionales no son partidos estables: son listas de candidatos fugaces construidas por candidatos presidenciales (o para alquilar). [...] Saltar de partido a partido puede ser visto como oportunismo, pero también es un acto de desesperación. O se convierten en tránsfugas o terminan desempleados. [...] Huaroc y Villarán fueron líderes de Fuerza Social, otro barco hundiéndose. Quedarse a bordo les garantizaba una derrota electoral. Sergio Tejada es un joven político con talento. Pero su partido (Nacionalista) naufragó".

Esta postura fue criticada por el César Hildebrandt en una entrevista con Glatzer Tuesta para Ideeleradio. El polémico periodista desdeñó con dureza este análisis del académico y lo calificó de pragmático en exceso y carente de valores:

"El señor Levitsky parece un hijo de (Richard) Nixon. Yo sospechó que si no hay parentesco sanguíneo, por lo menos sí moral con lo que significó Nixon. Viene acá a decir: '¿Por qué se agitan chicos? Todo es normal. El señor Levitsky viviría feliz en la Cuba de Fulgencio Batista.[..] Va a aparecer en El Padrino IV porque viene acá y dice: 'No se escandalicen, los tránsfugas no son tránsfugas, los oportunistas no son oportunistas'. [...] ¿Quién es el señor Levitsky para venirnos a decir que todo aquello que nos asquea resulta aceptable? ¿Desde que perspectiva es aceptable? Desde la perspectiva de Donald Trump".

[Escuchar a partir del minuto 8']

El director de Hildebrandt en sus trece coincidió con Tuesta en que este tipo de interpretaciones sugieren una tolerancia con la corrupción:

"La República (peruana) fue corrupta desde sus comienzos y 200 años después sigue siendo corrupta. Frente a este acontecimiento, un personaje extraño, foráneo como Levitsky no lee el contexto sino la coyuntura. Los peruanos sí podemos decir que estamos hartos porque tenemos 200 años de vivir así. Y si no adecentamos la política, lo que va a pasar es que otras fuerzas, como el narcotráfico, van a ocupar espacios de poder que van a cambiar por completo, y probablemente para siempre, instituciones y agendas. [...] La gran favorecida con este mensaje de amoralidad es Keiko (Fujimori) sin dudas".

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