El pasado sábado 12 de diciembre se venció el plazo establecido por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para inscribir las coaliciones políticas que participarán en los comicios generales del próximo año. A diferencia de otras épocas, en las que primaba la cercanía ideológica, se impuso aquel adagio del humorista Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros".

Al final, todos los partidos que se han aliado han terminado siendo "marxistas", pero no por que se hayan vuelto seguidores del pensador Carlos Marx, sino por Groucho. Las alianzas políticas se han hecho en base al pragmatismo más básico, que va desde mantener la inscripción electoral hasta el juntar la mayor cantidad posible de votos para vencer.

La alianza de la que más se habla es la del Partido Aprista con el Partido Popular Cristiano (PPC). Hasta hace solo cinco años, y a pesar de la derechización del Apra, esto era un imposible. Lo único que tenían en común era tener su local principal en la avenida Alfonso Ugarte. Ahora solo los separan cuatro cuadras de la misma vía.

ENEMIGOS DE TODA LA VIDA

Cuando el PPC fue fundado en 1966 por Luis Bedoya Reyes, representaba el "ala derecha" de la Democracia Cristiana de Héctor Cornejo Chávez, entonces coaligada con el gobernante Acción Popular. En la oposición estaba el Apra, aliado con la Unión Nacional Odriísta, vinculado a los terratenientes, y que había perdido su discurso revolucionario de las décadas del 40 y 50.

En 1978 se juntaron para la Asamblea Constituyente, y con sus diferencias se pusieron de acuerdo para la redacción de la nueva Constitución. En la década de 1980 el Apra recuperó su discurso progresista. Fue oposición al segundo gobierno de Belaunde, aliado esta vez con el PPC; y estos fueron lo mismo en el primer gobierno de Alan García, entre 1985 y 1990. Tanto así, que una vigorosa y juvenil diputada Lourdes Flores impulsó una acusación constitucional contra el líder aprista por supuestos delitos de corrupción.

Sin ser aliados, luego del golpe de Alberto Fujimori de 1992, y especialmente luego de 1995, fueron oposición a la dictadura. Ambos partidos participaron de las marchas en las calles y de iniciativas en el Congreso para detener el abuso fujimorista. Vuelta la democracia en 2000, volvieron a sus puestos, como el perro ovejero Ralf y el coyote Sam antes y después de su jornada laboral.

En 2001, Flores, por Unidad Nacional (coalición que integraba el PPC) y García, por el Apra, todavía progresista, disputaron las elecciones presidenciales. Un líder aprista más "canchero" en el terreno político logró superarla y pasar a la segunda vuelta. Cinco años después, un García que criticaba a las mineras le endilgó a "Lulú" el mote de "candidata de los ricos". Otra vez García se impuso, para llegar otra vez a la presidencia.

En el segundo gobierno aprista, el PPC parecía oposición, pero en temas económicos votaba por el régimen: de pronto el Apra se volvió de derecha. En las elecciones del 2010, el gobierno de García (y la militancia aprista) le hizo un guiño a la candidatura de Lourdes a la alcaldía de Lima, ante la presencia de Susana Villarán. Aún así, nadie imaginaba que, años más tarde, serían aliados.

El Apra no pensaba aliarse con nadie. Sin embargo, el estancamiento de García en las encuestas lo habría impulsado a retomar la idea de aliarse con el PPC, planteada por Lourdes Flores. Para la lideresa del partido fundado por Luis Bedoya Reyes, la necesidad de pasar la valla electoral fue el factor para buscar esta coalición. A pesar de los narcoindultos y la corrupción del pasado.

Aunque hay muchos sorprendidos e indignados, el Apra y el PPC de hoy no tienen ninguna diferencia ideológica y programática. Y por ahora, la alianza que han conformado, junto a otros movimientos regionales (Vamos Perú y Fuerza Loretana), les cae como anillo al dedo.

ALIADOS COMO CANCHA

Quien no se "sobró", ni aún con su crecimiento en las encuestas, fue el líder de Alianza para el Progreso (APP), César Acuña. El exgobernador de La Libertad sabe que necesita votos, pero también legitimidad ante la andanada de denuncias de los últimos días.

Por eso es que uno de sus primeros aliados fue el partido Restauración Nacional, de Humberto Lay. Ambos ya habían compartido una coalición hace cinco años: la Alianza por el Gran Cambio, que impulsó la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, junto al PPC y el Partido Humanista de Yehude Simon. Luego cada uno siguió su camino: APP sigue junto al PPC en el Congreso, mientras que Lay y Simon se fueron a otras bancadas.

Empero, en la carrera presidencial, Acuña buscó al pastor Lay para que sea su vicepresidente. La intención del propietario de la Universidad César Vallejo apunta al voto evangélico, pero también a la de un "reverendo" que "expíe sus pecados". 

Cuando apareció la denuncia de una supuesta violación a una menor, que al final terminó siendo "una relación consentida", Lay expresó que se trataba de "un error". Su pecado fue perdonado por un Vicario de Cristo.

Pero Acuña no se conformó con la alianza con Lay. Tras varias conversaciones, incluyó a Somos Perú en el conglomerado. El partido fundado por el recordado alcalde de Lima, Alberto Andrade, y liderado ahora por su hermano Fernando, necesita salvar su inscripción. El "vendaval" que viene siendo Acuña en este momento podría asegurarle eso.

No todos salieron contentos con esas alianzas. En RN, varios militantes de Chiclayo renunciaron al partido e incluso se quitaron el polo, a manera simbólica de rechazo. En Somos Perú, el alcalde de Miraflores, Jorge Muñoz, anunció que se retiraba del movimiento de los hermanos Andrade. Por ahora, esas dimisiones no parecen hacer mucho daño.

UNIÓN POR EL PERÚ: ESE PARTIDO SOLIDARIO

Cuesta creer que aquel partido fundado por opositores al fujimorismo, que hace 20 años lanzó la candidatura del ilustre Javier Pérez de Cuéllar, exsecretario general de las Naciones Unidas, haya terminado siendo un vientre de alquiler a la mejor oferta electoral.

La historia de esa estrategia comenzó en 2006, cuando le ofreció la inscripción a Ollanta Humala para que sea candidato presidencial. Una vez elegido, rompieron con él, y formaron una bancada más funcional al oficialismo del Apra que a la oposición nacionalista. 

En 2011, se aliaron con Solidaridad Nacional. Pese a que Luis Castañeda no ganó las elecciones, el 9% que consiguió les sirvió para mantener la inscripción ante el JNE. Ahora se han vuelto a aliar, aunque no tienen definido un candidato que arrastre votos. 

Aunque en un momento se habló de Luisa María Cuculiza, quien luego ha desmentido esta versión, todavía no se tiene claro quién los representará. En el caso de esta alianza, el unirse no les garantiza que salven su inscripción, y podrían morir juntos en la orilla.

Más allá de las intenciones y los resultados finales, el común denominador de estas alianzas es el pragmatismo. Es la victoria del marxismo, pero de Groucho.

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