Dudamos que exista alguien que se haya sorprendido al comprobar que el único congresista de la República que este jueves no votó a favor de la Ley contra el Castigo Físico y Humillante hacia los niños, haya sido el evangélico ultraconservador Julio Rosas.

Y es que el exfujimorista que durante casi todo su tiempo en el Congreso se ha dedicado a sabotear cualquier intento de reconocimiento a los derechos de la mujer y las personas LGTBI -amparándose en un demagógico discurso 'pro-familia'-, se abstuvo de dar su voto a la norma que protege a niños y niñas de abusos alegando que no podía derogarse el artículo 74, inciso d, del Código del Niño y Adolescente que señala la responsabilidad de los padres de "dar buenos ejemplo de vida y corregirlos moderadamente".


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Es decir, en una interpretación claramente rebuscada, el legislador evangélico quiso dar a entender que sin esas líneas los progenitores o tutores legales quedan automáticamente exentos de responsabilidad sobre sus tutelados. ¿Tiene lógica? Y aún así, ¿eso le impedía votar a favor y expresar así su rechazo a cualquier tipo de daño contra menores de edad que se intentan justificar como 'actos correctivos'?