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Jorge Eduardo Eielson en Lima, aquella historia que pocos conocen

En Lima, muy joven, Eielson obtuvo el Premio Nacional de Poesía, colaboró en la producción de una antología esencial para comprender la poesía hecha en el Perú, escribió distintos artículos en periódicos, así como intervino en una radio limeña como autoridad. Sin embargo, esta etapa de su vida no ha recibido todo el foco que merecía por parte de los estudiosos de su vida y obra.

Publicado: 2015-11-29

A propósito de la presentación del libro este 6 de diciembre en la Feria del Libro Ricardo Palma, 1945: Jorge Eduardo Eielson, vida y canción en Lima, LaMula.pe conversó con su autor, el escritor Paulo César Peña, para que nos hablara sobre el periodo de vida de este artista peruano que, hasta ahora, había sido poco investigado, y en el que "en dos o tres años logra tantas cosas".

Luego de estudiar durante un tiempo la obra de Eielson (1921-2006) y en el camino recopilar información e historias sobre su estadía y actividad en la capital, antes del viaje a Europa que marcaría el devenir de su producción artística, a través de su ensayo Peña reconstruye ese contexto y las facetas de una figura que aún sigue estimulando el quehacer cultural en el país.


¿Qué te impulsó a escribir este libro?

El proyecto de escribir sobre Jorge Eduardo Eielson, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Fernando de Syzyslo, todo este grupo generacional de los años cuarenta en Lima, lo tenía arrastrando desde hacía muchos años. En el 2013 intenté hacer algo así con los cuatro, a propósito de haber entrevistado a Syzyslo en el 2012, quien me dio varios datos. Había reunido información pero nunca le llegué a dar forma. Ocurrió que en el 2015, se da esta coincidencia cronológica: setenta años de que JEE había logrado el Premio Nacional de Poesía. Entonces me dije que era el momento ideal para sacar algo a propósito.

paulo césar peña (foto: raúl garcía/lamula.pe)

Estuve trabajando hasta fines de verano y tuve que salir de ese empleo, y como fue un despido intempestivo me tuvieron que dar una indemnización. Entonces resultó esta ecuación de que tenía dinero y tenía tiempo libre por completo, es así que aproveché para hacer esta investigación. Al principio solo quería hablar del evento del Premio Nacional y se me ocurre investigar diarios antiguos -del año 1945-. Es así como encuentro tanta información, la cual se mezclaba con muchas cosas que yo ya tenía almacenadas, y me dije esto tiene que salir para algo más grande. Se mezcló, también, con que me gusta mucho la historia de Lima.

Justo sobre los años cuarenta no había tanta información. Al notar estos vacíos -sobre la vida de Eielson y la Lima de esos años- me dije voy a hacerlo. Y me propuse para que saliera este año.

¿Por qué consideras importante reconstruir la etapa en Lima de Eielson?
Me llamó siempre la atención que él, en las últimas obras que escribe en los ochentas y noventas, menciona una imagen de Lima muy desagradable, como si tuviese una impresión negativa de ella. Luego está el hecho de que se tenía conocimiento de que él no la había pasado bien en la capital, pero quedaba ahí como anécdotas muy puntuales, o algo poco iluminado. Quería enterarme qué había ocurrido, para también comprender cómo alguien, que es creador, se vincula con su espacio. En este caso, un creador de Lima con Lima.
Dices que Eielson no la pasó bien en Lima, al menos desde lo que evidencia su obra. Sin embargo, obtuvo el Premio Nacional de Poesía, colaboró en la producción de una antología esencial para comprender la tradición poética en el Perú, tuvo influencia en el medio cultural. Entonces, ¿cómo se entiende que no vivió en las mejores condiciones y, a la vez, tuvo varios espacios para expresarse?

Yo dividiría en dos a Eielson: el escritor, con un rol que cumplir en la ciudad letrada, y el otro el individuo que tiene un espacio más íntimo. Es en este plano, se sabe que él fue adoptado por otra familia, porque su verdadera madre, como estaba soltera, no lo podía tener, además de que el padre lo abandonó. También está el hecho de la homosexualidad, que no he querido trabajarlo porque no me parece un tema muy relevante, hasta cierto grado. Pero sí era un hecho que eso lo obligaba a distanciarse o a no sentirse cómodo en la ciudad. 

Hay un contraste. La figura pública del escritor es meteórica: en dos o tres años logra tantas cosas. Sin embargo, conversando más de una vez con Luis Rebaza, él me decía que algo había con Lima, una tensión, y Eielson no la podía superar. Me interesaba encontrar cuál era la tensión existente entre estas dos caras. Por eso el hurgar en esa época.

¿Qué crees que queda de la Lima que Eielson vivió en esos años?
Hay una estructura basada en jerarquizar a la gente, a partir de la clase. La ciudad ahora es más grande, las élites no tienen la misma relevancia que antes dentro de la sociedad, porque la ciudad es mucho más grande, entonces ya no tienes un solo centro, sino varios. Sin embargo este mecanismo todavía se mantiene, y se representa de distintas formas, no solo con el grupo tradicional, sino con los distintos grupos que han ido surgiendo. Eso es lo que veo, un mecanismo que se hacía notar cuando revisaba los diarios de esa época, o cuando leí los testimonios de JEE; eso es lo que siento que permanece. Porque ya la configuración física de Lima es otra cosa, hay más de una Lima ahora. Ahora hay otros núcleos.
Da la impresión luego de leer el libro que Jorge Eduardo Eielson no solo se ciñe únicamente a la etiqueta de artista, o a las etiquetas que los académicos le suelen poner. Hay un momento en el que lo calificas de "chamán". ¿Cuál es entonces tu concepción de Eielson más allá de esas categorías?

La idea de chamán es una idea del investigador Luis Rebaza. En esta compilación de ensayos titulada Ceremonia comentada, es ahí donde sale la categoría de chamán contemporáneo, en el sentido de que el chamán tiene una función terapéutica con su comunidad. En mi caso, comparto esa idea, pero también creo que hay que leer a nuestros creadores, a nuestros poetas y artistas como fuentes de conocimiento, no restringirlos nada más a lo estético o literario.

(foto: raúl garcía /lamula.pe)

Considero que la poesía puede tener vías o llaves nuevas y distintas para resolver cuestiones más cotidianas o materiales. Entonces eso implica leerlo a profundidad, por decirlo de un modo, y en conexión con muchas más cosas, y no solo con lo literario. Entonces en el caso de Eielson considero que tiene un proyecto sobre el sentido de vivir en una ciudad, y sobre todo en el caso de una ciudad como Lima que tiene un presente convulso por las migraciones, por la conquista, etc., y este núcleo interior donde convive la comunidad, donde convive hombre con naturaleza, con distintas historias. Eso se puede construir como un proyecto político sobre la ciudad, es una forma distinta de concebir el vivir en comunidad. 

Entonces con proyección hacia esa idea, de lograr que un creador sea fuente de conocimiento para algo incluso como vivir en comunidad, necesitas llenar varios vacíos. Es decir, no solo que la obra se restrinja a la valoración o interpretación, sino también a su conexión con sus coordenadas históricas para comprenderla y ver qué podemos rescatar, para luego aplicar. En el caso de Eielson, era necesario cubrir este vacío sobre su etapa en Lima. No solo porque era lo que faltaba que se estudiase por los especialistas, sino también porque había que ver cómo él interpretaba la vida en ciudad, en una ciudad como Lima, y ya buscar la conexión luego hacia más adelante. 

Me gustaría trabajar algo así desde José María Eguren, y sobre él no hay mucha información concreta sobre su tiempo en Lima. Quizá en algún momento se me ocurra hacer lo mismo con él.

En ese sentido se suele creer que para el artista la ciudad puede llegar a ser una entidad represora...

O que existe un conflicto irresolube entre el creador y su ciudad, que es una idea de la modernidad. En realidad, no. Hay creadores que proponen para su ciudad y Eielson es un caso de esos. No parece, porque no lo menciona en su primera poesía, y en el resto de su escritura aparece un par de veces. Recién con Primera Muerte de María y con Puruchuco es donde vemos cómo la ve y cómo logra la conexión. Entonces he querido rescatar esos factores para, quizá más adelante, implementar algo así. 

Hay otro hecho, me fastidia que siempre tengamos que recurrir a que nuestras fuentes de conocimiento sean cosas importadas, ¿por qué no hacer algo así con nuestros propios escritores y creadores? Por ejemplo, Heidegger, a partir de Hölderlin, empieza a hablar del sentido de la poesía. Claro, tiene una base filosófica, pero entra a un creador de su tradición y a partir de él abre nuevas perspectivas para nuestra realidad y conocimiento. ¿Por qué no intentar el mismo mecanismo acá? También por eso he querido librarme un poco de las categorías de otros y he procurado proponer cosas propias.

¿Cómo describes a Eielson en cada momento -tres veces- que volvió a Lima?

El de 1967, que es la primera vez que retorna, viene con todo esta aura del artista misterioso, que comenzó siendo poeta y ahora es artista plástico. Él tuvo una exposición en la galería Moncloa, que ahora es una casa de cambios en la calle Ocoña. Se instaló, por lo que pude leer, en la quinta Heeren. Ahí tuvo su estudio.

La segunda vez, en 1976, me lo comentó Victor Ruiz, tuvo la intención de conseguirse una casa en Barranco. Tenía la intención de regresar.

Y el último retorno, de 1987 y 1988, estuvo varios meses, creo que vivió en un departamento en la residencial San Felipe. No solo viene por la Bienal de Trujillo, que lo hace contactarse con todos los artistas actuales, sino que se reencuentra en Lima con todos sus amigos poetas. Y en los tres casos es siempre el mismo gesto: querer engancharse de algo para no desaprenderse tan pronto. Y esta es una sospecha: quizá nunca se le fue la idea de regresar, solo que las circunstancias nunca se le dieron.

El libro está escrito de un modo bastante particular, ¿qué concepción de género has tenido para escribirlo así?

La diversidad de temas. No solo hablo de estos episodios que protagoniza Eielson en 1945 -la conferencia en la radio, sus contactos o la premiación-, también está hablar de esa Lima de esos años, de escribirla, de comentarla, de dar información que no todos tienen a la mano. Por otro lado, está el hecho de analizar sus ensayos de ese año, tanto el de Eliot como algunos de los que publica en el diario La Prensa. También está ubicar al lector en la imagen de Lima en su poesía. Son, pues, cuatro líneas muy complejas, y me obligaba a no escribirlas en un solo tono, porque iba a terminar agotándolo u opacando todo lo que pretendía.

Además no me gusta el estilo académico, y menos para hablar de Eielson. Y necesitaba algo que permitiera saltar de estar hablando de unos datos históricos a hablar una anécdota y luego extraer una lectura. El ensayo literario, en toda su apertura, era el medio que necesitaba; ahí podía insertar mi propia voz o comentar sobre la coordenada histórica o hablar de cómo lucía Eielson. Esa era la libertad que estaba buscando.

Después de haber investigado la obra y vida de Eielson, ¿hay algo que te ha sorprendido y que no conocías sobre él?

Descubrí a este Eielson beligerante, casi vanidoso y orgulloso. Era, como dije en el libro, el personaje que construye a través de su escritura. Como él tenía este proyecto de propiciar un cambio en el canon literario tenía que ser agresivo. Asimismo estaba empoderado por el premio que había logrado, además de que todo el mundo le reconocía su poesía. Entonces es ese personaje que no me lo esperaba. Cuando lees los estudios biográfico escritos sobre Eielson no mencionan ese aspecto. Esa cara distinta, más agresiva, más orgullosa, lo humaniza, porque siempre hemos tenido la imagen como que es alguien más centrado, pacífico, un hombre siempre en armonía. Pero acá hay un chico que quiere entrar, con todo, a un sistema, y por eso está dispuesto a entrar con agresividad.



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Escrito por

Daniel Ávila

avilamonroydaniel@gmail.com


Publicado en

Redacción mulera

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