Hace dos semanas, el peor desastre ambiental minero de Brasil sepultó a la ciudad de Mariana por la rotura de un dique de contención de la minera Samarco. El accidente dejó 11 muertos, 12 desaparecidos y miles de desamparados.
Pero estas pérdidas no fueron las únicas consecuencias del desastre que cambió la vida de todos los ciudadanos de la región.
Y es que el lodo tóxico producido por la cantidad de metales como arsenio, cadmio, plomo, cromo, níquel, cobre y mercurio por sobre el límite legalmente permitido, recorrió 650 kilómetros del país destruyendo toda la vida que encontraba en su camino, sobre todo del ecosistema del Río Doce.
Según Luciano Magalhães, el director de análisis del Servicio de Agua y Desagüe de la región, la situación se puede resumir en tan solo dos palabras: 'río muerto'.
Y no es el único que piensa de esa manera pues para el investigador Marcos Freitas de la Universidad Federal de Río de Janeiro, todos los territorios cubiertos de barro se volverán 'cementerios biológicos'. Es así que por ejemplo, Villa Bento Rodrigues tendrá que reconstruirse en otro lado.
Finalmente esta semana, los relaves llegaron hasta el Atlántico, exactamente hasta la playa Regencia, en el estado de Espírito Santo, una importante zona de conservación ambiental. Y así quedó el área:
Al respecto, el biólogo brasileño André Ruschi, de la Estación de Biología Marina Augusto Rischi de Espírito Santo, afirmó que el desastre es equiparable con lo acontecido en Fukushima:
"Al llegar al mar, se convierte en el mayor desastre ambiental del mundo, sólo comparable al accidente en Fukushima, debido a la extensión de la contaminación en el mar".
Y es que después de recorrer la quinta cuenca hidrográfica más grande del Brasil, el aluvión llegó a Espírito Santo, un lugar donde se ubica un refugio natural donde distintas especies de tortugas en peligro de extinción, van a poner sus huevos.
Si el aluvión va hacia el sur del Río Doce, afectará al refugio de vida silvestre Santa Cruz, un lugar que alberga el mayor criadero marino del Atlántico. Si se dirige al norte, llegará al Archipiélago de Abrolhos, un área formada por bancos de algas y arrecifes de coral.
Además Ruschi, informó que en el lugar afectado existen corrientes marinas giratorias que son las responsables de hacer viable el hábitat para la reproducción de la fauna marina que incluye ballenas, tiburones y tortugas.
Es así que la principal preocupación es que el lodo contaminado sea 'absorbido' por las corrientes mencionadas, acabando así con toda la vida de la región:
"Es una caja negra de veneno".
De igual manera, el biólogo advirtió que se está produciendo una gran cantidad de reacciones químicas desconocidas que forman ácidos orgánicos en la flora y fauna. Afirmó que las consecuencias son un misterio:
"Se está formando algo que no se sabe. Al llegar al mar, esa mezcla se está volviendo gelatinosa, lo que impide que se diluya en el agua y hace que los daños que provoca a todos los seres vivos afectados sean aún más peligrosos".
Por ejemplo, mencionó que los peces que murieron en el río Doce, perdieron la piel:
"Es como si se hubieran quemado a raíz de sustancias cáusticas".
Por su parte, el Estado ha reconocido la magnitud de evento y lo ha considerado una 'catástrofe ambiental', cobrándole a la compañía responsable una multa equiparable a 100 millones de euros y el bloqueo de unos 300 millones de euros más.
Como respuesta, la minera Samarco ha negado la presencia de sustancias tóxicas en el agua del Río Doce y se comprometió a reparar los daños ambientales con un monto equivalente a 250 millones de euros.
Sin embargo, los ambientalistas afirman que las pérdidas son mucho mayores e incluso incalculables por el riesgo de desaparición de varias especies animales y vegetales en una cuenca de más de 83 mil kilómetros cuadrados, un territorio igual al de Austria.
El Río Doce y sus comunidades
El Río Doce (dulce en español) tiene más de 850 kilómetros de largo y el lodo tóxico le causará problemas en la agricultura, pesca, turismo e industria a muchas ciudades de Minas Gerais y Espírito Santo. Este hecho ha provocado innumerables manifestaciones entre los pobladores.
Es así que en una de las comunidades indígenas, la tribu Krenak, le ofreció agua sucia del río a los trabajadores de Samarco, y en otra, bloquearon las ferrovías que conectan la minera con el puerto.
Al respecto, Mauro Krenak, un poblador de la mencionada tribu se mostró consternado ante la situación:
"No hay dinero que pague la riqueza que teníamos. El río se acabó y no vuelve más. Es muy triste. Todo lo que queríamos estaba en él. Se llevaron nuestra alegría".
(Foto de cabecera: yahoo.com)