Hace poco el politólogo Steven Levitsky señaló que el Perú se estaba convirtiendo en una democracia sin políticos. El catedrático estadounidense remarcó que los ciudadanos que se dedican por 40 años a la política ya no existen, son un rezago del pasado. Hoy en día lo que abundan -explicó el especialista- son profesionales (militares, empresarios, médicos, etc.) que incursionan en política pero no de manera permanente

Pues bien. Hubo una época en el que los políticos peruanos se preparan durante años para ingresar a la vida pública. Muchos de ellos fueron profesionales, pero nunca abandonaron su vocación política. Asimismo se preocupaban por debatir ideas. Y más importante aún, la mayoría de ellos practicaron una austeridad que hoy sería impensable para muchos de nuestros congresistas o candidatos presidenciales.

A propósito de estas diferencias temporales, La Fundación Armando Villanueva del Campo, constituida por los herederos del dirigente histórico del Apra, anunció la publicación de un conjunto de cartas, inéditas hasta hoy, que intercambiaron José Carlos Mariátegui, Victor Raúl Haya de la Torre y otros actores políticos contemporáneos a ambas figuras gravitantes de la historia nacional.  

víctor raúl haya de la torre en uno de sus mitines

La publicación incluye también el Libro Rojo, un cuaderno que contiene el acta fundacional del Apra (20 de setiembre de 1930), así como el registro de reuniones iniciales de los primeros apristas, quienes tenían tendencias de izquierda. 

Hoy La República publica algunos fragmentos de estas cartas escritas del puño y letra de Mariátegui y Haya de la Torre. 

SER INTELECTUAL CON LA SALUD RESQUEBRAJADA

Todos sabemos de los problemas de salud que aquejaron al Amauta Mariátegui. No obstante, estos nunca fueron impedimentos para desarrollar su obra intelectual:

"(En estos momentos atravieso) un periodo de depresión de mi salud y mis fuerzas. A unos meses de estabilización de mi salud, durante los cuales me veo obligado a trabajar excesivamente para compensar el tiempo de interrupción o debilitamiento de mi labor, sigue invariablemente una crisis más o menos sensible y marcada. De julio a agosto pasados estuve muy mal: sufrí un derrame a la articulación, del cual curé después de una punción y unos baños de sol en Chosica. Y a partir de febrero último la articulación ha vuelto a empezar a molestarme. Me he sometido a un tratamiento enérgico; pero parte de este tratamiento es cierto reposo que casi no puedo acordarme" [Carta de Mariátegui al dirigente aprista Luis Bustamente fechada el 22 de abril de 1928].

josé carlos mariátegui

HAYA DE LA TORRE Y LA POBREZA

A diferencia de sus 'herederos', Haya de la Torre se caracterizó por tener una vida austera. Incluso, en muchos periodos de su vida pasó por 'angustias económicas'. Afortunamente, el fundador del Apra tenía buenos amigos que, más de una vez, lo ayudaron: 

"He estado pasando mi primera aguda crisis económica en Berlín y ni para estampillas tuve. Estos momentos son totalmente desagradables pero absolutamente lógicos dentro de la lógica de mi perenne estrechez agudizada por la falta de normalidad en mi vida económica todavía. A pesar de que trabajo mucho, pero mucho, aquí no estamos en América y el trabajo no se paga de inmediato. Unos españoles para quienes escribí artículos dejaron de cumplir. Todo esto ha sido grave para mí. No estoy para morirme de hambre, pero fuera de la comida y de la casa a medias garantizadas me falta para muchas otras cosas. Ojalá ustedes pudieran hacerme un favor de orden personal. Prestarme algo" [Carta de Haya de la Torre a Eudocio Ravines].

Eso sí, parece que la soberbia no estuvo ausente en el Apra (desde sus inicios). Así lo expone el líder aprista al mismo Ravines (antes de su traición). Y si no, leamos con atención esta teoría sobre la popularidad de las figuras políticas en América Latina: 

"El Perú necesita de tipos hasta físicamente débiles, con muchas mañas y pocos músculos. Un enteco: (Augusto) Leguía, por ejemplo. El país detesta a los gobernantes físicamente fuertes. (...) Quien vaya al Perú muy definidamente perfilado como un hombre fuerte de conciencia, leal y revolucionario, morirá asesinado con alfileres de sombrero de vieja. Menos en la revolución. Un mexicano que había estado en Lima me decía: Ese pecho y esa nariz suyas le hacen daño. Son demasiado fuertes para un país de chatos. (...) Mis mayores adversarios son los que más distan de mí en fuerza física. No se puede perdonar que sea sano y fuerte" [Carta fechada el 8 de marzo de 1929].

[Con información de La República]

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