"Todavía es demasiado pronto para hablar de amistad", aseguraba la vicepresidenta del Gobierno de Irán, Masoumeh Ebtekar, durante una entrevista con EL MUNDO al ser preguntada por las relaciones entre Irán y EEUU. A tenor de los acontecimientos ocurridos en las últimas horas, la prudente respuesta de la vicepresidenta parece excesiva. 

Ayer el Gobierno de Irán anunció que queda prohibida la importación de todos los productos estadounidenses en el país.

Es así que a poco menos de dos meses para que inicie el proceso de suspensión de las sanciones internacionales en contra de Irán, la nación ya decidió establecer su propio embargo contra todos los productos procedentes de Estados Unidos. 

Así lo anunció Mohammad Reza Nematzadeh, el ministro de Industria, Minas y Comercio quien afirma que la medida fue dispuesta con el objetivo de aumentar la producción nacional:

"Es necesario impedir la entrada de productos de consumo procedentes de EEUU y de todos los productos que simbolicen la presencia de los Estados Unidos en el país".

Cabe resaltar que la prohibición se dio un día después de que cientos de iraníes radicales se congregaran en la entrada de la antigua Embajada de Estados Unidos en Teherán para celebrar el 36 aniversario de la toma de la misión americana en el año 1979.

Y es que por medio de actos como la quema de la bandera de EEUU y cánticos de 'Muerte a América' los manifestantes reafirmaron que el acuerdo nuclear no ha cambiado la aversión que una gran parte del pueblo iraní siente hacia el Gobierno de Washington.

A pesar de ello, el veto a los productos estadounidense se sitúa como un una situación difícil de encarar por la sociedad frente al proceso de derogación de las sanciones contra Irán a iniciarse en el 2016, después de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica garantice que Teherán ha cumplido su parte desconectando así gran parte de todas sus centrifugadoras.

Es así que la nueva disposición parece más un daño colateral de la estrategia que el Gobierno iraní para impedir que el acuerdo nuclear restablezca las relaciones diplomáticas entre Teherán y Washington. 

Asimismo, otras acciones que conforman dicha maniobra son los discursos alarmistas de los comandantes y generales de los Guardianes de la Revolución Islámica, los cuales hacen eco en 'la contaminación de los valores islámicos por parte de Estados Unidos'.

La posibilidad de una nueva rebelión

Mohammad Ali Jafari, el jefe del mencionado cuerpo militar, aseguró que el acuerdo nuclear podría desencadenar una 'cuarta sedición' en la historia del país. 

Cabe resaltar que el régimen considera como actos de rebelión la invasión de Irak y las dos revueltas populares ocurridas en 1999 y en el 2009, ambas manifestaciones violentamente reprimidas. 

Y es que a pesar de que la prohibición a la importación de productos estadounidenses fue una decisión tomada por el gobierno, lo más evidente es que se siguieron las órdenes del líder supremo del país, quien tiene la última palabra en casi todos los asuntos que involucran a Irán.

Al respecto es importante recordar que el pasado martes, el ayatolá Ali Jamenei pronunció un discurso para impedir la infiltración política y cultural de Estados Unidos. Consideró que este hecho es más peligroso que 'una infiltración económica o de seguridad'.

Es así que invitó a su pueblo a permanecer vigilante ante la posibilidad de que Estados Unidos intente 'clavar un cuchillo por la espalda'. De igual manera ha prohibido las negociaciones entre ambos países que incluyan a temas fuera del acuerdo nuclear. 

Y frente a estas posiciones, el Gobierno de Hasan Rohani está tratando de esquivar las trabas para desarrollar su mandato en materia económica, social, cultural y de política exterior.

De esta manera, esta semana veinte parlamentarios de ala ultraconservadora se quejaron ante el presidente por la rapidez con la que se están desconectando las centrifugadoras.

Persecución a la moda estadounidense

Un restaurante ubicado en Teherán y que imitaba el logo de la conocida cadena de comida rápida KFC, fue clausurado por las autoridades del país solo porque habían copiado el distintivo de la franquicia estadounidense. 

Al respecto, el gerente del establecimiento dijo que se trató de un error puesto que el restaurante es una franquicia de la cadena turca Halal KFC y no tienen que ver en absoluto con la compañía estadounidense. 

(Foto de cabecera: elmundo.es)

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