“[Rememorar] los libros de mi vida entonces, pero tampoco todos los que había leído sino solo aquellos de los cuales recuerdo con nitidez la situación, y el momento en que los estaba leyendo. Si recuerdo las circunstancias en las que estaba con un libro, eso es para mí la prueba de que fue decisivo. No necesariamente son los mejores ni los que me han influido: pero son los que han dejado una marca.” 'Los diarios de Emilio Renzi', de Ricardo Piglia. 

Hay un rasgo al que se recurre mucho en '327 cuadernos' (*) de Andrés Di Tella, la película sobre los diarios del escritor Ricardo Piglia. Ese rasgo es el regreso.

La película arranca con el regreso de Piglia de Princeton a Buenos Aires, un proceso que básicamente consiste en empacar libros. Pero también tenemos el regreso a la vida pasada, a través de los cuadernos de páginas amarillentas, ajadas; a través de la letra que a ratos ya ni su propio autor reconoce. A través de los recuerdos en que se confunden la realidad y la ficción, en que se crea esa tercera dimensión, “que tiene algo de estafa”.

Otro regreso: el que emprenden Di Tella y Piglia a la Argentina de hace 50 años, al peronismo y su vuelta (otra vuelta), a la dictadura, a Borges y a Horacio Quiroga. Y así.

Por eso '327 cuadernos' se sostiene sobre la base de dos tipos de imágenes.

Las imágenes del pasado son tomas de archivo azarosas, de fuente diversa. Escenas sueltas de una época que parece muy lejana, pero que si las tiñéramos de color y las enmarcáramos en televisores modernos podrían remitirnos a la Argentina de hoy.

Las imágenes del presente, en cambio, son en muchos casos -no en todos- encuadres cerrados, escenas brumosas, cubiertas de neblina, escondidas en las sombras, como cuando se filma al Piglia ya tullido, afectado por la enfermedad. Estas secuencias son dolorosas e incómodas, pero siempre respetuosas.

Di Tella plantea en '327 cuadernos' un devaneo entre la historia oficial de Argentina y la historia personal. “La marca privada y a la vez el acontecimiento histórico”, dice Piglia, y lo resume con un hecho crucial en su vida: tener al padre en la cárcel por razones políticas.

Y en medio de ese juego temporal, la pregunta que se hacen Di Tella y Piglia es crucial: ¿cuál es el presente de un diario? La respuesta quizá tenga que rastrearse en su carácter efímero, en su efecto despersonalizado, en las que fueron sus posibilidades (lo que fue y lo que no fue). Quizá, en suma, su presente tenga que rastrearse en su pasado. Como un eterno retorno.


(*) Visto en el Encuentro Internacional de Creación Cinematográfica TransLab