Mitad monjes, mitad soldados, el último libro de Pedro Salinas, ha remecido en pocos días al movimiento religioso Sodalitium Christianae Vitae (SCV) -o simplemente Sodalicio-, por las durísimas denuncias de maltrato físico y psicológico, además de abusos sexuales, en sus más de 40 años de historia. En su departamento, Salinas no deja de recibir periodistas y llamadas telefónicas con nuevas denuncias. Y todo el alboroto se ha armado incluso antes del lanzamiento oficial del libro, que se presenta recién esta noche, a las siete, en el Lugar de la Memoria (LUM).
El Sodalicio es una institución católica conservadora -similar al Opus Dei o a Tradición, Familia y Propiedad (TFP)-, pero enraizada también en preceptos de la Falange española. Son, aunque lo nieguen, de un rasgo fascista evidente. La primera parte del libro está dedicada a echar luz sobre la historia de esta organización, usualmente hermética; la segunda parte, en cambio, reúne 30 testimonios de exsodálites, en su mayoría anónimos, sobre los espeluznantes atropellos de los que fueron víctimas. Casi todos bautizados con nombres bíblicos, como es el caso de Santiago y su brutal confesión que adelantamos el último domingo. Y aunque el libro atrapa con su prosa precisa y la contundencia de la investigación, a ratos también genera un inevitable rechazo por la crudeza de los actos.
- No debe de haber sido ‘agradable’ escribir este libro...
- Para nada. Hay que tener una entereza especial para abordar este tipo de casos. Por momentos he sentido, literalmente, náuseas, ganas de llorar. Porque son testimonios tan desgarradores, sobre todo los que acusan abuso sexual, que dudo que alguien pueda quedar incólume. Son dramas y traumas de personas que los han arrastrado durante años y que les ha costado muchísimo volver a evocarlos.
- A muchos de ellos ya los conocías.
- Sí. O ellos me conocían a mí por la novela Mateo Diez [una ficción que publicó en el 2012], en la que narro situaciones que tienen que ver con maltrato físico, rigor exagerado, órdenes absurdas. Porque lo que usan son técnicas para someterte, para controlar tu voluntad, para quebrarte.
- Yo he pedido información al Arzobispado de Lima sobre las tres denuncias de abuso sexual que están en el Tribunal Eclesiástico desde el 2011. Me prometieron respuesta, pero nada. Me “dejaron en visto”.
- Así son. Siempre. Y en el Sodalicio son igualitos. Yo recuerdo un reportaje de Univision, para el que la periodista María Luisa Martínez estuvo llamando al vocero del Sodalicio, que en ese momento era Erwin Scheuch, pero él nunca le respondió (y en la televisión, debido a los tiempos apretados, si no respondes, solo aparece un versión). Pero cuando salió la nota, apareció Scheuch a reclamar por qué no lo habían llamado.
- Casi en la última parte del libro hablas bien sobre el actual superior general del Sodalicio, Sandro Moroni. Pero el comunicado que publicaron es lamentable: al sodálite fundador Luis Fernando Figari lo han mandado a rezar, en vez de que esté respondiendo ante la justicia.
Sí, me ha defraudado -aunque, digamos, tampoco es que me haya sorprendido o escandalizado-; pero el sentido común te dice que, ante todas las evidencias, si tu política es expulsar al pederasta, como has hecho en casos anteriores, ahora que tienes al papá de todos los pederastas del Sodalicio también deberías botarlo. Pero no. Lo protegen en una comunidad en Roma bajo el pretexto de que vive una suerte de retiro, de recogimiento, de oración y penitencia. Y no, pues. Eso es una burla, una estafa. Siento que están ofendiendo mi inteligencia. Y, ojo, hoy mismo me he enterado por otro exsodálite de que existen más denuncias. Él mismo me enseñó una denuncia que había presentado internamente para que le hagan una investigación a Figari. Pero eso nunca ocurrió.
[Anoche, el Sodalitium Christianae Vitae publicó un segundo comunicado en que, al menos, reconoce que Figari “hasta la fecha no ha querido rendir declaraciones públicas como sería su obligación moral” y pide una comisión investigadora. De expulsión o sanción clara, nada.]
- ¿De cuándo es la denuncia que acabas de conocer?
Del 2012. Incluye un incidente sexual, abusos de autoridad, maltrato. Martín Scheuch [otro exsodálite, hermano de Erwin], también acaba de contar que cuando tenía 15 o 16 años, su director espiritual (a quien no menciona) le ordenó que se desvistiera y se follara a una silla. Y él denunció eso dentro de la institución, pero nadie hizo nada. Una más: uno de los tres testimonios fuertes que acusan a Figari, en la demanda que presenta ante el Tribunal Eclesiástico (y esto no está en el libro), señala que él denunció el abuso sexual a tres autoridades del Sodalicio. Y tampoco hicieron absolutamente nada. Así que eso de que acogen las denuncias y las investigan es mentira. Tan falso como que Figari está desde el 2010 en Roma, cuando en realidad su registro migratorio indica que ha vivido más tiempo en Lima que en Europa.
- Pero si uno se queja, se ponen bastante matonescos y rabiosos, ¿no?
- Es que el en el Sodalicio te educan en la violencia. En los 80 yo mismo he sido un fanático fascista. Me da cosas decirlo, pero es la realidad. Yo era tan psicomatón como Alejandro Bermúdez y Erwin Scheuch [dos antiguos sodálites].
- También defrauda lo del Papa Francisco, ¿no? Hace poco salió a defender al obispo chileno Juan Barros, muy cercano al sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida por pederastia.
- Sí pues. Este papa podrá ser muy simpático, pero su discurso y su praxis tienen incongruencias notorias. Si es verdad que ya hay un protocolo y tolerancia cero en temas de pederastia en el ámbito religioso, en el Perú no existe, es una farsa. Las tres demandas contra el Sodalicio -que han llegado al Vaticano- hasta hoy no han funcionado. No han llamado a ninguna de las víctimas. Y a nosotros tampoco nos han respondido. Figari, en vez de estar en una vida de retiro espiritual, debería estar siendo investigado en toda regla. Ya hemos visto en la investigación que el sodálite Jeffrey Daniels abusó de chicos de 11 o 12 años y lo encubrieron un año. En el camino es probable que el Sodalicio haya intentado negociar con los padres, reparándolos de alguna manera. Eso me parece grosero, que solo expulsen cuando el acto es público. Fue el caso de Daniel Murguía en el 2007 y de Germán Doig en el 2011. Si no es por la prensa, ¿cuántas cosas más estarán pasando?
- ¿Sobre qué se estructura el poder que tienen? ¿Relaciones?
- Plata y relaciones, básicamente.
- Y eso va a ser difícil de detenerlo pronto, ¿no?
- Yo creo que la mejor salida para el Sodalicio, si realmente es una institución humanitaria, bienintencionada y con ganas de educar cristianamente, es expulsar a Figari. Y eso sí traería consecuencias: perderían vocaciones, porque se producirían deserciones (nadie quiere pertenecer a una institución fundada por un pederasta). ¿Qué más va a pasar? Van a tener problemas en sus gallinitas de huevos de oro: los colegios San Pedro y Villa Caritas. Porque los padres de familia van a tener que preguntarse si las cosas que se cuentan en el libro se replican en los colegios, van a querer saber en manos de quiénes están sus hijos. Es lo que debería preguntarse cualquier padre con dos dedos de frente, ¿no? En general, van a perder plata, algo que les dolerá mucho porque la valoran extremadamente.
- Aparte de los colegios y el cementerio, ¿que otros negocios manejan?
- Tienen el Parque del Recuerdo, la Universidad San Pablo, una universidad en Costa Rica, y acaban de asumir la administración de la Universidad Gabriela Mistral, en Chile. En el norte tienen un proyecto inmobiliario millonario en un proyecto. Pero como le dije a su líder Sandro Moroni en una de las dos ocasiones en que me reuní con él, el único camino que le queda es refundar la institución. Se quedará con mucho menos gente, pero será la mejor, la más sana. Van a tener que recomenzar, como hizo la Legión de Cristo [el grupo del mexicano Marcial Maciel]. Si tu fundador es un pederasta, algo tienes que hacer.
- ¿Tienes temor a represalias?
- Antes de publicar el libro, me enteré que ellos habían sondeado a tres estudios de abogados para demandarme. Y sabiendo que tienen poder económico, y que responden beligerantemente con amenazas penales cuando te metes con Figari, yo sabía que me estaba jugando todo. Yo ya estaba mentalizado para irme a Piedras Gordas. Pero como me dijo Gustavo Gorriti, si uno cree en su investigación, tiene que pagar el precio. Y yo estoy dispuesto a pagarlo. Total, después de hablar con todas estas personas que confiaron en mí su dolor, yo no podría truncar la investigación, no podía darles la espalda.
- ¿El Sodalicio tiene alguna relación con Cipriani?
- Hasta donde tengo entendido, a Cipriani no le cae bien Figari. No de ahora, sino de siempre. Sin embargo, sí tiene buena relación con algunos miembros del Sodalicio. Uno es Jaime Baertl; el otro, José Antonio Eguren, arzobispo de Piura y Tumbes. De hecho, cuando se descubrió que Cipriani era un plagiario, él agradeció el apoyo de dos personas: al arzobispo de Arequipa, Javier del Río -un neocatecumenal- y a Eguren. Ahora bien, el Opus Dei y el Sodalicio no comulgan, pese a que podríamos decir que su ‘target’ es el mismo: gente con billete, de clase media alta. Por eso cuando hay, por ejemplo, estas marchas “provida”, se juntan el Opus Dei, el Sodalicio, y otros grupos contra el aborto, la unión civil, y que arrastran todas las demás taras de la Iglesia Católica.
- A mí me sorprende el poder de manipulación que tenían estos monstruos barbudos, incluso un poco maniáticos, hasta nerds.
Claro. Esa es la pregunta que se hace cualquiera: “¿cómo te pueden manipular de esa manera? A mí no me la hacen”. Pero recuerda que hablamos de chiquillos captados a los 12 o 13 años. Y durante años ellos suplantan a las figuras de su padre y de su madre, suplantan a su familia, los alejan de sus amigos, lo hacen romper con su enamorada, les meten en la cabeza una serie de criterios y valores impostados, que no tienen nada que ver con la realidad. En resumen, les lavan el cerebro. Porque en eso Figari es una gran manipulador de la psicología. Sobre todo con chicos que salen de un hogar disfuncional. Y después de todo este proceso, con el chip cambiado, ya te has convertido en un talibán. Además, el eje de todo esto es la obediencia, la columna vertebral de la espiritualidad sodálite. El “hágase” de la Virgen María y bla bla bla. Eso te lo machacan con órdenes absurdas. Las casas de formación en San Bartolo, al menos en los años ochenta y noventa, eran prácticamente centros de tortura.
- En el libro incluyes una experiencia perturbadora con tu guía espiritual, pero evitas dar su nombre.
- Sí, porque en ese caso quiero evitar problema legales. Digamos que fue un incidente “raro”.
- Otro pasaje que me impactó fue el de tu papá. Ellos te alejaron de él hasta el punto que solo pudiste retomar su contacto cuando ya agonizaba.
- Es que la gente a veces solo se queda en los casos de abusos sexuales. Porque son los que más morbo generan, son crudos y fuertes, y te generan una reacción de empatía. Pero en realidad las mayores abolladuras que te deja pasar por el Sodalicio son psicológicas y emocionales. Yo no fui un abusado sexual, pero los otros golpes que recibí, las humillaciones, son terribles.
- Y, como dices, eso no se perdona.
- El caso de mi padre lo tenía tan guardado que ha aparecido recién en terapias recientes, cuando empecé esta investigación. Allí recién afloró el caso de mi padre. No lo había procesado, estaba contenido. Que te hagan eso, como comprenderás, no tiene perdón de dios (si es que existe). Supuestamente, ellos están en el mundo para hacer el bien, pero en l práctica son violentos, perversos, racistas, misóginos, homofóbicos. Hay mucha gente buena en el Sodalicio también, pero el diseño de la organización está hecho a imagen y semejanza de Figari. Daniel Murguía, por ejemplo, quien estuvo preso por pedofilia, era un tipo poco inteligente. Tenía menos luces que una lancha de contrabando. Pero no era una mala persona. Yo presumo que a Daniel lo han malogrado dentro del Sodalicio. Hay mucha gente que ha perdido su bondad natural, que se ha ido volviendo más perversa, más maquiavélica.
- A ti te han hostigado mucho en los últimos años.
- Claro. En algún momento tenía la paranoia de que nos estaban hackeando, que nos chuponeaban. A mí me pasó. Y sé de casos de hackeos de computadoras a sodálites. porque adentro hay un sistema de espionaje terrible. Si te quieres largar y le cuentas a alguien, ellos se enteran y te hacen la vida imposible.
- Algo que me resulta paradójico, pero me deja un buen sabor, es que una organización tan patriarcal y misógina haya sido puesta en jaque por una mujer, Rocío Figueroa, quien era parte de la rama femenina del Sodalicio [Fraternidad Mariana de la Reconciliación]. Ella hizo las denuncias más fuertes.
- Sí. Esa paradoja también me encanta. Que haya sido una mujer la que haya desenmascarado y desbaratado esta farsa en torno a este supuesto hombre santo, fundador de esta grandísima organización.
- En el libro, Jean Pierre Teullet [sacerdote sodálite, uno de los más críticos de su propia institución] dice que tiene más denuncias, que incluso dan para un libro más. Eso es aterrador.
- Te juro que me da una curiosidad tremenda cuántas cosas más monstruosas pueden salir. Me da escalofríos. Yo metí mucha gente al Sodalicio y me escarapela el cuerpo la posibilidad de que algunos de ellos hayan sido abusados por Figari o algún otro pederasta. Hoy, la verdad está comenzando a aflorar. Y yo presumo que lo que está en este libro es la punta de un iceberg.
- Te has convertido en su bestia negra…
Es que si no eres obsesivo en estos temas, nada funciona. Eso, más el deseo de reivindicación de estas víctimas que confían en ti, que ha sido dañada y maltratada, y del ánimo de que se haga justicia y se transparente la verdad. Así que no sé si seré su bestia negra, pero, digamos, no creo que alguien en el Sodalicio esté rezando por mí.
Fotos: Raúl García
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