Una de las teorías más terroríficas acerca del universo fue confirmada cuando científicos de Cambridge, usando el telescopio espacial Kepler en la misión conocida como K2, descubrieron fuerte evidencia de que un objeto rocoso pequeño era hecho pedazos mientras orbitaba una enana blanca, según un comunicado de la NASA. La teoría, que ha circulado entre los astrónomos hace una década, era que las enanas blancas son capaces de canibalizar planetas que hayan sobrevivido dentro de su sistema solar. 

“Por primera vez, presenciamos la destrucción de un ‘planeta’ en miniatura destruido por intensa gravedad, siendo vaporizado por luz estelar y generando una lluvia de material rocoso hacia su estrella”, afirma Andrew Vanderburg, estudiante de posgrado en el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica en Cambridge (Estados Unidos), y autor principal del artículo publicado en la revista científica Nature.

Cuando las estrellas -como nuestro Sol- envejecen, se expanden como gigantes rojos y gradualmente pierden la mitad de su masa, reduciéndose a una centésima de su tamaño original hasta aproximadamente el tamaño de la Tierra. Este resto denso y muerto de una estrella se llama enana blanca.

El ‘planeta’, un objeto cósmico formado de polvo, piedra y otros materiales, es aproximadamente del tamaño de un asteroide grande, y es el primer objeto planetario que se confirma orbitando una enana blanca. Su enana blanca es WD 1145+017, y le da la vuelta cada 4.5 horas. Esto significa que el planetoide se encuentra muy cerca de la enana blanca y sus altísimas temperaturas y fuerza gravitacional.

La misión K2 descubrió un cambio minúsculo en el brillo de la enana blanca, ubicada en la constelación Virgo, en mayo de 2014. Este cambio en el brillo es síntoma de que algo está pasando entre la estrella y el punto de vista del telescopio. Si la disminución periódica de la luz de la estrella es periódica, esto indica la presencia de un objeto orbitando alrededor suyo.

Un equipo de investigación liderado por Vanderburg encontró un patrón inusual pero vagamente familiar en los datos de K2: el brillo disminuía cada cuatro horas y media, pero la señal no mostraba el patrón simétrico en forma de U característico de los planetas, sino un patrón asimétrico alargado que indicaría la presencia de una especie de cola de cometa. Estos datos indicaban un anillo de escombros polvorientos orbitando la enana blanca.

“El momento ‘eureka’ del descubrimiento sucedió durante la última noche de observación, cuando de pronto nos dimos cuenta de lo que orbitaba la enana blanca. La forma y profundidad cambiante del tránsito eran señales innegables”, afirma Vanderburg. Además, el equipo encontró señales de elementos pesados contaminando la atmósfera de la enana blanca, como predecía la teoría sobre la canibalización de planetas.

Gracias a su intensa gravedad, se espera que las enanas blancas tengan superficies químicamente puras, cubiertas solamente con elementos ligeros como helio e hidrógeno. Por años, los investigadores han encontrado evidencia de que las atmósferas de alguanas estrellas blancas están contaminadas con rastros de elementos pesados como calcio, silicio, magnesio y hierro. Los científicos han sospechado por mucho tiempo que la fuente de esa contaminación eran asteroides o pequeños planetas siendo hechos trizas por la gravedad de la enana blanca.

“Este descubrimiento resalta el poder y la naturaleza aleatoria de K2. La comunidad científica tiene completo acceso a las observaciones de K2 y está usando esos datos para hacer un amplio rango de descubrimientos únicos a lo largo de todos los tipos de fenómenos astrofísicos”, dice Steve Howell, científico del proyecto K2.


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