Como lo plantea la portada del disco 10, el álbum en vivo que ha grabado Gabriel Alegría Afro-Peruvian Sextet por su trayectoria de una década, el objetivo de la banda es transitar la profundidad gris del jazz principalmente norteamericano, impulsados por la vida y alegría de la música afroperuana.  

Después de publicar en estudio Pucusana en el 2010 y Ciudad de los reyes en el 2013, el nuevo trabajo ha sido grabado en vivo en Nueva York. Este es la oportunidad para descubrir la exquisitez que Alegría viene difundiendo desde Nuevo mundo del 2008: la minuciosa unión de la velocidad de la música afroperuana con el ritmo abstracto del jazz.

En los dos primeros minutos Alegría deja en claro el ir y venir cultural que estructura todo el disco: la trompeta por delante se calla para dar paso a la guitarra del Cóndor Pasa y esta desaparece para que el cajón marque el característico ritmo afroperuano al que se sobrepone inmediatamente la tonada de la cincuentera y neoyorquina Take Five. Por momentos, incluso, pareciera que lo que suena son dos discos distintos sonando a la vez y que el azar los ha hecho encajar con la sencillez y complejidad que tiene un rompecabezas.

Uno de los encuentros más interesantes se da desde el segundo track, Caravan. El guapeo -¡oiga!-, usualmente utilizado en el género para alentar el baile, en este caso hace que el saxo absorba la energía de ese disfrute corporal. A la orden de “¡entra, entra!” no le sigue el movimiento de unas caderas, sino la agudeza de una trompeta o un saxo. A esa apropiación central de los vientos le sigue inmediatamente, en My Favorite Things, un solo de dos minutos más inclinado hacia desarmonización del jazz clásico con el cual Alegría y Laura Andrea Leguía, quien se encarga del tenor y el saxo, dejan en claro sus dominios.

Cuando pareciera el momento de bajar las revoluciones en el cuarto tema, Taita Guaranguito presenta uno de los temas landó más intensos que, más allá de los vientos, se alimenta de la voz con carraspeo de Freddy Lobatón, de una guitarra que después de ser constante muy al fondo de la composición pasa a primer plano con un solo que se confunde entre lo criollo y lo andino, y unos coros en los que tanto la voz masculina y femenina no se opacan entre ellas. La misma energía surge hacia el final del disco, en Lonely Woman, que, después de iniciar con un bajo que instaura una especie de suspenso, al tercer minuto compone un trance de percusiones aceleradas y vientos calmos.

Cuando el jazz se fusiona con otros géneros o plantea covers de otras corrientes lo que se teme usualmente es que se trate de suplantar la voz por algún instrumento. Eso sucede con el Himno Nacional del Perú y Contigo Perú. En la primera resulta tentador escuchar el experimento sin conocer la melodía, lo cual, para los peruanos, resulta imposible y, por lo tanto, termina pareciéndose más a las fusiones que se han hecho tan características de la música de fondo en los supermercados. En Contigo Perú, al principio, pasa lo mismo, sin embargo, conforme el tema avanza, sorprende cómo el saxo logra transmitir la intensidad de la letra de la canción.

El nuevo disco de Gabriel Alegría Afro-Peruvian Sextet es uno de esos trabajos que merecen que uno entregue todos sus sentidos. Como en un rompecabezas, a simple vista u oído lo que se percibirá será una imagen agradable, pero es en la manera como están encajadas cada una de las piezas, de los géneros, de los instrumentos, donde está la delicadeza y complejidad.