La banda de funk Big Pollo acaba de presentar su tercer disco de estudio, Nuestro Mundo. Formada en el año 2006, con los álbumes Big Pollo Funk (2008) y Habla! (2012) ha ido encontrando una constancia en la pequeña escena funk peruana que les permitió realizar una gira de cuatro conciertos en Estados Unidos el 2014.
Esta vez la decisión de sacar un disco de quince temas a través de los cuales exploran un estilo tras a otro, pareciera sustentarse más bien en la carencia de un norte, un concepto, que englobe al disco y le dé una identidad particular. Nuestro Mundo bien podría interpretarse como una selección aleatoria de temas surgidos en distintas épocas. Lo bueno es que Big Pollo, en esa ligereza, demuestra también el potencial musical que tiene para desarrollarse en cualquiera de los caminos que explora: el jazz del primer tema y de Higuer y el que se cola cada tanto en otros temas, el rock de Hora de amar, Volar o El más malo del Perú, o el pop de Mejor o Sueños psicodélicos adolescentes.
Entre ese ir y venir de un estilo a otro, que termina agotando hacia la mitad del disco, la música de Big Pollo sostiene su eje funk a partir del bajo de Paul Hoyle y la guitarra de Tato Elera, y su potencia en los coros de Alejaru Rodriguez, el saxo de Carlos Llerena y la batería de Bruno Sanchez . La guitarra y los coros se unen constantemente en los momentos más intensos del disco como en Hora de amar, en el que incluso intercambian funciones. El saxo, por su parte, encuentra sus mejores momentos en Noches en L.A. Hay también una constante fórmula de intercalar los momentos más experimentales con coros melódicos.
Pero en Big Pollo parece existir, por un lado, una riqueza de influencias musicales (Red Hot Chili Peppers, James Brown, Led Zepellin, Michael Jackson, Stevie Wonder, son algunos de los que mencionan), pero que se contrapone a una pobreza narrativa en las letras. Abordan temas como el amor, la injusticia social y las trabas de la vida diaria con mensajes cargados de lugares comunes y políticamente correctos que, por lo mismo, no dicen nada: “Nada cambia / si no cambiamos nosotros” (Cambia). “Me empeño en ser cada vez más eficiente / yo no vivo en mis sueños como bella durmiente” (Madrugada).
A la vez hay un intento por insertar el lenguaje coloquial limeño, pero obviando su vulgaridad innata, lo cual termina configurando un lenguaje falso más propio de un comercial de instituto universitario: “Oye, flojo, ya es hora de que te levantes / hoy día no pienses en faltar” (Sueños psicodélicos adolescentes). “Caminando tranquilo y algo sigiloso / vigilando el camino me encuentro al Oso / buena gente extra cool me cuenta la ultimita” (Jazz). Incluso cuando cada uno de los integrantes hacen estallar sus instrumentos, las letras terminan por desinflar toda la energía que generan musicalmente.
Más allá de temas como Madrugada y Sueños psicodélicos adolescentes, los dos tracks más flojos del disco, Volamos, Higuer, Noches en L.A., Hora de amar y Jazz, demuestran que Big Pollo, musicalmente, tiene todas las herramientas para realizar shows de calidad, como el que realizaron el último fin de semana en La Casona de Camaná, donde presentaron algunos de estos temas. En esas piezas está la posibilidad, solo la posibilidad, de que en el futuro se les pueda denominar como “una de las propuestas artísticas más originales en nuestra escena”, como se autodefinen en su web actualmente.