En la NASA hay inquietud y precupación por el fenómeno que el domingo por la noche y la madrugada del lunes ocurrirá en el continente americano. Se trata de un eclipse de Luna total (la Tierra se interpone entre el Sol y a Luna, y esta queda totalente en sombres) que además coincide con una superluna.

Una superluna ocurre cuando la Luna llena o nueva se encuentra en su punto más cercano a la Tierra. La última vez que esto paso fue en 1982. Y el próximo no ocurrirá sino hasta 2033.

La Luna se verá rojiza porque su superficie se iluminará por rayos que rebotan de la atmósfera terrestre.

Para los amantes de la astronomía este espectáculo –donde la Luna se torna de un color rojizo– puede ser simplemente hermoso, pero no para expertos de la NASA.

¿La razón? Porque temen que la falta luz solar pueda dejar sin energía una de sus naves espaciales más importantes: el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), cuya misión consiste en explorar nuestro satélite natural.

"Hay dos cosas que ocurren durante un eclipse: comienza a hacer frío y no hay sol para cargar las baterías", explicó a la cadena británica BBC Noah Petro, científico de la agencia espacial estadounidense. El eclipse total durará más de una hora y "la nave se quedará sin luz directa del Sol por cerca de tres horas".

El Lunar Reconnaissance Orbiter fue lanzado al espacio en 2009 (NASA).

El eclipse total durará más de una hora y "la nave se quedará sin luz directa del Sol por cerca de tres horas", agregó. Y ya tecnologías similares previas mostraron dificultades durante los eclipses, pero el LRO fue diseñado específicamente con esto en mente.

Como la sonda recarga sus baterías con energía solar, durante el eclipse la NASA deberá tomar una serie de precauciones. "Precalentamos la nave y luego apagamos los instrumentos para mantenerla segura", explicó.

"Es como con un teléfono, cuando me llega una alerta que me indica que me queda un 20% de batería: puedo apagar el wifi o ciertas aplicaciones que siguen abiertas en el fondo", añdió Petro.