El escritor José Carlos Yrigoyen, en su cuenta de Facebook, publicó una de las semblanzas más completas y a la vez concisas, que mejor resumen la vida y trayectoria de Humberto Martínez Morisini ahora que partió a los 86 años de edad. Como todo ser humano, tuvo aciertos y errores. Igual, la huella que dejó en la memoria colectiva del país será imborrable. 

Por José Carlos Yrigoyen

Para todos los mayores de treinta años este señor fue la voz que nos narró eliminatorias, mundiales de fútbol, concursos de belleza, las noticias de todos los días durante más de cuatro décadas, los flashes electorales de más de quince elecciones consecutivas. Fue una de las voces más distinguibles de nuestra infancia y de nuestra juventud. Era por lo tanto casi un familiar nuestro, un tío lejano al que siempre veíamos y oíamos por las noches y en los sucesos decisivos de la historia de nuestro país.

Pero no solo eso. Fue un hombre que durante los años setenta, en plena dictadura militar, era capaz de sacar de quicio a los jerarcas del régimen al leer los comunicados oficiales con un irónico enarcamiento de cejas o con la precisa modulación de voz que sin criticar explícitamente nada a la vez decía todo lo que muchos de los espectadores pensaban. Alguna vez fue suspendido del programa que tenía por esas imperceptibles licencias que se tomaba, sin que pudieran explicarle convincentemente por qué lo hacían. Fue su etapa más valiente y más digna.

Lamentablemente, en los últimos años de su vida claudicó de aquella independencia que siempre lo distinguió. Se plegó entusiastamente a la dictadura de Fujimori, defendió muchas acciones de la satrapía e incluso postuló en un partido afecto al régimen, Avancemos, a un escaño en el Congreso de la vergüenza surgido en las elecciones del 2000, cuya legitimidad defendió cuantas veces pudo. Mientras fue congresista votó sin dudas ni murmuraciones por todas las propuestas del gobierno y se retiró de la vida pública por la puerta falsa.

la política es quizá la etapa de su vida más controversial. (EC)

Por mi parte, fue uno de los personajes recurrentes de mi niñez. Mis pocos recuerdos del Mundial de 1982 lo incluyen, así como muchos otros momentos importantes que viví, que vivimos, en un país más pobretón y difícil que el de hoy pero que a la vez fue el entrañable escenario de mi infancia. Y todo eso ya no es negociable.

Se le va a extrañar.

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-Foto de cabecera: Archivo de El Comercio.