La democracia en debate. El congresista Kenji Fujimori y el publicista Hugo Otero se enfrascaron en un lucha de columnas de opinión, a raíz de unas declaraciones que dio el primero, en una entrevista para el diario El Comercio y publicada hace poco más de una semana (y que puedes leer aquí). 

Aquella vez, el legislador de la oposición expusó el concepto de democracia delegativa para justificar la dictadura de su padre durante la década de los 90

Este es un estracto de lo que dijo el hijo de Alberto Fujimori: 

"[...] yo considero que en el gobierno de mi padre hubo una democracia delegativa: cuando un país atraviesa un período de crisis, inestabilidad, incertidumbre, la población está dispuesta a ceder parte de sus derechos a cambio de que el gobierno le restituya el orden y la seguridad. En otras palabras, poner mano firme. Y eso fue lo que ocurrió en los 90".

Como era de esperarse, esta 'teoría política' prestada (democracia delegativa) tuvo muchos detractores. Uno de ellos fue

Hugo Otero, publicista ligado al Apra, quien ha publicado un artículo en el portal El Montonero en el cual ataca los argumentos de Kenji Fujimori:

"[Kenji Fujimori] explica que el pueblo delegó en su presidente la potestad de poder suprimir algunas libertades en pos de lograr una seguridad que, en ese momento, era el bien universalmente deseado. No dice, sin embargo, que su padre amplió esa potestad hasta límites jamás pensados por quienes teóricamente se la habían concedido. No voy a entrar a discutir lo ya sabido, los excesos y tropelías de Alberto Fujimori".

Más adelante, el publicista critica que el concepto de democracia pueda estirarse de acuerdo a la conveniencia del político de turno y pone como ejemplo al exministro de Interior Luis 'El Gaucho' Cisneros

"El mismo concepto de democracia ha cobrado un sentido tan laxo que permite a personajes claramente ajenos a ella, como fue el caso en su momento del fallecido Gaucho Cisneros, de declararse a favor de una democracia “autoritaria”. ¿Se estará refiriendo Kenji Fujimori a un gobierno de ese tipo? [...] Por extensión, también debe de ser delegativa la capacidad de buscar un nuevo asesor que reúna las virtudes de un Vladimiro Montesinos, la de corromper las instituciones y los medios de prensa, y la de instaurar una corrupción generalizada. Lo sería, asimismo, la de designar a los nietos del encarcelado presidente para que el día de mañana puedan dirigir el partido fujimorista y, tal vez, alcanzar la presidencia del Perú".

El menor de los hijos de Alberto Fujimori no dudó en contestarle, en el mismo portal, a Otero. Y desde el saque lanza dardos dirigidos a la filiación aprista de su contrincante. El legislador apunta que el publicista amigo de Alan García cae en el extremismo cuando aborda el concepto de democracia delegativa:

"[...] como sabrá, consiste en delegar más poder en el gobernante que debe enfrentar un escenario de crisis con el objetivo de su resolución. Como fue el escenario que heredó Alberto Fujimori del "aprocalipsis" que nos legó su líder García. Quien, dicho sea de paso, tampoco fue ajeno a lo delegativo, solo que -cayendo en la eventual distorsión con la que usted maneja el concepto- ,aquí, más que una delegación del pueblo, fue del ego, y no para salvarnos de una crisis pues ésta no fue causa sino efecto de tan singular delegación". 

Luego, Kenji Fujimori centra su argumentación en el ejemplo del Gaucho Cisneros y recuerda algunas de sus célebres frases:

"Ni mi padre ni sus hijos creemos que 'el mejor terrorista es el terrorista muerto', menos que 'es válido exterminar 60 pobladores inocentes para matar a 3 senderistas'. Y, por cierto, tampoco admiramos 'la mística' de SL', como su jefe. La captura de los principales cabecillas terroristas sin derramar una gota de sangre y basada en inteligencia y la política de pacificación 003 así lo demuestra".

Como vemos, ambos se enfrascan más en ataques políticos que en un debate sobre la democracia delegativa. Más aun, habría que preguntarse si tanto Kenji Fujimori como Hugo Otero son los más indicados para teorizar el tema, teniendo en cuenta que ambos reivindican gobiernos que no se caracterizaron, precisamente por el diálogo ( ¿ya nos olvidamos, acaso, del autogolpe de 1992 y del 'Baguazo'?). 

Y para sustentar esta última idea, veamos los cierres de ambos. Empecemos por Otero: 

"El próximo presidente no debe ser pues un mandamás que actúe por delegación, sino un líder capaz de establecer un diálogo amplio y conducir acuerdos democráticos". 

Siguiendo esta reflexión, nos queda claro que Alan García no debería gobernar el país. ¿Fue acaso en su segundo gobierno un presidente dialogante con las comunidades indígenas de la selva peruana preocupadas por la contaminación de sus territorios? De nuevo: ¿ya nos olvidamos del Baguazo?

Y ahora leamos a Kenji Fujimori:

"Por último el empoderamiento delegativo en la figura del presidente se da, en el contexto del contragolpe del 92, en un momento de crisis inédita pero, sobre todo, en un momento en que dicha crisis no tuvo como contraparte la unidad de las distintas fuerzas políticas, como correspondería a una oposición republicana (la otra cara de la moneda en una democracia delegativa) sino al revanchismo político que se expresó en el boicot y debilitamiento de la figura presidencial con el recorte de sus atribuciones, cuando la disyuntiva era salvar al país o convertirnos en un Estado fallido".

Nuevamente, el congresista de Fuerza Popular, apela a la tesis fujimorista de que el autogolpe (el término es ese y no 'contragolpe') fue una medida necesaria porque el Congreso de ese entonces no lo dejaba gobernar. Como ya se ha demostrado, esta teoría no se ajusta a la verdad. Lo que sucede es que Alberto Fujimori quería todo el poder. No quería que nadie lo fiscalizara. Un deseo que compartió con su siniestro asesor Vladimiro Montesinos.

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