Unos aplauden y otros critican; unos dicen que está bien, aunque quieren más; otros temen una fuerte reacción social. Dilma Rousseff se la juega con el plan de ajuste económico para levantar a Brasil.
Como se sabe, el lunes pasado el gobierno brasileño presentó un paquete de recortes de gastos y aumento de la recaudación tributaria que suma 65 mil millones de reales (US$16,900 millones), y que le permitiría registrar un superávit primario el próximo año. Muchos economistas y empresarios brasileños están de acuerdo con el 'paquete' pero indican que es poco probable que el plan sea aprobado por un Congreso mayoritariamente opositor.
La receta que aplicará Brasil para intentar paliar su déficit y atajar una crisis política y económica recortará 6,000 millones de reales de gasto público y prevé recaudar un mínimo de 7,500 millones de reales con más impuestos. Con ello pretende transformar el déficit fiscal primario del 0.5% del PBI previsto para 2016 en un superávit del 0.7% del PBI. Es la primera piedra de una serie de reformas que ha de implementar la economía brasileña para combatir la crisis.
De hecho, una de las medidas que encontrará mayor resistencia en el Congreso es el intento de reintroducir un impopular impuesto a las transacciones financieras. Este tributo, el CPMF, representa casi la mitad del valor del paquete, pero el presidente de la cámara baja del Congreso, Eduardo Cunha, ya ha dicho que es poco probable que los legisladores lo aprueben.
Otra medida políticamente compleja será un plan por 7 mil millones de reales que pospone los ajustes salariales a los funcionarios públicos. Esto se complicará aún más ya que los auditores del departamento tributario del gobierno están en huelga.
Ajuste
El mayor peso del plan brasileño apretará especialmente el cinturón de los ciudadanos. El recorte del gasto de la maquinaria pública llegará por primera vez a áreas sociales, como un plan de viviendas populares y salud pública. El paquete de ahorro también plantea postergar ocho meses, de enero a agosto de 2016, la subida de los salarios públicos. En ese sentido, el ministro de Planteamiento brasileño, Nelson Barbosa, pidió a los funcionarios "comprensión" ante el "difícil" momento que vive el país.
Para conseguir el objetivo de ahorro, el Ejecutivo brasileño plantea la suspensión de concursos públicos y la revisión de gastos en Sanidad y en subvenciones agrícolas. Además, se suprimirán diez de los 39 ministerios que conforman el Ejecutivo, una medida más bien simbólica, ya que sólo permitirá un ahorro de 200 millones de euros.
En definitiva, un kit de emergencia que para algunos analistas no se quedará ahí. Lo previsible es que haya más recortes. Si bien el primer escollo para Dilma es que el Congreso apruebe el plan de ajuste, lo más difícil será contrarrestar la desconfianza de los ciudadanos que serán afectados con las medidas.
(Foto: EFE)