Tuvalu, antes Islas Ellice, es un archipiélago ubicado en Polinesia, entre Australia y Hawai. Tiene poco más de 11 mil habitantes, con lo cual es uno de los países con menor número de habitantes del mundo. Y si bien este hecho lo hace figurar en algún listado demográfico, lo que realmente lo pone en agenda mundial es que probablemente sea uno de los primeros en sucumbir debido al cambio climático.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha confirmado que sus playas van desapareciendo y las inundaciones marinas salinizan sus cultivos. No causará sorpresa que en poco tiempo quede bajo el mar, y es que estas islas tienen una escasa elevación sobre el nivel del mar: no supera los 5 metros.

La ONG Tuvalu Overview ha informado que algunos islotes han comenzado a desaparecer, y a comienzos del 2015 el ciclón Pam literalmente borró del mapa la isla de Vanafua, en la zona de protección natural del atolón de Funafuti, capital del Estado, donde había un bosque de palmeras, hogar de aves marinas y fauna local.
Los tuvaluanos ya no pueden contar con el agua de las napas subterráneas para su supervivencia y dependen casi completamente del agua de lluvia que recolectan y almacenan en tanques (cabe recordar que en el 2002 sufrió una de las peores sequías de la historia, durante más de ocho meses).
Tavalu, que fue aceptado como el miembro número 189 de la ONU en el 2000, está compuesto por nueve islas, cuatro de las cuales son coralinas y cinco, atolones (islas coralinas con una laguna en la mitad).
Y aunque en América Latina nos preocupa el cambio climático y sus efectos en los patrones meteorológicos (sequías, inundaciones y calentamiento e incremento del nivel del mar), y el Perú sería uno de los más afectados de la región, lo que ocurre en Tavalu es un asunto de vida o muerte.

Así, el gobierno tuvaluano, de la mano de organizaciones internacionales, ha iniciado un difícil y extenso plan de evacuación hacia otra isla del Pacífico, Niue, en Nueva Zelanda, pero las autoridades de este último han aceptado recibir apenas 75 personas por año. [Saquen cuentas, son más de 11,000 tuvaluanos]
“No se puede salvar al mundo si no se salva a Tuvalu”, dijo recientemente Enele Sopoaga, primer ministro de ese país, quien ha buscado tierra firme en Nueva Zelanda y Australia para trasladar a toda su población. Ello tampoco es fácil porque requiere de un ingente presupuesto y el país es uno de los más pobres del mundo: un PBI de US$36 millones al año, con ingresos que sólo proceden de la venta de monedas y estampillas a coleccionistas y de los derechos del dominio “dotTV” a empresas de televisión. La agricultura y ganadería sirven apenas para la supervivencia.
El archipiélago fue descubierto en 1568 por los españoles, saqueado por balleneros y traficantes de esclavos peruanos en el siglo XVIII, y en la Segunda Guerra Mundial fue ocupado por los marines estadounidenses y bombardeado por los japoneses.

Adaptación al cambio climático
Los especialistas calculan que en el mundo una persona utiliza en promedio 100 litros de agua por día, pero los tuvaluanos deben limitarse a 40 litros, e incluso a 20 litros en tiempos de extrema sequía. Durante la escasez crítica de agua, las personas deben recorrer largos kilómetros hasta las oficinas de gobierno y hacer interminables colas para comprar agua con sus propios medios.

foto: Photo: UNDP
Con el propósito de revertir esta situación, el PNUD lanzó hace dos años un proyecto de adaptación a los cambios climáticos financiado por el Fondo para los Países Menos Adelantados (FPMA) y AusAID. Esto ha permitido priorizar la gestión del recurso hídrico y la seguridad alimentaria.
El agua que una vez atrajo a los polinesios hacia Tuvalu ahora obliga a sus descendientes a abandonar las tierras de sus ancestros.
De esta manera se ha aumentado la capacidad de almacenamiento del agua en cuatro de las islas y hay un nivel de entre dos y tres días de recolección de agua, lo que ayudará en sequías. Por otro lado, se han implementado nuevos métodos de plantación y se han introducido cultivos resistentes a los cambios climáticos, lo que hace posible mejorar la seguridad de los alimentos.
Y en paralelo a esta adaptación, el gobierno sigue en busca de un mejor proceso de éxodo de sus habitantes.

Mientras en todo el mundo se está hablando de los cientos de miles de refugiados que llegan a Europa tras la violencia y la crisis económica, y están a la espera de beneficios que brinden los países que los acojan, los tuvaluanos se convertirán en inmigrantes en tierras extrañas, ya que no pueden acceder al estatus de refugiados climáticos, que les hubiera facilitado las cosas, por no existir aún en la legislación internacional.
¿En la COP21, que se llevará a cabo en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre, habrá respuestas concretas a Tavalu y otras sociedades afectadas por los cambios climáticos generados por el hombre?
(Fotos: skyscrapercity.com)
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