Cuando Gabriel García Márquez (GGM) publicó las veinte partes de Relato de un náufrago en el diario El Espectador de Colombia en 1955, demostró que, en la manos indicadas, una historia contada ya muchas veces puede volver a ser una novedad. Hacer un documental sobre él, por eso, es un gran reto. El mismo GGM muchas veces declaró estar harto de él en los medios. Se ha escrito tanto sobre su vida y su obra que, incluso, se han tenido que inventar entrevistas que concedió. ¿Cómo, entonces, realizar un documental sobre su vida?  

Gabo: la magia de lo real, el quinto documental dirigido por el inglés Justin Webster, logra elaborar en 88 minutos una nueva perspectiva sobre el escritor colombiano. Lo logra porque, en vez de caer en los lugares comunes, se esfuerza por sacudirse de los mitos y dotar a la historia una calidad fotográfica usualmente ajena a reportajes y películas sobre literatura.

La vida de GGM, por fin, no gira en torno a Cien años de soledad. Webster ahonda, en algunos casos más, en otros menos, en nueve de sus libros publicados. Fuera quedan los libros de cuentos, las novelas La mala hora, Del amor y otros demonios y Memorias de mis putas tristes y el reportaje sobre Miguel Littín. Eso le permite presentar distintas facetas literarias y biográficas al aura mágica y fantástica que siempre se desprende de Cien años... y se achaca a toda su trayectoria. Por ejemplo, el libro Gabo, memorias de una vida mágica, que se promocionó como un cómic sobre su vida pero que se centró tanto en el proceso de escritura de su obra más reconocida que no llegaba a serlo. Webster, incluso, ha contado que hasta el final se resistió a poner la palabra “magia” en el título, pero fueron distintas casualidades que le permitieron llevar adelante el trabajo, como le ocurrió al mismo GGM, las que terminaron por sustentar su presencia.  

Particularmente resalta la presencia de Noticia de un secuestro, el libro sobre la época más dura del narcoterrorismo liderado por Pablo Escobar en Colombia. Si a Cien años... se le culpó de alimentar mundialmente un imaginario fantástico sobre lo que es Latinoamérica, con la presencia de esta crónica en el documental se da cuenta de cómo sucedía lo mismo con un trabajo tan opuesto. El expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, amigo y seguidor de GGM, confiesa recién haber entendido el conflicto colombiano de entonces al leer ese libro y el mismo GGM confiesa, en una entrevista de archivo, haber sido siempre más periodista que un escritor de ficción.

Con la cantidad abundante de entrevistas que se realizaron a GGM para la televisión, Webster selecciona, con una precisión ha considerar, declaraciones muy puntuales que van desde las confesiones personales y profesionales, respuestas contundentes sobre política y, sin abusar de ellas, chispazos de su humor más fino.

Que el documental sea dirigido por un inglés da el plus de una mirada ajena que ha conocido la región a través de un escritor. Desde esa distancia Webster se ve interesado también por el papel político de GGM, particularmente en el caso de Cuba. En ese punto vuelve a complejizar la historia al punto que, a través de distintos testimonios, plantea que la tan cuestionada amistad con Fidel Castro, sin dejar de ser una relación sincera, encubría una estrategia para influenciarlo. Si la comitiva del llamado "boom latinoamericano" creía que la mejor fórmula para frenar acciones como el encarcelamiento del poeta opositor Heberto Padilla era distanciarse, GGM, al parecer, creía más en la debate directo.

Y si bien Webster tiene una mirada particular, es también consciente de sus limitaciones. La conducción del documental se la cede al escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, para quien Cien años… fue una influencia primordial por su carácter histórico y no por el realismo mágico que la caracteriza. Con Vásquez agrega la voz de los mismos colombianos y la hace central. Un gesto tanto de respeto, humildad y compromiso por contar una historia de la mejor manera. Tras Vasquez, de manera secundaria, están los testimonios de los hermanos de GGM, Aída y Jaime, el escrito Plinio Apuleyo, el periodista Jon Lee Anderson, la editora Carmen Balcells, el biógrafo Gerald Martin, entre otros, con los que se indaga también en los ámbitos familiares, amicales y amorosos.

Gabo, la magia de lo real, refresca la imagen de GGM al punto que el lector más reticente con su obra se podrá convencer de darle una nueva oportunidad y el que ya transitó toda su obra, saber que igual está pendiente su relectura, porque hay más de un García Márquez.

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