El asesinato del fotoperiodista mexicano Rubén Espinosa ha marcado un hito en la crisis del país. Su muerte acaba con el supuesto rincón de calma que era el Distrito Federal, pone en mayor evidencia la impunidad que reina en México y ahoga aún más la libertad de expresión.  

En la cobertura que los medios han hecho de su muerte se señala constantemente que Espinosa estaba especializado en la cobertura de protestas sociales. Sin embargo, la foto que parece haber acabado con la calma de aquellos que controlan el terror mexicano es un retrato del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, que la revista Proceso utilizó para la portada de su edición 1946 con el titular “Estado sin ley”. Solo en la jurisdicción de Duarte han sido asesinados 15 periodistas.

Ese era el trabajo de Espinosa. Pero no solo fotografiaba para los medios donde publicaba. Su cuenta de Instagram guarda otro ámbito de su mirada. Se trata de 1410 fotos que publicó en poco más de dos años. Ahí Espinosa, además de marchas y manifestaciones, pudo mostrar su fijación por las imágenes de la vida cotidiana de México.

Al inicio sus fotografías compartidas no se diferencian mucho de las de un usuario común: detalles de algunos objetos y familiares y amigos. Poco a poco empiezan a aparecer escenas urbanas: señores leyendo el periódico, escaparates de tiendas. Es a la mitad de ese recorrido en donde Espinosa parece decidir lo que quiere mostrar concretamente en la red social y sus imágenes empiezan a mostrar, mayormente en blanco y negro, el contraste entre las luces y las sombras de la ciudad. Espinosa empieza a usar con frecuencia las etiquetas #blackandwhite, #chilango y #vidacotidiana. Así, entre su constante registro de la angustia y los reclamos mexicanos, aparecen registros de un mundo distinto. Un mundo, un México, en donde la gente trabaja se desplaza, se entretiene y se quiere.

Rubén Espinoza, ante las constantes amenazas que recibía hizo denuncias, notificó legalmente cada amedrantamiento, pero no dejó de hacer su trabajo. Hace un tiempo dejó Veracruz para desplazarse a la capital y encontrar algo más de calma. Pero en los últimos días informó de los constantes seguimientos que detectaba. Esos seguimientos los sufría camino a continuar con su cobertura periodística.

¿Por qué una persona que ve en riesgo su vida insiste en aquello que lo está condenando? La cuenta de Instagram de Espinosa puede acercarnos a una respuesta. Sus imágenes dan cuenta de que él sabía que México, su país, no era únicamente el de los cuerpos descuartizados, sino también el de la gente que habita ese país (#vidacotidiana). Por ellos, parece, insistió.

Estas son algunas de las mejores imágenes de su cuenta @spinosafoto, una especie de auto-homenaje póstumo:

MARCHAS


LA VIDA COTIDIANA


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