#ElPerúQueQueremos

Aquí está la Lima sucia, pervertida y luminosa que tanto amamos

Un gran mapa de Lima para escribir en él por “Capital Intervención”, primera muestra individual de Eliana Otta

Publicado: 2015-08-02

Lima nunca va a dejar de narrar. Nosotros tampoco. Es posiblemente la única certeza que nos permita esta ciudad convertida en un monstruo que nos lleva sobre el lomo a pesar del sobresalto mutuo. Un mapa dibujado sobre las paredes de la sala Luis Miró Quesada Garland  se convierte entonces en un espacio contra el que podemos restregar el cuerpo y lo que traemos en él: los recuerdos de nuestros propios espacios ligados íntimamente a la ciudad, haciendo que lo que vivimos en ella tenga el tacto del preciso segundo posterior en el que todo se convierte en el pasado. La artista peruana Eliana Otta ha logrado que podamos tocar a la bestia que nos lleva, además de interrogarnos y pegar en el mismo mapa de Lima las respuestas a las preguntas que hace.  

Quizás, por lo menos para mí no hay modo de narrar Lima sin que sea algo personal. Cuando empecé a responder las preguntas en los posit´s para después pegarlos en el mapa gigante y a la vez tan pequeño de Lima, supe que me faltaba espacio o sobraban palabras. El sobresalto apareció, la ansiedad por el orden de cada cosa que volvía a poblar mi cabeza y claro, el mapa que Eliana Otta dibujó para todos los que queremos ver más de cerca esta ciudad. Últimamente me es difícil escribir. Muchos lo llaman bloqueo. Yo en cambio siento que habito un lugar en el que no reconozco casi nada a pesar de abrir los ojos como si pudiera morder con ellos. Parece diferente a un bloqueo. Cuando me es imposible escribir estoy más lúcida, pero bajo la impotencia de no poder hacer nada. Después de eso, solo me queda el pánico y camino por esta ciudad sin encontrarla, maldiciendo que no llueva.

Después de intervenir el mapa de Lima en la exposición de Eliana Otta, mi cuerpo volvió a todos los lugares de los que he escrito alguna vez. Por lo que creí conveniente responder el cuestionario aquí. Capital intervención pregunta y yo respondo:



Un lugar donde hayas tenido una experiencia emancipadora o de libertad

Cercado  

En Colmena hay un hotel barato al que acostumbro ir sola. Lo descubrí cuando recorrí muchas hostales para escribir sobre el 14 de febrero hace algunos años. De todos los cuartos que visité, éste se convirtió en un lugar para sacar del cuerpo y a modo de paréntesis a los viejos novios, amantes o grandes amores al lado de algo sucio y fascinante como lo son las hostales baratas. Ha sido usada por prostitutas, por amantes, por adolescentes, por todos los que también se convertirán en piezas frágiles que regresen para volverse aún más frágiles entre luces prostibularias, bajo la nostalgia y la frustración por no haber conservado suficiente locura.

Un lugar donde hayas visto algo que te confundió profundamente

San Borja   

Una mancha blanca sobre la tierra primero, después un par de zapatos de hombre y la puerta abierta de un station wagon. Regresaba del colegio caminando y en la esquina de mi casa me crucé con esa imagen. El hombre eyaculaba fuera de su taxi. Me miró y bajó la cabeza. Caminé de largo y no recuerdo haber tenido ninguna clase de reacción. Después solo escuché cómo el auto se alejaba. Tenía diez años.

Un lugar donde hayas padecido o hayas sido testigo de una injusticia

Lince  

Mi abuela debía comprar unas cortinas y estacionó en la avenida José Leal frente a una costurera. Eran alrededor de las doce del día. Yo debía esperarla sin hacer nada más que leer un libro. Tenía quizá ocho años. Lo que me sorprende ahora de mi niñez es la quietud con la que podía observar escenas horrorosas. Después de varios minutos de espera, dos hombres aparecieron en la vereda. Uno le decía al otro que le debía plata, que sino pagaba lo iba a cortar en pedazos. Recuerdo la cara, las facciones del otro, que gritaba asustado que no tenía plata, que unos drogos le habían quitado todo. Era un hombre viejo sin dentadura que miraba aterrado la cara de su agresor. Este lo tenía ya del cuello contra la pared. Pronto usó el cuchillo y le dio un gran tajo en la mano. La sangre salió disparada como si trepara por la pared. Cuando ambos hombres se dieron cuenta de que yo había abierto la ventana del carro para mirarlos, se sorprendieron. El del cuchillo se fue caminando y diciendo, “ya sabes ah, huevón” y el otro salió en dirección contraria. Yo me quedé viendo la mancha de la pared y en ella las miles de siluetas que se formaban. Lo injusto no era exactamente el ataque, sino la mirada fascinada a la pared que haría que después convierta en personajes perdidos en mi propia violencia a esos dos hombres.

Un lugar donde te has sentido plenamente cómodo manifestando tu amor

San Marcos 

No, no es un distrito, pero San Marcos es una ciudad pequeña, hambrienta de quienes estudian en ella. Cuando ingresé tenía diesisiete años y lo único que quería era ser un desastre. Claro que lo conseguí. El bosque de letras estaba ahí y cerca, saliendo, solo a unas cuadras el Sky, uno de los bares que rodeaban la universidad mejor que la policía. En San Marcos, usando el bosque de letras de hostal, fumadero y demás encontré la manera de manifestar mi amor, como lo pregunta Capital Intervención. No eran los chicos con los que faltaba a clases, sino la misma desesperación por escribir sin nada más de lo que tenía en el cuerpo: el desastre, la rabia, el sexo, el miedo y también  uno que otro amor de carne, falo y hueso.

Un lugar donde experimentes nerviosismo o emoción al caminar

La perla, Callao 

Emoción y nerviosismo. Este es sin duda un lugar muy peligroso. Llegué ahí siguiendo el último paradero de la lَínea 97 que sale de San Juan de Lurigancho -entre los cementerios- ingresa por las avenidas Tacna, Bolivia, Tingo María -pasando por la plaza de la bandera-, Sucre, después por el mercado de Magdalena y, finalmente, ya en la avenida La Paz, dobla hacia una frontera entre ficciones muy personales y una realidad confusa que recupera personas y personajes. El último paradero de la 94 se sitúa en la parte trasera del colegio militar Leoncio Prado, en el Callao. Ahí no solo me asaltó la pasión por las historias narradas en La ciudad y los perros sino una obsesión por Huatica, la calle de putas que señala la estatua de Manco Capac en La Victoria. Y así buscando y rebuscando entre las luces que imaginaba de cuartos baratos llegué a saber de la tía Olga, a quien no conocí y que fue rechazada por sus hermanos y por ser justamente la puta de la familia. Su ruta empezó en Huatica, siguió por el Callao hasta terminar en Ayacucho, siendo enterrada en una fosa. Tenía tuberculosis.

Un lugar que te hace pensar en el pasado

Ventanilla. Callao. El aeropuerto 

Creo que los aviones son los que más recuerdos de infancia me traen. Mi madre, mi hermano y yo salimos de Ayacucho en el 86 en un avión de Aeroperú, para instalarnos en Lima en casa de mis abuelos. Antes de eso, lo más divertido era cruzar la pista del aeropuerto de Ayacucho, esperando a que los aviones pasaran. Pocas personas lo creen, pero es cierto. Cruzábamos la pista como si fuera una avenida. Del otro lado nos esperaban los establos y muchas cosas más.

Un lugar donde debería haber un monumento que no existe (Y cómo debería ser)

Cercado

En alguna esquina entre la avenida Tacna y la calle Callao (la esquina del atraso menstrual) en el Centro de Lima pondría el monumento de una mujer con un letrero que diga "aborto legal y seguro para no morir".

Un lugar que te hace imaginarte y preguntarte sobre el futuro

Magdalena

Siempre me pregunto si la encontraré. Hace unos diez años una mujer me pidió ayuda en la calle. Estaba perdida y tenía retraso mental. Asumiendo que la ayudaría, después de visitar varias comisarías terminé internándola en el Hospital psiquiátrico Víctor Larco Herrera, de donde desapareció sin que nadie confirmara siquiera que estuvo internada ahí.


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Redacción mulera

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