Esta no es una crítica gastronómica, tampoco una crónica inconclusa, mucho menos un artículo informativo. Esta es la historia de un sueño en construcción, como el de cualquier ser humano, que cuando cierra los ojos ya echado en su cama, no descansa. En la oscura noche, siente materializar sus deseos, los convierte en objetivos y les da vueltas hasta sentir que está a punto de lograrlo solo con el pensamiento. También es una historia de amor, pero de uno que se comparte y se divide. Un sueño francés en Lima, que no solo anhela, si no que también ama, con total entrega y pasión. 

Simon Vacher es un francés que hace 10 años trabajaba haciendo consultorías y optimización de procesos en grandes empresas europeas. Él procede de una familia muy cercana a la gastronomía, su madre y tíos están ligados directamente a ella. Sin embargo, él decidió ir por un camino más seguro, en el 2005 estudió marketing, en Australia. En la facultad conoció a una joven peruana llamada Jeimy, con quien durante tres meses desarrolló un romance entre proyectos y estudios, algo que el tiempo y la distancia terminó por separar. 

Al cabo de un año, Simon no quiso perder la oportunidad de verla una vez más y vino a Lima. La búsqueda de seguridad laboral lo hizo regresar a Francia, para trabajar en IBM, mientras que Jeimy hizo lo propio y se quedó a formar su propio negocio en Lima. Desde entonces, los dos, dedicados a su proyectos y trabajos, gozaban de verse cada dos años. Sin embargo, las decisiones racionales no siempre terminan triunfando, lo emocional poco a poco va carcomiendo la razón, algo que tarde o temprano Simon y Jeimy sabían que pasaría.

En el 2013, Jeimy decide visitar por un tiempo más prolongado a Simon, en París. Luego del gran tiempo que pasaron juntos, el ahora consultor de IBM no pudo dudarlo más y decidió mudarse a Lima. Empujado, además, por el sueño de montar una empresa propia. Ahora Simon podría realmente satisfacer sus deseos más profundos, amar de cerca a Jeimy y retomar su pasión por la gastronomía, continuando con su legado familiar.

Luego de seis meses de estudios del mercado limeño, llegó- entre otras conclusiones- a que nuestra capital carece de una panadería de calidad, una especializada , como las que hay en Francia.

Simon se contactó con Henri Poch, tercera generación de grandes panaderos franceses, luego de muchas pruebas con distintos tipos de harina logró estandarizar los panes. Sin embargo, Poch le aconsejó tener un panadero permanente, alguien de suma confianza como lo era Alexandre Zagata. Simon automáticamente viajó al sur de Francia, donde convenció a Alex, quien además de panadero es nutricionista, para venir a Lima.

Luego de esto, Simon, quien tenía pensado fusionar los insumos locales para preparar nuevos sabores de pan, comenzó la búsqueda de un panadero peruano. Mediante un amigo chef francés que dictaba clases en Lima, le recomendó a su mejor alumno, el arequipeño Damasino Ancco. Simon no lo pensó dos veces, se reunió con él y con solo contarle el proyecto el cheff arequipeño aceptó de inmediato. Ahora Simon tiene su equipo completo y listo para hacer el mejor pan. Algo que viene haciendo desde el pasado mayo, gracias a la correcta y transparente gestión de la Municipalidad de Surquillo. Después de haber escuchado que existen tantas trabas jurídicas para la creación de un negocio en nuestro país, se vio sorprendido con lo rápido que fue el proceso en Surquillo, pues solo le bastó 3 semanas licitando su local. Así comprobó que tener los papeles en regla, además de una buena disposición, es lo necesario para lograr que las cosas sucedan.

Simon se casó este año con Jeimy en Lima, algo que significa también un matrimonio con nuestra capital y La P'tite France. No cabe duda que es un gran soñador, pero para soñar hay que amar apasionadamente. Algo que nos consta, Simon goza. Ya lo vimos dejar su país por lo que son sus dos grandes amores, su esposa Jeimy y la panadería. 

¿Dónde? Jr. Gonzales Prada 599, Surquillo