Alexander Litvinenko fue un ex espía del servicio de inteligencia ruso que, se presume, fue asesinado por realizar acusaciones directas en contra del actual presidente y su ex jefe de Inteligencia, Vladimir Putin. A pesar de que las investigaciones recién han empezado, Rusia ya se pronunció y se desligó del tema completamente. 

El crimen

Era un día de otoño del 2006 cuando Litvinenko se dirigía a encontrarse con sus excolegas de inteligencia rusa en el conocido Millennium Hotel en Mayfair, centro diplomático de Londres. Ya en el lugar, se tomó un té con Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun, en ese momento sus contactos de negocios. 

El té estaba envenenado con polonio radiactivo y tan solo 22 días después, murió por una falla en su sistema inmune. 

Alexander Litvinenko. Fuente: scrapetv.com

Los 22 días de agonía

Alexander Litvinenko empezó a sentir molestias en las horas siguientes de dejar el hotel. Dos días después ingresó al hospital con mucho dolor, naúseas y vómitos. Nunca más se recuperó. 

Le dijo a sus doctores que probablemente había sido envenenado. Ante esta acusación se recurrió a la Policía Metropolitana de Londres, sin embargo no pasó mucho tiempo para que Peter Clarke, el encargado de la división antiterrorista, se enterara de su caso: 

"Un colega vino a mi oficina y me explicó que –en un hospital del norte de Londres- había un hombre contando una historia extraordinaria. Decía que era un exmiembro de la agencia de inteligencia rusa y que había sido envenenado por sus excolegas". 

Ciertamente Litvinenko tenía síntomas de envenenamiento radiactivo pues se le había caído el pelo. Sin embargo, tras someterlo al contador de Geiger, un test que mide la radiación, sus resultados fueron negativos. 

A pesar de esto, se encontraba en una situación crítica aunque nadie supiera por qué. 

Dos semanas después, fue transladado al University College Hospital para someterlo a cuidados intensivos. Aquí se dieron cuenta que sus niveles de glóbulos rojos estaban muy bajos y que su sistema inmune estaba prácticamente destruido.

Amit Nathwani, un hematólogo que integraba el equipo médico de Litvinenko, afirmó:

"Sus órganos vitales comenzaron a ser destruidos en un patrón secuencial. Primero su hígado, luego rápidamente sus riñones y su corazón. Estábamos en una carrera, tratando de descubrir la causa antes de que otros órganos fueran atacados". 

Así pasaron 18 días en los cuales no se había descubierto la causa de su estado. Es ahí donde decidieron agotar el último recurso y mandar una muestra de orina y sangre al centro de desarrollo nuclear de Aldermaston, una institución ultra secreta. 

Los científicos del centro que estaban acostumbrados a tratar con armas nucleares, usaron su experiencia para buscar restos de veneno radiactivo en las muestras. 

En un primer momento usaron una herramienta llamada espectroscopia gamma, una técnica que busca elementos radiactivos que emiten rayos gamma. Los resultados fueron negativos con la excepción de un pequeño aumento en los niveles de base. 

Un científico que había trabajado en la primera época del programa de bombas atómicas de Reino Unido, escuchó por casualidad la discusión de sus colegas. Al momento pudo reconocer de qué se trataba. Ese pequeño aumento de rayos gamma indicaba la presencia de polonio-210, un elemento esencial en la elaboración de las primeras bombas nucleares. 

Todo cobró sentido. La radiación no había sido reconocida pues el polonio-210 emite una fuerte radiación de rayos alfa, pero una muy ligera, casi nula, de rayos gamma. 

Cabe resaltar que este elemento es 100% mortal. Al ser ingerido destruye todas las células del cuerpo. Es así que, al tomar el té, Litvinenko había firmado su sentencia de muerte. 

El 23 de noviembre, solo un día después de descubrir la causa de su envenenamiento, el ex espía murió. 

La huella del polonio

Ante esta situación las autoridades británicas empezaron a mostrar una gran preocupación pues se dieron cuenta de que Londres había sido el centro de un ataque radiológico

Marina Litvinenko, la esposa, tuvo que dejar su casa en tan solo 15 minutos, pues el peligro de envenenarse con polonio era una realidad. 

Marina Litvinenko. Fuente: theguardian.com 

Los Cobra, el comité de contingencia civil británico, se reunieron múltiples veces en el transcurso de una semana para pensar cómo cerrar los hoteles contaminados sin crear un pánico colectivo. 

Por su lado, la Policía Metropolitana tenía a más de 100 efectivos trabajando en el caso. Peter Clark señaló que más de 40 lugares estaban contaminados:

"Encontramos polonio en aviones donde viajaron los involucrados en esta investigación, en un estadio de fútbol, en restaurantes y hoteles. Obviamente el público estaba considerablemente preocupado".

Los sospechosos

El rastreo del polonio comenzó el 16 de octubre con Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun. El restaurante donde se habían encontrado por primera vez con Litvinenko en un intento fallido de envenenamiento, también estaba contaminado.

Andrei Lugovoi. Fuente: businesspundit.com

Ambos hombres pasaron la noche en el hotel Best Western de Shaftesbury y en ambas habitaciones también habían rastros de polonio.

Luego volvieron a Rusia.

Lugovoi es el principal sospechoso del asesinato. Este retornó a Londres el 25 de octubre y la habitación que ocupó, esta vez en el hotel Sheraton, también mostraba contaminación radiactiva. 

Por su parte Kovtun, voló de Moscú a Hamburgo el 1 de noviembre. Nuevamente los rastros de polonio fueron encontrados en la ciudad alemana. 

Dmitry Kovtun. Fuente: theguardian.com

Ese mismo día se reunieron los tres protagonistas de la historia en el Pine Bar del Hotel Millennium, el área más contaminada de todas. 

Las cámaras de seguridad del hotel captaron a ambos sospechosos yendo al baño antes de que llegara su víctima. Lugovoi tenía la mano en el bolsillo del pantalón (¿tendría el veneno allí?) 

Él dice que no, pero por el análisis del lavamanos, del secador de manos y de la puerta del cubículo del baño resultó muy contaminado con polonio

El objetivo del asesinato

En el 2007, Ken Macdonald, el director de la Fiscalía Pública de Reino Unido, anunció la presentación de cargos por asesinato contra Logovoi. Se pedía que lo extraditen de inmediato. Tres años más tarde se hizo lo mismo con Kovtun. Macdonald señaló:

"Esta no fue una muerte al azar, esta es una muerte con un propósito muy claro, una muerte con involucramiento de Estado".

¿Cuál sería el papel del estado ruso en este caso?

Pues no hay prueba más contundente que la elección del veneno

El polonio-210 solo se produce, en las cantidades necesarias para un asesinato, en la planta de Avangard, Sarov.

Sarov fue la ciudad rusa donde se creó la primera bomba nuclear de este país. Es un claro vínculo de relación con el Estado. 

Pero cabe preguntarse, ¿puede el crimen organizado haber obtenido por su cuenta el polonio sin la autorización de las autoridades rusas? Pues Norman Dombey, un físico con grandes conocimientos de los establecimientos nucleares rusos, fue contundente:

"Todo lo que tiene que ver con el polonio-210 está regulado por el Estado. Desde su distribución hasta su uso". 

Las razones

En la época en la que Litvinenko trabajaba en la agencia de inteligencia rusa, Vladimir Putin ocupaba el cargo máximo de la institución.

En 1999 fue juzgado por asalto y robo de explosivos. Se defendió diciendo que el caso fue fabricado. El tribunal lo absolvió, pero rápidamente, como queriendo demostrar su poder, lo arrestaron nuevamente. 

vladimir putin. Fuente: luggageonline.com

Pasó casi un año en la cárcel y uno de sus amigos, preocupado por su bienestar al salir de la prisión, visitó a un general ruso para preguntarle si Litvinenko se encontraba a salvo:

"Me dijo que Litvinenko era un traidor y que eso en la organización se castigaba con la muerte. Que si él se lo encontraba en un callejón oscuro, lo mataba con sus propias manos". 

Al siguiente año, huyó al Reino Unido con toda su familia y trabajó como consultor de seguridad para inversionistas interesados en Rusia. 

Colaboró con el servicio secreto británico y además con Boris Berezovsky, un duro crítico de Putin. 

Sin embargo, estas no fueron las razones para su asesinato. Según una fuente ligada estrechamente al servicio de inteligencia británico, Litvinenko habría cometido dos faltas que no le gustaron para nada a Putin.

La primera tenía que ver con su libro "Rusia dinamitada". Aquí se hablaba del ataque terrorista que mató a cientos de rusos en 1999 perpetrado por chechenos.

Litvinenko tenía otra versión: el servicio secreto ruso colocó la bomba para culpar a los chechenos e iniciar una nueva guerra. 

La segunda razón tenía relación con un artículo que publicó por internet en el 2006 donde acusaba a Putin de pedofilia. Este fue elaborado después de que el hoy presidente ruso besara el estómago de un niño.

El fin de la pelea y el inicio de la investigación 

Marina Litvinenko ha luchado arduamente para que el caso de su esposo sea investigado como corresponde. Es así que ocho años después de su muerte, Robert Owen, jefe de la investigación, afirmó que el responsable del crimen es el Estado ruso.

Ante tal acusación, el país negó rotundamente su vinculación con el tema. 

Andrei Logovoi es actualmente parlamentario, lo que le da inmunidad para ser juzgado. Como si fuera poco, este año fue condecorado por Putin por sus servicios a la patria. 

Por su parte, Dmitry Kovtun trabaja como asesor de negocios y se supone que daría su testimonio esta semana, sin embargo desistió a último minuto, argumentando que no tenía el permiso de las autoridades de su país. 

Es de esta manera que el misterio solo podrá ser revelado a fin de año, cuando se publiquen los resultados de la investigación. Por lo pronto, esta tiene el carácter de secreta y se da en sesiones estrictamente cerradas.

¿Podrá Rusia librarse del crimen?

(Foto de cabecera: theguardian.com)