En Argentina, un artículo del periodista Horacio Verbitsky en el diario Página12 ha causado revuelo: en la nota critica duramente a Mauricio Macri, jefe de Gobierno de Buenos Aires y precandidato a la presidencia del país, por la forma en que toca y abraza a una niña en un spot que el propio político utiliza para su campaña.
El video es este:
En este contacto físico entre Macri y la menor se percibe, en efecto, cierto forcejeo debido a la timidez de la menor, quien le cuenta que vende rosas para comprarse una bicicleta. Verbitsky ve en esto una visión ligera del trabajo infantil y falta de "sensibilidad contemporánea ante la pedofilia".
"Es la pieza más bizarra de propaganda política en el siglo XXI, a 45 días de la marcha Ni una Menos contra la violencia de género. Macrì está sentado en el patio de ladrillos de la casa que Alicia y Marcelo comparten en La Matanza. El personaje central es la hija de la pareja, Sheila, que aparenta unos diez u once años. Con una de sus manos apenas por encima de la cintura de la nena, Macrì la atrae hacia sí, mientras la interroga."
Y la descripción detallada que hace el periodista es, desde luego, perturbadora:
"Macrì la toma con más fuerza de la cintura, se la sienta sobre su falda y le acerca el rostro, mientras con la mano izquierda le palmea las piernas. [...] Siempre sentada sobre su falda Macrì aferra a Sheila por la cintura con su mano derecha, con la izquierda toma y acaricia la mano de la nena, que no puede moverse. [...] Macrì toma a la nena de la cabeza, la acaricia y dice con énfasis: 'Ayyy, qué trencitas que tenés'. Se coloca de pie a espaldas de Sheila y con sus dos manos en el pecho de la criatura la atrae de modo de apoyarla contra sí".
Según Verbitsky, hay otro spot en la cuenta oficial de Macri en Youtube en el que también intimida a dos mellizas de seis años: "¡Qué lindas son, qué lío les van a hacer a los varones ustedes!”, les dice. Mientras las pequeñas miran al piso, les plantea “el juego que hago con mis hijas: la carrera de besos. Cada una me da besos en un cachete, a ver quién me da más besos rápido”. Finalmente, ninguna niña acepta la propuesta.
Verbitsky concluye diciendo que "la sensibilidad contemporánea no admite este trato intrusivo con los niños ni la perturbadora ambigüedad de esos toqueteos a dos manos".
La polémica está servida.