En agosto de 1997, el premio Nobel de Economía Milton Friedman escribió en la revista Project Syndicate el artículo The Euro: Monetary Unity To Political Disunity? en el que escribió: "Pienso que el euro creará tensiones políticas, convirtiendo unos desequilibrios económicos que se podrían resolver acomodando el tipo de cambio en cuestiones políticas que dividirán a los países". Cinco años antes de que empezara a circular la moneda comunitaria.

Lo dijo claro: "El euro ha sido una creación motivada por la política, no por la economía. El objetivo ha sido unir a Alemania y Francia para evitar guerras futuras, y de este modo sentar las bases de un futuro Estados Unidos de Europa". 

Y se acercó un poco a la teoría antropológica: "El mercado europeo plantea una situación poco favorable para crear una divisa común. Está compuesto por naciones separadas, cuyos residentes hablan lenguas diferentes, tienen diferentes costumbres, y sienten mucho más apego y lealtad hacia sus propios países que hacia la idea de una única Europa. Además, a pesar de ser un área de libre comercio, los bienes y capitales se mueven con menor libertad que en EEUU".

En ese momento, Friedman fue criticado por defender la inflación como sustitución a los impuestos, y considerado un pesimista. Y luego de que los mercados se entusiasmaran con el inicio de la circulación de la moneda, él no se quedó callado: "El euro se encuentra en su luna de miel. Yo espero que tenga éxito, pero lo cierto es que las expectativas son muy bajas. Las diferencias económicas entre países se irán acumulando y estos shocks serán un problema". 

Hoy, en medio de la crisis económica griega, la caída del euro y de los continuos intentos del Banco Central Europeo por revertir la coyuntura financiera de esa región, los medios financieros europeos han recordado las opiniones de Friedman y las consideran premonitorias.