Yoshiro Chávez Villegas (1969) nació  en La Convención, en plena selva cusqueña. Al poco tiempo viajaría a Arequipa. Luego, cuando era adolescente, se trasladaría a Lima. Como muchos autores peruanos, este escritor ingresó a las aulas universitarias para estudiar Derecho. Lejos de alejarlo de la Literatura, esta profesión le dio un acercamiento privilegiado a los conflictos que se generan entre las personas a partir de intereses amicales, sociales y económicos. 

Chávez inaugura su carrera como escritor, al menos formalmente, en la Feria Internacional del Libro de Lima el jueves 23 de julio en la sala Ciro Alegría (5 p.m.). Ese día presentará su primer libro El amor es un abismo que viene hacia nosotros (Summa, 2015). Los comentarios estarán a cargo de Pedro Novoa, Harold Alva y Eduardo González Viaña. 

foto: tomada de facebook del autor

Luego, una hora después, habrá una firma de libros en el stand de la editorial (141).

Como preámbulo a estos eventos, LaMula.pe tuvo una breve conversación con el escritor.


Tienes una carrera como abogado. ¿Cómo congeniaste el derecho con la vocación de escritor?

Tengo una carrera como abogado que, a mayor afectación contra el oficio de escribir, la ejerzo. Sin embargo, dos horas de la mañana y en horas de la noche hasta que el sueño se impone, trabajo. Escribiendo, corrigiendo, leyendo, informándome de la realidad y dando rienda suelta a la imaginación. Pero no es difícil entender que el derecho también es útil para el escritor. Desde el derecho en sí, como en los hechos jurídicos concretos y prácticos. Vienen casos que son relaciones de todo tipo y materias, donde no solo lidian los intereses económicos, enfrentan a familias, a esposos, a socios-amigos, quienes han visto fracasados grandes lazos de afectividad. Allí hay materia prima y ves también una realidad cuasi literaria.

Viviste tu infancia en Arequipa y luego viniste a Lima cuando eras adolescente. ¿Cómo afectó tu escritura el tránsito entre estas dos ciudades que, a su vez, son muy literarias?

Nací literalmente en La Convención (Cusco), pero lo dices bien, viví mi infancia pero también mi adolescencia en Arequipa hasta terminar la secundaria; luego me vengo a radicar a Lima y aquí estamos. No hubo afectación alguna. Todo lo descubrí en Lima. La literatura no existió ni la busqué allá; pero allí crecería el personaje-narrador que me secunda en muchos trabajos. Y claro, luego ya sabemos lo que Arequipa y Lima representan para la cuna de escritores del Perú. El oficio de escribir entonces nace en Lima. Y si hay alguna afectación solo debe ser una punzante añoranza de mis primeros años.

En tu ópera prima abordas el (des)amor, un tema muy trabajado en la literatura universal. ¿Cómo evitar caer en los clichés y al mismo tiempo encontrar un registro personal?

Creo que abordo el amor que se sufre, antes que el desamor. Esos lazos, que yo llamo abismos en el título, son lazos de amor. Casi ninguno de los personajes deja de intentar conseguir la correspondencia de un amor, la mayoría lo consigue o termina consiguiéndolo con desenlaces trágicos; quizá sería bueno que aquellos intentos sean menos sufribles, menos negros. Los personajes se cuestionan, dan cara a las circunstancias de sus realidades, están curtidos, pero quién no quisiera sangrar menos por el precio del amor. Algunos personajes también se meten en camisa de once varas, en ese caso ellos van al abismo; en los otros casos, el amor es un abismo que viene hacia ellos. Los temas en la literatura en general son inagotables aunque giren en torno a historia análogas. No hay que tener miedo de arriesgar en abordarlos; sería como tener miedo a vivir, porque otros ya vivieron similares experiencias. El riesgo de caer en el cliché es verídico. Entonces intento abusar un poco de la forma para poner los matices, lo denso, lo barroco. Y eso de encontrar un registro personal no es una pretensión, una búsqueda manifiesta que persigo, quizá sea una consecuencia que pueda llegar otorgada por la honestidad al momento de enfrentar los trabajos.

¿Cuántos años te demoró escribir este libro? ¿Cuántas veces tuviste que reescribir tu primer borrador?

Los trece relatos fueron escritos inicialmente en mi etapa universitaria, te hablo entre 1988 y 1995. Hay fragmentos añadidos tiempo después. Estuvieron durmiendo el sueño de los justos; quizá los venía corrigiendo cada cierto año cuando la curiosidad me daba en releerlos. Nunca he tenido vocación de querer publicar, escribo para reescribir recreándome principalmente. Pero reescribir para publicar lo hice ya de viejo, con 46 años, cuando tuve el atrevimiento de compartirlo con escritores de la comunidad literaria. Le había compartido a Pedro Novoa un texto, luego de leer Maestra Vida de su puño literario. Sentí la necesidad que fuera él el escritor-lector, que me pudiera sugerir algo. Hubo una empatía de primer grado. Luego Fernando Carrasco seleccionó 12 relatos de un universo de 35 quizá. De ese grupo yo hice mi propia selección, coincidimos en 11, y para no entrar en razones sumamos en 13 los relatos que se publicarían. Así, ya no sé cuántos borradores hubo desde aquellos años de cada uno de los relatos. Y jamás fueron abordados para estar juntos. Pero sin duda son de los años a los que hice referencia. Y están juntos por esa coincidencia.

En los cuentos de El amor es un abismo que viene hacia nosotros se percibe un descontrol de los personajes ante la presencia o el recuerdo de una persona amada (o deseada). ¿Por qué es tan atractivo llevar a los personajes hacia esta ‘irracionalidad’ a partir del deseo por el/la otro/a?

Quizá sea porque estoy casi convencido de que nadie tiene un control sobre la renuncia que finalmente no duela, al menos un poquito, ni a los amores pasados, ni a los imposibles, ni a los prohibidos, ni a los inmerecidos, etc; y que, en el hecho de intentar la renuncia, cunde de pronto una gigantesca irracionalidad porque deviene en imposible. La presencia y el recuerdo son consustanciales, ¡cómo renunciarlas! En la piel del viejo a la cicatriz no lo saca la ciencia. Por eso los personajes repasan su presencia, su ubicación actual, su radio de acción, recuerdan y recuerdan con intensidad; incluso los personajes esquizofrénicos que he abordado en algunos relatos. Entonces es un misterio de la vida entender cómo no se puede dejar de amar hasta lo que se ha perdido. Que sea atractivo no sé; pero me resulta inquietante. En esos casos la “irracionalidad” pareciera la regla.

notas relacionadas en lamula.pe:

Para pensar el país: Hoy se presenta 'Perú hoy. La Divina Tragedia'

Hoy: Presentación de 'Ultraviolentos. Antología del Cuento Sádico en el Perú'

Daniel F. ofrecerá concierto en la FIL Lima 2015