Nadine Heredia ya no quiere quedarse callada. Quizá y ya ha descubierto que hablando la van a criticar tanto como sino lo hiciera y ya no se guarda ni una sola respuesta. Pero esta vez no solo ha salido a defender sus críticas a la Comisión que investiga los vínculos de Martín Beaunde Lossio a través de Twitter o en el Hall de los Pasos Perdidos con todos sus congresistas. Esta vez ha ido directo a la yugular del 'diario más importante' del país.

A través de una carta enviada al director periodístico de El Comercio, Fernando Berckemeyer, la Primera Dama responde al editorial del decano del jueves 16 de Julio, donde con el título "Teatro como en el teatro" se critica la 'victimización' a la que estaría incurriendo a propósito del alboroto mediático generado por la famosa pregunta de Marisol Pérez Tello a Rodrigo Arosemena.

Heredia Alarcón no solo llama indirectamente 'desinformado' a Berckemeyer sino que se permite a través de la extensa misiva, despacharse dándole unto por punto las razones por las que el trabajo del grupo presidido por Marisol Pérez Tello ha violado el debido proceso y se encuentra investigándola de algo que ni sus propios miembros saben explicar.

"Si usted piensa que me equivoco, si usted cree que mi derecho a defenderme de ese chisme prescribió hace dos semanas o hace un mes, o si usted cree que al hablar sobre eso públicamente me estoy «victimizando» porque el hecho original ocurrió en privado, entonces usted tiene que explicar en general por qué la mujeres que son agredidas o denigradas en privado están obligadas a defenderse sólo en privado, sin alzar la voz, o por qué no tienen derecho a hacerlo después de unas semanas o después de unos meses. Pero sinceramente creo que más fácil que defender ese sinsentido será para usted rectificarse y enmendar y asumir una posición más justa y menos parcial".

¿Se atreverá El Comercio a responderle? ¿Compartirá la carta teniendo en cuenta que fue recibida el viernes 17? Por lo pronto Heredia no esta dispuesta a esperar y darles un margen de tiempo para que presenten una respuesta rebuscada que los justifique, así que ya se encargó de viralizar el texto a través de su cuenta en Facebook. Aquí al completo:


Lima, 17 de julio de 2015

Sr. Fernando Berckemeyer Olaechea

Director Periodístico de El Comercio

En la editorial de El Comercio del día jueves 16, usted se ha referido a las críticas que realicé al trabajo que viene desarrollando la Comisión parlamentaria que investiga a Martín Belaúnde Lossio (MBL).

Cabe precisar que el documento al que usted se refiere como si fuera mi citación para declarar ante la Comisión, no es la citación sino el oficio en el que se me comunicó que había pasado a la condición de investigada. Me causa extrañeza que el diario que usted dirige sólo haya tenido acceso a dicho oficio (ya que lo cita textualmente) y no a la documentación adjunta al mismo. Ambos documentos circulan por los medios de comunicación y en redes sociales desde hace días. Con sólo solicitarlo a alguno de sus colaboradores, estoy segura de que podrá contar con la información completa y revisarla en detalle. De ese modo podrá escribir con objetividad una editorial que rectifique los errores de la anterior.

Usted hace una firme defensa de la presidenta de la Comisión. Creo que su defensa está desencaminada y quiero explicarle por qué. Mi crítica a la Comisión y a su presidenta se debe a su incapacidad y a su profundo desconocimiento del mandato que le dio el pleno del Congreso así como a la forma en que ha utilizado ese mandato para llevar la Comisión en direcciones que no le corresponden.

Paso a sustentar las razones:

En el documento en el que se notifica mi pase a condición de investigada, según los criterios dados por la misma comisión, no se señala cuál es el hecho que se me imputa que esté relacionado con el objeto de la investigación. Ahora bien, ¿cuál es el objeto de la investigación? Se lo recuerdo: las actividades ilícitas que habría efectuado Martín Belaúnde Lossio para obtener irregularmente contratos a favor de empresas vinculadas a él. Ese es el mandato que estableció el pleno del Congreso. La Comisión podría señalar, por ejemplo, si hice gestiones a favor de MBL, o cuáles fueron esas gestiones, o a qué funcionarios recomendé o qué contratos gestioné en favor suyo. No lo hace porque no hay nada que señalar. Si existieran, esos podrían ser «hechos relacionados» con la investigación. Si no hay indicio alguno que les sirva siquiera para imputarme nada semejante, lo justo sería que me excluyeran de esa investigación, por respeto al debido proceso, y no, como han hecho, que me pasen a la condición de investigada.

Mucho menos se precisa el supuesto delito o infracción administrativa que yo habría cometido, afectando así mi derecho a la defensa. Es obviamente impropio someterme a una investigación sin decirme de qué debo defenderme. Esa vulneración de mi derecho constitucional se profundiza al pasar a la condición de investigado al abogado que ejerce mi defensa, Eduardo Roy Gates.

Adicionalmente, la violación al debido proceso ha traído consigo la arbitrariedad en las preguntas de la Comisión, que escapan del marco que el pleno del Congreso les ha conferido. Cuando los congresistas miembros de la Comisión van más allá del mandato del pleno, para preguntar por otros temas no vinculados, yo les recuerdo que todos estamos obligados a respetar ese mandato. Un marco que impone límites y que al transgredirlo se rompe con el debido proceso. De verdad, ¿usted cree que la comisión y su presidenta tienen “dominio de la materia” como ha señalado?

Los miembros de la Comisión, empezando por su presidenta, han desfilado por los medios de comunicación para sostener al unísono que yo «no colaboro» con el trabajo de la Comisión. Incluso, extractos descontextualizados de mis declaraciones en la primera citación reservada fueron filtrados a la prensa. Eso, evidentemente, implica una mayor vulneración del debido proceso. Todos los miembros de la Comisión saben que los únicos que pueden hablar públicamente sobre una sesión reservada son los investigados y su defensa. La filtración de lo que ahí se discuta, documentos y audios reservados se ha convertido lamentablemente en una frecuente práctica parlamentaria, nunca sancionada a pesar de ser ilegítima, y nunca investigada tampoco por la prensa, que con lamentable frecuencia se alimenta de ella. Nada de eso la hace menos ilegítima ni menos sancionable. A esto usted le llama ¿“discreción y puntillosidad”?

Al no contarse con elementos comprobables ni habérseme notificado los argumentos que justifiquen mi pase a la condición de investigada, lo único que se me ocurre es que la Comisión está llevando a cabo un plan trazado desde antes, y que se hizo transparente en la primera citación a la que asistí en condición de invitada, cuando el congresista Mulder, para prolongar el show mediático tanto como fuera posible, expresó su deseo de que se me pasara a la condición de investigada para levantar mi secreto bancario y mi secreto tributario.

Aunque usted le ha dedicado sólo dos párrafos de su extenso editorial a la parte legal, estoy segura de que su formación jurídica le permitirá constatar la ligereza, falta de argumentos y poca pericia con la que viene actuando la referida Comisión.

El segundo punto que usted aborda en su editorial está relacionado con la pregunta que formulara la señora Pérez Tello a Rodrigo Arosemena. Usted señala que la pregunta realizada al mencionado señor le parece pertinente. Concuerdo con usted. La pregunta que cita entre comillas literalmente, es pertinente. Pero esa no es toda la intervención de la congresista, señor, y sus lectores tienen derecho a saberlo, y ya que usted no informa sobre ello, permítame que lo haga yo: hay ocho líneas enteras de la transcripción en las que Pérez Tello se dedica a dar vueltas en torno a un chisme. «Quisiera que entienda que el contexto de mi pregunta es ese», dice Pérez Tello. Y Arosemena responde que él se ha visto mortificado mucho con los chismes. El contexto, entonces, es evidente: Pérez Tello está haciendo una pregunta referida a un chisme insustancial, bajo, denigratorio y barato, completamente ajeno al objetivo de su investigación. A usted le parece que acusarla de que esa pregunta está fuera de lugar es injusto y le parece que el trabajo de Pérez Tello y de la Comisión es ejemplar y brillante. A mí me parece vergonzoso que una Comisión siente el precedente de que las investigaciones parlamentarias pueden incluir entre sus datos a investigar rumores denigratorios porque ahora constan en actas del Congreso de la República.

Yo no tengo memoria de otra comisión parlamentaria en la que se le haya preguntado a un invitado acerca de habladurías, rumores infundados y chismes de carácter personal y absolutamente desligados del tema de investigación. Es un absurdo decir que la pregunta era necesaria para «deslindar» con el chisme. Y Pérez Tello la ha introducido a los archivos del Congreso. Pero más triste es afirmar, como también hace usted, que si una mujer denuncia la repetición del chisme lo que está haciendo es victimizarse. Mi carácter me impide sentirme víctima, pero es innegable que soy objeto de ataques cada vez más arbitrarios. Y como Primera Dama no puedo olvidar que hay millones de mujeres en el Perú que son víctimas constantes de todo tipo de agresión y que una de ellas es la destrucción gratuita de sus reputaciones. Me apena ver que un medio de prensa como el que usted dirige habla de «victimización» y acusa a una mujer por defenderse de habladurías y chismes enteramente falsos sobre su vida privada.

Dice usted, que acudí con una “indignación extemporánea” al Congreso. Yo sostengo, que una mujer denigrada puede defenderse en el instante, o una semana después, o un mes después, o un año o diez años después. Si usted piensa que me equivoco, si usted cree que mi derecho a defenderme de ese chisme prescribió hace dos semanas o hace un mes, o si usted cree que al hablar sobre eso públicamente me estoy «victimizando» porque el hecho original ocurrió en privado, entonces usted tiene que explicar en general por qué la mujeres que son agredidas o denigradas en privado están obligadas a defenderse sólo en privado, sin alzar la voz, o por qué no tienen derecho a hacerlo después de unas semanas o después de unos meses. Pero sinceramente creo que más fácil que defender ese sinsentido será para usted rectificarse y enmendar y asumir una posición más justa y menos parcial.

A mí también me preguntaron, como al señor Arosemena, cuántas veces y en qué circunstancias lo había visto. A mí, por supuesto, no me formularon esa pregunta con todos los adornos previos con que se la formularon a él. En mi cara, se avergonzaron de caer tan bajo y no aludieron a los chismes, porque sin duda sospechaban que yo no les iba a permitir que un infundio semejante fuera tocado en una comisión del Congreso y que constara en actas para la posteridad. Para usted esas cosas son un ejemplo extraordinario de brillante ejercicio parlamentario. En su consciencia quedará si usted lo cree de verdad; yo le estoy dando razones claras para que salga usted de ese error.

Atentamente,

Nadine Heredia Alarcón



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