Krisztina Simon es una húngara que estuvo recientemente en el Perú, visitando Lima, Nasca, Arequipa, Puno y Cusco. Como toda turista fotografió todos los impresionantes paisajes de sus destinos. Pero algo que le llamó mucho la atención fueron los murales y graffitis que vio en estas ciudades. 

"Me encantan los colores y las noches de verano", dice esta mamá que se dedica a la confección de disfraces. "Por eso cuando en el Perú vi los murales llenos de color no pude resistirme, tenía que fotografiarlos", cuenta. Y esas fotos las acompaña con una reflexión que comparte con LaMula.pe.

"La creatividad es propia del ser humano, estrechamente vinculada a la necesidad de expresión. Cada uno de nosotros desea dejar la huella de su mano, como testimonio de que nuestra existencia en este mundo ha sido única.

Hay muchos medios para lograrlo, uno de estos es el arte del graffiti. Hay a quienes les gusta, quienes no lo entienden, a quienes les es indiferente, y también quienes con mucho gusto no dejarían uno sin pasarle una pintura monócroma por encima.

Estas divergencias reflejan muy bien nuestra época: ambigua y compleja, pero también rápida, diversa, colorida.

Las imágenes pintadas en las paredes pueden ser interpretadas, explicadas, pero quizás no es lo más importante, ya que el significado de una obra de arte puede ser tan múltiple como las personas que vivimos en este mundo.

Es cierto que estas pinturas muchas veces transmiten mensajes: relacionados con el mundo del autor, con su época, o con su personalidad, pero lo peculiar de los graffiti es que viven en nuestro ambiente cotidiano, se desgastan junto al yeso de las casas de barrio que las cobijan, se cruzan en nuestro camino, y expresan también lo que somos como sociedad, por ello un día aparecen, otro día desaparecen."

(Las fotografías fueron tomadas en abril del 2015)