Ya estamos acostumbrados a que los congresistas de la República hagan lo que quieran -y protegiéndose entre ellos, desde luego-, pero cuando incluso aquellos que se encuentran sancionados se arrogan derechos, es porque estamos muy mal

Como informa El Comercio, son tres los parlamentarios suspendidos que buscan ejercer su voto por la Mesa Directiva este mes, a pesar de que no ha cumplido todo su castigo. El colmo.

Ellos son Heriberto Benítez (independiente), Víctor Grández (Fuerza Popular) y Víctor Crisólogo (Perú Posible), todos suspendidos por 120 días, pero que, amparados en el argumento de Benítez de que el reglamento del Congreso no les prohíben el voto, asistirán a la elección del 26 de julio.

Porque, claro, el mal ejemplo cunde. Siempre.

"El congresista Benítez ha hecho los oficios correspondientes y estamos esperando la respuesta. Si la respuesta es positiva, ¿por qué no ir a votar?", sostuvo Grandez con total desparpajo.

"Si la ley lo permite, tengo que cumplirla. No puedo faltar a la ley", dijo con aun más desvergüenza Crisólogo.

Y de Benítez ni hablar, pues es el principal impulsor de este 'derecho' y en las últimas semanas se ha paseado por el Parlamento de forma provocadora e incluso declarando a los medios pese a la poca autoridad moral que le queda tras su justificada suspensión.

Humberto Lay lo dijo claramente: "Deberían tener un poco de vergüenza, no pensar eso y aceptar su suspensión, pues esta ha sido decretada por el pleno del Congreso".

Pero de vergüenza poco saben nuestros padres de la patria.