Los cuyes y los adivinos. Las cábalas y los comerciales. El amuleto, la camiseta que perteneció al abuelo. Los amigos, el televisor de la casa, del restaurante o la radio en el taxi. Porque en 1975, un año después de que Alemania se alzara campeona del mundo, la bicolor se erigía como la mejor de Sudamérica. Y este lunes contra Chile, luego de que la selección alemana se alzara con su cuarta copa mundial, ¿por qué no?
En el 75 la pasábamos mal, y Chumpitaz reconoce que su mayor satisfacción fue darle una alegría al país, cuando en el 25' del partido definitorio, el "Cholo" Sotil, en su único partido del torneo, luego de escaparse de la prohibición de su entrenador en el FC Barcelona, y de la concentración, para abordar un taxi que lo llevó al aeropuerto del Prat con destino directo a la capital venezolana, nos dio el título con un gol en el área.
"A Perú no se le tiene confianza: se le tiene Fe", escribe Carlos León Moya:
"Finalmente, por más que intente pasar por cínico, no lo soy tanto. Veo atento los partidos de Perú, asumiéndome masoquista. Luego, me animo. De repente, estoy haciendo cálculos. Y así, como ahora, mi estado de ánimo queda atado al desempeño de un equipo. Y a pesar de todo, cada que ha jugado Perú en esta Copa América, he sentido esa vieja esperanza que no quiere irse, que vuelve para cobrarse una cuenta pendiente. Como un soldado herido que busca venganza".
Porque el lunes no alentaremos con calculadora en mano, pero sí con el corazón en la garganta. Once seleccionados, en una cancha foránea, jugarán contra una de las favoritas del campeonato, contra todo un Estadio, contra el fantasma del 4-0 en 1997, las caras de derrota, el llanto, el casi, lo mismo de siempre.
Por eso, "no puedo pensar en un deseo futbolístico más ferviente que la pequeña felicidad que traerá eliminar a Chile de su propia Copa América", confiesa Juan Carlos Ortecho:
"No puedo negar sin embargo que jugar contra Chile siempre tiene algo de especial y que alguna parte del hemisferio derecho de mi cerebro se estimula cada vez que veo a esas camisetas rojas con la estrella solitaria frente a los de la banda roja".
"Por eso, de alguna manera sigo sin entender –como cuando tenía tres años– por qué perder con Chile en una cancha de fútbol debe sentirse como una tragedia nacional. Es un partido de fútbol cuyo resultado me interesa de sobremanera. De hecho, aparte de ir al mundial después de 32 años, no puedo pensar en un deseo futbolístico más ferviente que la pequeña felicidad que traerá eliminar a Chile de su propia Copa América".
Este lunes juegan Guerrero, Cueva y Farfán; el soldado herido, la ilusión del niño de finales de los 90, aquel hombre cansado que lleva esperando 32 años. Porque sí, aún hay muchos problemas que resolver, como en el 75; pero que, justamente por eso, quizás también en el 25', una alegría (aunque pequeña) es lo que necesitamos.
(Foto de portada: Captura de pantalla)
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