“Hacer política”. Esta frase puede sonar un tanto vacía. La unión de dos palabras que pueden remitirnos –en nuestro país- a ‘negociados’ bajo la mesa, traiciones a un plan de gobierno o expresiones deplorables como las que solemos escuchar en tiempos electorales. Frases tipo “Nosotros matamos menos”. 

Pero una creencia extendida en una sociedad no hace, necesariamente, una verdad. Quizás la mejor definición de las dos palabras que inician esta nota la encontramos en Europa. A raíz de la crisis económica internacional, los ciudadanos del Viejo Continente salieron a las calles de sus añejas ciudades para exigir cambios profundos en la democracia. La política dejó la teoría y los libros para colarse en los edificios, en los callejones y en las plazas. De la indignación se pasó a la organización de colectivos. Luego llegarían las batallas para ser gobierno. Podemos (España) y Syriza (Grecia) ya clavaron las primeras banderas. Y ahora, en nuestro país, una nueva agrupación política quiere hacerlo también.

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Cerca de las tres de la tarde, en el local de Sindicato de Trabajadores de Telefónica (SITENTEL), en Santa Beatriz, jóvenes veinteañeros caminan de un lado a otro. En sus manos llevan chinches y afiches que colocan en las paredes de un pequeño auditorio. En el estrado, una gigantografía parece gritarle al asistente: Movimiento Sembrar.

A poco menos de un año para las elecciones generales –y en medio de una crisis política que tiene como protagonistas al Gobierno y a la oposición parlamentaria- un grupo de ciudadanos unidos por sus diferentes luchas –derechos civiles, políticas de salud (laicas), protección del medio ambiente y salarios más justos- han decidido fundar una organización política.

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Su cabeza más visible es Verónika Mendoza, la congresista que llegó al Parlamento para representar al Cusco con la insignia del Partido Nacionalista. Meses después, ella renunció a esa agrupación política por la traición de la hoy pareja presidencial al plan de la Gran Transformación que, entre otras cosas, declaraba la guerra al neoliberalismo. Mendoza expuso, en exclusiva para LaMula.pe, los planteamientos generales de Sembrar. Resaltó, entre otros aspectos, la necesidad de recoger las demandas sociales que se han expresado a través de movilizaciones a lo largo del país.

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En el inicio de la presentación, los miembros de Sembrar, luego de una pequeña ceremonia andina, repartieron semillas entre los asistentes. Una alusión al mensaje escrito en los polos blancos del movimiento: “Somos las semillas de la alegre rebeldía”.

“Poder popular”. Esta es la frase que se repitió una y otra vez, casi como un credo en el debut político oficial. Rosario Grados y Juan Carlos Giles, oradores del evento, declararon los lineamientos del movimiento que aspira a ser partido político.

"Nos queremos presentar como una organización conectada con nuestro presente.[…] Al mismo tiempo, compañeros, honrando y reconociendo nuestra tradición justiciera de izquierdas y de los movimientos sociales que han luchado por construir un país más equitativo. Y también una organización que tiene un horizonte de futuro y de transformación radical. […] Radical para nosotros es ir a las raíces… profundidad. Nos alejamos de esas lecturas que identifican radical con violencia", señala Giles.

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Pasadas las cuatro de la tarde, ante un auditorio lleno de personas de varias generaciones, Verónika Mendoza es solicitada para dar un pequeño discurso. Ante la mirada de sus corregionarios -e invitados como Salomón Lerner Ghitis, Marisa Glave y Alberto Adrianzén- la parlamentaria cusqueña coge el micrófono y recuerda las luchas ciudadanas contra la dictadura fujimorista, así como la resistencia de cientos de peruanos, en Bagua, contra la malévola doctrina de El Perro del Hortelano. La indignación, otra vez, se transforma en combustible para hacer política.

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"Hay una ciudadanía exigente, firme, responsable y comprometida que está dispuesta a luchar. Ello nos muestra que está germinando una revolución. Sí, una revolución con todas sus letras. Nosotros no le tenemos miedo a esa palabra. Pero una revolución de la gente, por la gente con la gente [..] Porque, por ejemplo, para luchar contra la corrupción enquistada en todas nuestras instituciones no bastan los discursos ni los maquillajes. Hacen falta reformas profundas",  remarca.

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Ningún analista político podría predecir el fracaso o el éxito de Sembrar. Lo que sí podemos decir es que estamos ante una propuesta de izquierda que parece haberse despojado del dogmatismo recalcitrante de décadas pasadas sin perder su identidad. Veremos si en los próximos meses, este nuevo movimiento político logra articular las demandas de una ciudadanía, que si bien se ha despojado de convicciones ideológicas, está molesta por las promesas incumplidas de quienes ofrecieron un país más equitativo (y no solo nos referimos a este Gobierno, por si acaso).

[Foto de portada: Facebook de Sembrar]

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