OLX es un consolidado negocio online de anuncios clasificados que tiene presencia en decenas de países. Y si bien en Lima de a pocos está cobrando cierta notoriedad –avisos en Facebook por aquí, vallas en las calles por allá–, su fundador y exCEO Fabrice Grinda, recientemente ha protagonizado una extensa y excéntrica historia en uno de los diarios más importante del mundo: el New York Times.

La fortuna de Grinda asciende a los US$ 100 millones. Hasta el 2012, llevó una vida cotidiana de lujo extremo: inmuebles en costosas zonas de Nueva York, autos deportivos e incluso un mayordomo al que le pagaba US$ 50.000 al año. Todo su capital lo amasó desde los últimos años de la década de los noventas, invirtiendo y echando a andar start ups.

De pronto, a fines de aquel año, Grinda tuvo lo que el Times ha calificado como una curiosa crisis de la mediana edad. Así, este emprendedor decidió vender buena parte de sus propiedades, abandonar su vida de hombre de negocios, para luego tomar una maleta en la que guardó 50 cosas y viajar por el mundo.

“Cuando la gente cumple 40 por lo general compra un reluciente auto deportivo. Nunca dicen ‘voy a dejar todas mis posesiones para enfocarme en experiencias y amistades”, afirma Grinda al New York Times.

Hace algunos meses, la Universidad de Cornell difundió un estudio en el que afirmaba que gastar dinero en experiencias produce más felicidad que gastarlo en objetos. El caso de este emprendedor es una muestra de ello. Pero también podría afirmarse que esta “locura” es consecuencia de la personalidad de Grinda, quien no luce como el tradicional hombre de negocios que solo cuenta su dinero.

En una entrevista telefónica para CNBC, realizada pocos meses antes que cambiara radicalmente de estilo de vida, la periodista Marie Catherine Wellons le preguntó qué desafío, una vez resulto, cambiaría el mundo. Grinda respondió: “Si pudiéramos vivir en un mundo con energía ilimitada y gratuita (o casi gratuita) sería algo revolucionario pues todas las limitaciones desaparecerían. No habría escasez de alimentos porque podrías cultivarlos en el desierto. Tampoco faltaría agua porque podrías desalinizar la del mar. Y parece que esto es algo que pasará en el siglo XXI”. No son palabras comunes en un hombre de negocios tradicional.

Lo peculiar de la aventura de Grinda es que, durante los primeros meses, se alojó en casa de amigos y familiares... quienes a los pocos días no aguantaron sus raros hábitos e ingenua desconsideración. El millonario tomó nota de estas reacciones y decidió seguir viajando, esta vez alquilando departamentos vía Airbnb o quedándose en hoteles lujosos. Y cuando quiere ver a su familia o amigos, los invita a fiestas que cuestan varias decenas de miles de dólares organizadas por él mismo.

"Mi hogar es donde yo estoy", afirma Grinda. "Y no importa si es la casa de un amigo, un sofá en medio de la jungla o un hotel en Manhattan. Pero me he dado cuenta que gran parte de la humanidad, especialmente las mujeres, no lo ven de esa forma", concluye.