¿Y si nos ponemos a pensar que en otros países la gente si está "educada" respecto a las actividades extractivas y que allá no causan problemas como en el Perú con la minería? ¿Es válido hacer estas comparaciones? Los contextos son diferentes. Pero el síndrome aspiracional parece haberse extendido hacia el tipo "prominero". Es decir, un grupo de "expertos" aspira a que los peruanos pensemos y actuemos como pobladores de otros países "más desarrollados", donde no hay conflictos con los proyectos extractivos porque la gente es más "educada". Veamos:

Esta idea se encuentra en la entrevista que brindó Carlos Santa Cruz, exvicepresidente de Newmont para América Latina, al programa Rumbo Económico. Santacruz contó su experiencia en Australia y Nueva Zelanda, y, a pedido del conductor Juan José Garrido Koechlin, la comparó con la situación de la minería en el Perú. Según ellos, allá todo es mejor:

"He estado un par de años a cargo de las operaciones de Newmont en Australia y en Nueva Zelanda. Ha sido una experiencia bastante interesante. He tenido contacto con este espacio minero. Hay diferencias sustanciales con lo nuestro. Es una zona minera de alto costo. Los retos son un tanto diferentes. No tienes un contexto social complicado como el que vivimos en esta parte del mundo. Las externalidades toman muy poco tiempo del recurso gerencial. Hoy día en el Perú un gerente gasta 90% de su tiempo dedicándose a las externalidades. Allá solo ocupa un 5%. Los costos son altos, en el tema logístico y la mano de obra".

Allá no hay conflictos sociales, como aquí:

"No hay complicaciones con las comunidades. Están los aborígenes, pero es una población pequeña. En algunos casos, hay que lidiar con las comunidades, pero no hay la densidad poblacional que encontramos con la población rural en el Perú".

Y un tajo abierto puede ser hasta tu amigo:

"En el caso de Nueva Zelanda, la normativa ambiental es tan o más estricta que la peruana. Hay que tener cuidado con operaciones cerca de la población. Por ejemplo, nosotros obtuvimos un permiso para minar debajo de las casas de una población, una mina subterránea, y el tajo abierto era prácticamente un vecino del pueblo. Hay que tener cuidado con el problemas de vibraciones, pero todo está regulado. Hay todo un esquema que permite que la comunidad vaya disipando sus dudas durante el otorgamiento de los permisos".

También afirma que allá si son educados, no como aquí:

"El contexto social es totalmente diferente. Dada la situación que vivimos en el país, donde hay un problema de reputación de la minería, debemos hacer un esfuerzo del Estado y las empresas, para ir educando a la población. En un país como Australia, hay un consenso sobre la minería, de que es una actividad necesaria, incluso las comunidades indígenas".

Otra cosa que repiten los empresarios y sus voceros es que en nuestro país la regulación ambiental es excesiva. Santa Cruz afirma:

"Nosotros tenemos suficiente regulación. En algunos casos se ha exagerado en algunos límites permisibles. Yo creo que el área fundamental donde debemos trabajar con esfuerzo es en buscar educar a la población para disipar esos miedos que existen con una actividad que tecnológica y ambientalmente puede convivir con otras actividades como la agricultura".

¿Algún mea culpa de parte de los empresarios? A ver:

"En todas las áreas hay espacio para mejorar, comenzando por la empresa. Si hay algo en lo que hay que invertir más tiempo, es en la relación con la gente. El marco regulatorio es lo suficientemente detallado, no necesita perfeccionamiento, sino simplificación. Por el lado del Gobierno, es necesaria su presencia desde el inicio, no solo cuando el conflicto se desata. La empresa no debe establecer una relación unilateral con la comunidad".

Muy bien, el Gobierno no hace su trabajo, que mal. En cambio en Australia si hacen su trabajo de ponerse la camiseta de la minería:

"El Gobierno allá trabaja con la comunidad directamente, están involucrados desde el primer momento. Hay una conciencia muy clara de la importancia de la inversión. Normalmente cuando hay suficiente sustento técnico para poder defender un proyecto respecto a los impactos ambientales el Gobierno apoya mucho, va y habla con las comunidades, se compra el pleito".

Descontextualizar las situaciones de tres países distintos no es una buena forma de proponer un debate sobre políticas en industrias extractivas y conflictos sociales. El síndrome aspiracional ha llegado al sector minero. Así que ya saben: si progresar quieres, ser minero debes y mirar a Australia y Nueva Zelanda si prefieres.

Mientras tanto en Islay, hay estado de emergencia por la protesta social contra el proyecto minero Tía María de Southern Copper (Grupo México). El Gobierno apoya a la empresa, pero con la fuerza represiva.


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