Cada 30 de mayo se celebra en el Perú el Día Nacional de la Papa, cuyo valor ancestral se puede constatar con la función que asume este cultivo en la vida cotidiana. La actividad individual y colectiva de los pobladores –sobre todo en los Andes peruanos– no se concibe desligada de la naturaleza. Los ciclos económicos se entrecruzan con los simbólicos y ceremoniales, y éstos con los sociales y vitales a lo largo del año. De ahí también que la historia del mundo andino sea la de la papa.
Los miles de nombres utilizados para referirse a la papa en los Andes reflejan su profundo significado para la gente que ha cuidado y mantenido su diversidad a través de los tiempos. Nombres en quechua y aimara, que se refieren a color, tamaño y forma; que hablan del uso, el origen o las especiales características vinculadas a los ritos y al folclor: todo ello es testimonio del lugar privilegiado de la papa en la vida personal, familiar y social. Los pobladores andinos reverencian la tierra que les brinda alimento y medios de vida. Para ellos, la papa es el producto por excelencia de la tierra
La papa desempeñará un importante papel para satisfacer las necesidades de alimentación y nutrición del siglo XXI. Investigaciones recientes han destacado el potencial, aún no explotado, para mejorar la productividad, la calidad y el grado de adaptación ambiental de este cultivo. La biotecnología puede contribuir considerablemente, y sobre todo de una manera rápida, a que la papa tenga una mayor resistencia a las enfermedades, reduciendo así el empleo de costosos y nocivos productos químicos.

FOTO: ALEJANDRO BALAGUER
La región andina ha sido cuna de muchas grandes civilizaciones, así como el centro originario de innumerables y valiosas plantas medicinales y comestibles. Ahora sabemos que los centros de diversidad y riqueza cultural se superponen a centros de agrobiodiversidad. Es justo entonces que la papa, que ocupa un lugar de eminencia entre los regalos biológicos de los Andes, sea producto de la estrecha relación entre el ser humano y la naturaleza. Los antiguos andinos fueron grandes innovadores agrícolas. Construyeron acueductos y sistemas de irrigación -que son el orgullo de los ingenieros de hoy- y realizaron complejos experimentos con los cultivos que consideraban más importantes.
En opinión de Monkombu S. Swaminathan, presidente de la Fundación de Investigación M. S. Swaminathan, la papa debe su extraordinaria utilidad tanto al ingenio de estos pueblos como a las características del clima y el paisaje andino. "Este tubérculo ha desempeñado un papel sin precedentes en la seguridad alimentaria mundial. Su rol protagónico en la historia global, tanto en tiempos de paz como de guerra, ha sido registrado por muchos de sus fascinados observadores, entre ellos Redcliffe N. Salaman en su libro Historia e influencia social de la papa", dice.

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La papa –recuerda el especialista– adquirió tanta importancia nutricional y culinaria en Europa que se levantaron monumentos en honor a Sir Walter Raleigh y Sir Francis Drake, a quienes se les atribuía la introducción en Europa de este cultivo. La inscripción de una estatua de Drake que fue erigida en Ofenburgo, Alemania, contenía los siguientes halagos a la papa: “Como ayuda de los pobres contra la necesidad, este valioso regalo de Dios apacigua la amarga indigencia”. A la guerra de sucesión bávara de 1778 se le bautizó como La Guerra de la Papa, en vista de que los ejércitos rivales tuvieron que retirarse a sus respectivos países cuando se agotaron las reservas de este tubérculo.
Uno de los trágicos incidentes que dan cuenta del decisivo papel de la papa en la historia fue la hambruna que Irlanda sufrió en la cuarta década del siglo XIX. "Esta tragedia se desencadenó cuando la terrible enfermedad de las plantas, el tizón tardío, devastó los campos de papa. La atención de la ciencia se concentró en este cultivo, mientras los investigadores buscaban en las distintas especies de papas nativas genes que ofrecieran resistencia a la plaga, hasta entonces desconocida. En México, país de origen del patógeno, se descubrió la Solanum demissum, una fuente de genes que ha sido utilizada para dotar de resistencia a muchas variedades que aún se cultivan", explica Swaminathan.
El afán por descubrir la diversidad de este extraordinario cultivo ha servido de estímulo para que numerosos exploradores hagan expediciones de recolección en su lugar de origen. Son notables las del renombrado científico ruso Nikolai I. Vavilov, la del grupo del Commonwealth que incluía a John G. Hawkes, y la encabezada por el norteamericano Donovan Correll: estas iniciativas revelaron una amplia gama de diversidad genética en especies Solanum. Por su parte, Carlos Ochoa, taxonomista y explorador peruano conocido entre los historiadores de la domesticación de las plantas como Mr. Papa, ha hecho de conocimiento público la diversidad de las papas de Sudamérica en varias publicaciones.

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Los esfuerzos de estos exploradores han ayudado a establecer que la región del lago Titicaca, en la frontera entre Perú y Bolivia, y el archipiélago de Chiloé, en Chile meridional, son los centros principales de la diversidad de los dos grupos más importantes de Solanum tuberosum: el andigena y el tuberosum. "Hay que recordar la contribución de la papa en la búsqueda por parte del ser humano de una seguridad alimentaria sostenible", anota el especialista en el prólogo del libro 'La papa: tesoro de los Andes', publicado por el Centro Internacional de la Papa (CIP).
Este cultivo nutritivo puede ser un aporte fundamental para la lucha contra la inadecuada nutrición materna y fetal, así como para mejorar las dietas de los niños en edad preescolar. "Es más, a medida que las economías de consumo vayan reemplazando a las economías de subsistencia en todo el mundo en desarrollo, la versátil y valiosa papa se hará cada vez más atractiva como generadora de ingresos para los agricultores y las comunidades rurales más necesitadas", subraya.
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