Tal como estaba previsto, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y el primer ministro de China, Li Keqiang, anunciaron este martes en Brasilia el inicio de los estudios de viabilidad para la construcción una monumental obra con la que el gigante asiático quiere afianzar su presencia en América Latina: el tren bioceánico que unirá la costa de Brasil en el Atlántico y la costa peruana en el Pacífico.
"Saludo desde aquí al presidente de Perú, Ollanta Humala", dijo Rousseff junto a Li, luego de anunciar el acuerdo entre los tres países para concretar lo que sería el primer ferrocarril transoceánico de Sudamérica. "Será un nuevo camino rumbo a Asia que se abrirá desde Brasil, llevará primero a Perú y después a China", agregó la mandataria.
Aunque el trazo aún no está del todo definido, el tren tendría un tendido terrestre de 8 mil kilómetros (5 mil en Perú y 3 mil en Perú) y atravesaría una parte de la Amazonía y de la Cordillera de los Andes. La inversión que se necesitaría, según expertos del sector ferroviario, sería de unos US$10,000 millones.
El megaproyecto tiene previsto unir el puerto chino de Tianjin, a través del Pacífico, con el puerto de Bayóvar (Piura) y desembocará en el Atlántico por el puerto de Santos (Sao Paulo), con el fin de facilitar las exportaciones de Perú y Brasil al gigante asiático, que ya es la segunda economía del planeta. De hecho, el comercio de China con América Latina creció mucho en esta década, y se convirtió en el segundo socio comercial de la región después de Estados Unidos.
Para el embajador peruano en Pekín, Juan Carlos Capuñay, este ambicioso plan convertiría a Bayóvar en el megapuerto de ingreso a la región que busca China, que tiene previsto invertir unos US$250,000 millones en América Latina y el Caribe en esta década.
En noviembre pasado, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones del Perú, el Ministerio de Transportes de Brasil y la Comisión Nacional de Desarrollo de Reforma de China firmaron un memorando. Desde esa fecha, el grupo trilateral viene trabajando en los términos del estudio.
Economía y geopolítica
La gira por Sudamérica del primer ministro chino, Li Keqiang, que arrancó hoy en Brasil e incluirá Colombia, Perú y Chile –tres países de la Alianza del Pacífico–, para la firma de una serie de proyectos de inversión, confirma el interés de Pekín para afianzar su presencia en el continente y forjar una alianza estratégica con los países de la región con los que mantiene una relación comercial más intensa.
Los cuatro países que visitará Li Keqiang no solo son las economías más liberalizadas de Sudamérica, sino que también acaparan el 57% de una relación comercial entre China y América Latina que se ha multiplicado por más de 20 desde el año 2000, y supera ya los US$262,000 millones.
El analista económico brasileño Mario Russo sostuvo en la emisora Sputnik que se trata de la movida geopolítica más ambiciosa de Pekín para acotar la influencia de Washington en la región.
"China está firme en su intención de 'hacerse' con una parte de esta América Latina que EEUU ha estado ignorando durante décadas y por diversas razones".
Para Russo, los países del continente "hace un tiempo que comenzaron a distanciarse de EEUU", mientras que el gigante asiático está "muy pendiente de ese proceso" y "presta cada vez más atención a América Latina".
Y el hecho de que Li Keqiang haya elegido Brasil como punto de partida no es casual. China es el mayor socio económico de este país, por encima de la Unión Europea e incluso EEUU.
"Tanto en lo político como en lo económico los grandes países emergentes, como Brasil, China, la India, Sudáfrica o países latinoamericanos, amplían cada vez más sus horizontes, y en su comercio se alejan de los socios tradicionales que hasta hace poco les imponían las reglas".
Pero China tiene una deuda con la región porque, pese a sus promesas de diversificar cada vez más sus importaciones de América Latina, el grueso de las ventas de la región hacia Pekín consiste aún de materias primas.
Riesgos y beneficios
Pese a que la construcción del tren bioceánico marcaría una nueva etapa en la relación de China con la región, esta ambicioso proyecto debe sortear retos de ingeniería, medioambiente y política para concretarse.
"Sería un trofeo y una pieza clave de toda la relación, si sale bien", dijo Kevin Gallagher, profesor de la Universidad de Boston y autor de estudios sobre el vínculo China-América Latina. "El proyecto es una gran promesa, pero debe hacerse bien o se puede volver una pesadilla", advirtió a la BBC Mundo.
De hecho, el proyecto del tren bioceánico ya provocó roces el año pasado entre Perú y Bolivia, cuyo presidente Evo Morales protestó al enterarse de que la línea ferroviaria pasaría por fuera de su país. "No sé si Perú nos hace una jugada sucia", comentó Morales en octubre y sostuvo que el proyecto sería "más corto, más barato" si atravesara Bolivia.
Además, expertos consultados por la BBC anticipan posibles problemas con grupos indígenas y defensores del medioambiente, ante la posibilidad de que el tren pase por zonas sensibles para ellos.
"Al hacer un canal al Pacífico abres la Amazonía al mercado chino (…) Sería una ilusión creer que eso no va a tener impacto", dijo Paulo Adario, estratega de la ONG Greenpeace para la protección de la selva.
Sin embargo, sostuvo que "la vía férrea tiene un impacto menor que la carretera para el transporte de producción", y pidió que se hagan los análisis correspondientes sobre sus efectos medioambientales.
Pero si China logra construir, sin contratiempos, un tren de alta velocidad que funciona y facilita el comercio de América Latina, de modo inclusivo y sin dañar el medioambiente, "va a ser el nuevo chico del barrio, difícil de superar", concluyó Kevin Gallagher.