Uno de los bluseros más influyentes en la música popular, B.B. King, falleció este jueves en la noche. Desde octubre pasado él estuvo bajo cuidados médicos luego de una deshidratación, fruto de la diabetes II que padecía, que le condujo a un desmayo en medio de un concierto, y la consiguiente cancelación de su gira. Desde esos día estuvo siendo atendido en su residencia en Las Vegas.

King dejó su huella en muchos guitarristas excepcionales, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughn, Jimi Hendrix, Keith Richards, George Benson, Eric Johnson, Jeff Beck, tan solo por mencionar algunos. Su modo de puntear los trastes de su Gibson "Lucille" explica en gran medida el devenir de los solos de guitarra en el R&B hasta nuestros días.

Su lenguaje es el del feelin', el de los músicos que tocaban con maestría desde el tuétano.

Escuchar a Riley B. King es siempre una lección: nada de cosas a medias, ni cuando se canta, ni cuando se estiran las cuerdas de la guitarra para hacerla vibrar como pocos, ni en la expresión del cuerpo que performa la letra.

Y también es una lección para los músicos de corte purista: siempre hay que renovarse en la chamba que se haga.

Si quizás no conoces mucho del blues y de sus máximos exponentes, con el arte de B.B. King nadie se puede equivocar, por la misma razón por la que las leyendas nunca mueren.

Él siempre disfrutó de compartir el escenario con otros grandes, con quienes, habría que decir, lo acompañaron en el estrado para enseñarle lo que habían aprendido y perfeccionado de su legado (U2, Chuck Berry, Buddy Holly, Rolling Stones).

Como todo músico que nos deja, en verdad nunca nos deja del todo, sobre todo si marcó un camino de vivir la música en el siglo XX.

Una más para cerrar (solo) el post.


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