Jenny de la Torre llegó a Alemania en 1974 con una beca para estudiar medicina en la antigua República Democrática Alemana. Procedente de Nasca, su propósito era graduarse y regresar al Perú para abrir un consultorio donde atender a gente pobre. Terminó la carrera en la Universidad de Leipzig y volvió a su tierra iqueña, llena de entusiasmo. Pero no pudo ejercer porque, entre otras razones, debía revalidar varios cursos.
En 1980 retornó a Alemania y empezó a trabajar en distintas clínicas. En el 2002 fundó en Berlín la organización para indigentes que lleva su nombre (Jenny de la Torre Stiftung). Cuatro años más tarde abrió un centro médico de atención para personas sin hogar en la capital alemana. Este año ha recibido el premio de la Asociación de las Fundaciones Alemanas; antes ha experimentado otros galardones.
“Se ocupa de aquellas personas a las que muchos de nosotros preferiríamos evitar dando un gran rodeo“, dijo el presidente de la Asociación de Fundaciones Alemanas Michael Göring, al explicar la elección de 'la doctora de los pobres'. La distinción que otorga la mayor asociación a nivel europeo consiste en una estela de cristal y no tiene dotación en metálico.
En Berlín 11,000 personas no tienen hogar, entre 2,000 y 4,000 viven en la calle. El centro médico que dirige De la Torre recibe entre 50 y 80 personas diariamente, desde los 15 hasta los 84 años. Entre ellas inmigrantes, refugiados y personas en dificultades que no cuentan con seguro médico y no pueden pagarse medicamentos. Allí reciben atención médica, son atendidos por un dentista, un oculista, reciben asesoría jurídica y social, y se les proporciona ropa y comida caliente.
“Que hayan puesto sus ojos en nuestra fundación significa poner en el centro a una organización que se ocupa de los más pobres. Los indigentes son las personas más desfavorecidas en una sociedad como la alemana y eso significa un respaldo muy importante para nuestro trabajo“, señala De la Torre a Deutsche Welle.
“Hay muchos prejuicios sociales. Mucha gente piensa que los indigentes son responsables de la situación en la que viven, que quieren vivir así. Hay que romper con esa visión porque nadie quiere vivir en la calle“, añade.
Para ella, los reconocimientos son buenos, porque apoyan su trabajo y ponen el dedo en la herida. Hacen que el problema de los sin techo se visualicen y, lo más importante, se reconozca que en Alemania existe pobreza.
Y no se crea que no ha querido ejercer en el Perú. Como dijimos línea arriba, cuando regresó apenas haber terminado sus estudios de medicina, no puedo ejercer. Pero hubo una oportunidad más. "Yo regresé en dos oportunidades al Perú, con la intención de quedarme y lamentablemente no resultó. La primera vez no me reconocieron el título. La segunda vez, habiendo ya culminado mi especialización en cirugía pediátrica y sacado mi título de Doctor, pensé que podría ser más fácil quedarme esa vez y no fue así, porque después de haber hecho un trámite de más de medio año a través de la Asamblea Nacional de Rectores, hubiera necesitado un trámite burocrático de dos o tres años más, para empezar mi trabajo como cirujano pediatra. Finalmente, decidí regresar a Alemania, siempre con la esperanza de que sería sólo por corto tiempo; trabajar un tiempo, ahorrar y volver a intentar, pero lamentablemente no se cumplieron mis deseos de hacer en el Perú lo que estoy haciendo aquí. Ahora he aceptado mi vida aquí, en mi segunda patria", detalla.
(Fotos: vebidoo.de)