El Dakar 2016 será la primera edición del rally en América Latina que no incluirá a Chile en su ruta, de la cual formó parte desde que empezó a correrse en 2009, luego de que presentara su renuncia debido a los contratiempos que provocaron los aluviones en la zona norte del país.
Sin embargo, las denuncias por el daño a su patrimonio arqueológico durante los seis años que albergó 'el raid más peligroso del mundo' también habrían influido al momento de tomar su decisión.
La ministra chilena de Deporte, Natalia Riffo, explicó que el gobierno de Michelle Bachelet empleará el dinero que tenía previsto invertir en el Dakar 2016 en la reconstrucción de los lugares afectados por los temporales, que arrasaron algunas localidades en las regiones de Atacama y Antofagasta, escenarios habituales de la competencia.
Riffo añadió que se analizaron diferentes factores antes de tomar la decisión de renuciar al Dakar, como el impacto económico o la imagen del país, aunque la catástrofe en el norte del país fue lo más determinante. Pero la posibilidad de que Chile quedara fuera del próximo rally era un secreto a voces, incluso antes de los fenómenos naturales que registraron hace unas semanas.
Chile ya había puesto en duda su participación por el monto que tiene que abonar a los organizadores del Dakar -entre US$4 y US$6 millones de dólares- y por la oposición de grupos que protestan por el daño que la carrera ha provocado al medio ambiente y a los restos arqueológicos que reposan en el desierto en los últimos seis años.
La Universidad de Chile señala que, según informes de daños elaborados por el Consejo de Monumentos Nacionales, desde 2009 a 2011 se constató la destrucción de 283 sitios arqueológicos, equivalente al 58,2% de los más de 570 sitios registrados en dicho país.
A raíz de ello, un grupo de organizaciones civiles presentaron sendas acciones judiciales, entre ellas un recurso de protección, por la destrucción de estos sitios arqueológicos producto del Dakar, pero la Corte Suprema de Chile los rechazó por no tener legitimación activa, razón por la cual no podían ejecutar dicha acción legal.
Las instituciones que podían hacerlo eran el Consejo de Defensa del Estado y el Consejo de Monumentos Nacionales, siendo solo este último el que se pronunció en un oficio del 2012 basado en los daños detectados, sumados a la denuncias de particulares de otros seis sitios destruidos.
Posteriormente, las organizaciones civiles se aliaron con las comunidades indígenas de las regiones donde se corrió el rally y presentaron un demanda invocando un convenio que obligaba a que se les consultados sobre el uso de sus territorios para fines deportivos. Presentaron los alegatos ante la Corte Suprema, pero otra vez el recurso de protección fue rechazado.
Pese a todas las denuncias de daños a sus sitios arqueológicos, los organizadores del evento no descartaron volver a incluir en su ruta a Chile en sus futuras ediciones. En el caso del Perú -que servirá como punto de partida de la competencia-, el gobierno de Ollanta Humala aseguró que se tomarán las medidas del caso para evitar daños al patrimonio, pero hay legítimas dudas sobre ello.
La pregunta está planteada: ¿Deberíamos aceptar otro Dakar? El ingeniero Klaus Hönninger, director del Museo Paleontológico Meyer-Hönninger, ha expuesto más de una razón por las que los peruanos no deberíamos permitir otra edición del rally en nuestro territorio por el gran daño que sufrió nuestro patrimonio nacional, como los registrados en el desierto de Ocucaje y en las Líneas de Nasca.
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Foto de cabecera: radio.uchile.cl