Hay que tomar con calma el acuerdo de principio de este jueves entre Irán y seis grandes potencias encabezadas por EEUU, que allana el camino para un eventual tratado histórico que neutralice el polémico programa nuclear de Teherán. ¿El motivo? Aún quedan muchos obstáculos que superar.

Primero las partes deberán negociar intensamente -durante los próximos tres meses- los detalles técnicos y legales para poner en práctica los principios acordado en Lausana tras ocho dramáticos días de negociaciones.

Y esta fase no estará exenta de tensiones y críticas de todo calibre. Y encima la oposición vendrá no solo de Israel, que se siente amenazada por las ambiciones nucleares de Irán, sino también del opositor Partido Republicano en EEUU y de los países del Golfo Pérsico.

La clave de acuerdo preliminar es la estricta limitación durante una década del programa de enriquecimiento de uranio y de la investigación y desarrollo (I+D) atómico en Irán.

La ONG Arms Control Association,  dedicada a la no proliferación nuclear y con sede de Washington, sostiene que lo acordado es un "paso vital" para evitar que Irán desarrolle armas nucleares.

Pero el camino aún es largo para un acuerdo efectivo y exhaustivo que contribuya a la paz en el Medio Oriente, señala Daryl G. Kimball, director ejecutivo de la organización, quien no obstante cree que lo acordado en Lausana "reduce de significativamente el riesgo de una competición nuclear que desestabilice una región en crisis".

Pero la prudencia de expertos y analistas contrasta con el optimismo en países árabes que expresaron su confianza el acuerdo preliminar contribuya a alcanzar la seguridad, estabilidad y paz en la región.