Ya lo estábamos extrañando. Asentado en el Gobierno Regional de La Libertad y a la cabeza de la Asamblea Nacional de Gobierno Regionales, César Acuña ha demostrado hoy que necesita que sigan hablando de él para seguir alimentando esa leyenda que le han hecho creer: que es el presidente que el Perú necesita.

Una nueva denuncia en su contra le ha da dado la oportunidad de hacer eso que tanto le gusta: victimizarse. Y es que el fin de semana un reportaje periodístico reveló que personas vinculadas a él y su partido Alianza para el Progreso (APP) o la universidad César Vallejo, obtuvieron la buena pro de obras en la ciudad de Trujillo a través de tres consorcios y una empresa. ¿La respuesta del político 'de la raza distinta'? Que lo quieren desprestigiar. ¿Por qué?


"Soy una amenaza para la casta política peruana"


¡¿What?! Ah no, lo que nos faltaba escuchar. ¿Amenaza para la casta política? Aguanta, ¿dónde hemos escuchado eso antes?


Claro, es que un nuevo término en boca del exalcalde que alguna vez confesó que no lee, no se le podía ocurrir a él. No, Acuña quiere emular ahora al 'outsider' español a ver si le liga. 'Atención, yo soy el nuevo Pablo Iglesias'.

Y es que el líder de Podemos es famoso por haber acuñado el término 'casta' para referirse a lo que a 'la burguesía' y los políticos tradicionales que gobiernan el país europeo desde hace años y a quienes responsabiliza de las crisis actual. ¿Pero Acuña? ¿A-cu-ña?

"Tengo diez mil colaboradores que trabajan en mis universidades y no puedo impedirles que formen empresas y que se presenten a licitaciones de obras públicas, sería inconstitucional, pues tienen todo el derecho de hacerlo (...) No hay nada ilícito. Que duerman tranquilos los que quieren postular a la presidencia"

No, pues, con este tipo de denuncias -que no son las primeras y estamos seguros no serán las últimas- y con su enorme capacidad y talento para no dar explicaciones claras, lo convierte, efectivamente, en una amenaza... pero para el país.


Revisa aquí el historial de César Acuña y compruébalo


Tranquilo, don César, no hace falta que nos lo agradezca.

asu, qué humorcito



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