La poesía es universal. Tanto que unos cuantos versos pueden unir la grandeza de un escritor sueco con uno peruano. Eso es lo que ocurrió entre el Nobel de Literatura 2011 Tomas Tranströmer, quien ha fallecido hoy a los 83 años, y nuestro poeta mayor, César Vallejo. Es la historia de una anécdota entrañable.  

(Por cierto, no es la primera vez que Vallejo inspira a algún artista sueco. Hay una película extraordinaria, Songs From the Second Floor, de Roy Andersson, que gira en torno al poema Traspié entre dos estrellas.)

El año pasado, la revista española Minerva publicó un poema inédito de Tranströmer. El traductor del mismo, Francisco J. Uriz, contó que el poema había permanecido olvidado dentro de una antología de poesía latinoamericana, editada en 1962.

La antología se llamaba Kondor och colibri (Cóndor y colibrí) e incluía más de 30 páginas dedicadas a Vallejo. Justamente Tranströmer y su esposa desempolvaron ese libro -según cuentan ellos mismos- para releer al autor peruano. Y fue así como se toparon con el poema inédito del sueco. Un momento mágico del destino.

Cuando Uriz, el traductor, fue hasta la casa del Nobel y su esposa para pedirles una copia de la mencionada antología, Tranströmer se la cedió con gentileza. "Muy bueno Vallejo", agregó

El poema hallado -que puso en azaroso contacto a dos poetas gigantescos- es este:


También en el estado de bienestar

existe la mujer sola

que golpea en su apartamento

con el martillo de sus lágrimas.


Y acurrucado en su abrigo

un hombre en el café

que machaca y machaca

la misma palabra en el almirez de su boca.


Y los chicos del reformatiorio

que se tatúan mutuamente

para marcar

que pertenecen a otra tribu.


La presencia de la belleza

puede ser peligrosa.

La ausencia de la belleza

es mortal.