En la historia del arte moderno y contemporáneo de América Latina, la abstracción geométrica, con todos sus derivados y sus variantes, ocupa un lugar fundamental. Artistas como los venezolanos Gego, Cruz-Diez, Soto y Otero, los brasileños Meireles, Clark, Pape y De Castro, los argentinos Hlito, Molenberg, Maldonado y los grupos Madí o Arte Concreto-Invención, entre muchos otros, son vistos hoy como figuras fundacionales en el desarrollo de la modernidad artística en la región, herederos de la tradición constructivista inaugurada en los años 30 por el uruguayo Joaquín Torrres-García y un significativo contrapeso global al expresionismo abstracto emergido en esos mismos años de la posguerra. 

Y en tiempos recientes, este reconocimiento ha alcanzado el plano institucional, con vastas exhibiciones de geometría abstracta latinoamericana en el calendario de importantes museos del mundo (The Geometry of Hope en el Museo Blanton de Austin, Texas, el 2007; América fría en la Fundación Juan March el 2011; La invención concreta en el Reina Sofía el 2013; Radical Geometry en la Royal Academy de Londres, el 2014; y etcétera).

No así en el Perú. Entre nosotros, la abstracción geométrica practicada por artistas locales en esos mismos años ha tendido más bien a la invisibilidad, por razones que son complejas y múltiples. Estas razones tienen que ver, por un lado, con el mayor interés de la crítica en la variante expresionista del arte abstracto, y por el otro con la limitada inscripción de artistas peruanos en el mercado internacional y sus dinámicas. 

Y también, por cierto, con los estrepitosos fracasos y entrampamientos de los proyectos de modernización en el Perú de la segunda mitad del siglo XX, más agudos aquí que en otros países de la región. A fin de cuentas, la abstracción geométrica latinoamericana siempre estuvo conectada con las varias utopías de la modernidad en el continente, y las singulares derivas del horizonte de la modernización en el Perú impidieron, al menos en parte, su enraizamiento como parte del imaginario cultural. 

Esta, la invisibilidad del arte geométrico, es una situación que hace tiempo merecía ser remediada, y la nueva muestra que presenta el Museo de Arte de Lima promete hacer precisamente eso. Curada por Augusto del Valle, La otra margen. Pintura geométrica en el Perú (1947-1958) toma como sus marcadores temporales dos hitos históricos importantes en el desarrollo del arte moderno y contemporáneo en nuestro país: el manifiesto de la Agrupación Espacio publicado en 1947 y el Primer Salón de Arte Abstracto realizado en el Museo de Arte de Lima en 1958. La muestra incluye trabajos de José Bracamonte, Jorge Eduardo Eielson, Emilio Goyburu, Luis López Paulet, Benjamín Moncloa, Jorge Piqueras, Carlos Quízpez Asín, Emilio Rodríguez Larraín, Alberto Quintanilla, Ricardo Sánchez, Aníbal Santibáñez, Sabino Springett y Fernando de Szyszlo.

Se trata de un importante trabajo de recuperación de la memoria visual del arte moderno peruano. Permitirá al público limeño reencontrarse con los esfuerzos de no pocos -y no poco importantes- artistas por elaborar un lenguaje geométrico ("universal") en su práctica, a la vez que exploraban elementos cromáticos o de composición gráfica emparentados con el arte de la vanguardia indigenista. Ello mientras desarrollaban variantes locales de la aproximación mística de Mondrian (y Torres-García) y procesaban la influencia europea de Josef Albers o Max Bill. En suma, un segmento de la tradición artística peruana cuya importancia es mucho mayor de lo que solemos creer, y que merece verse. Muy recomendable. 

La muestra va del 25 de marzo al 31 de mayo, martes a domingo de 10:00 a.m. a 8:00 p.m., sábados hasta las 5:00 p.m. En la sala 4 del Museo de Arte de Lima, Paseo Colón 125. Más información sobre visitas guiadas y eventos, aquí

(Foto de portada: detalle de "Sin título", Aníbal Santibáñez, 1955)