La última excusa de El último pasajero: las cucarachas son comestibles. Sí, como leen. Después de las bastante cínicas declaraciones de Adolfo Aguilar respecto al escándalo que ya todos conocen, su compañero en la conducción, Jesús Alzamora, asegura que, en virtud de la entomofagia (ojo, una práctica enraizada en lo cultural), ellos tenían todo el derecho de darle de comer insectos a una escolar. 

O sea, con todo lo que ello implica: humillar públicamente a esa menor de edad, en una transmisión televisiva en vivo, para que gane un viaje de promoción (al igual que raparles el cabello, perforarse la piel y otras prácticas que han venido pasando por agua tibia).

Bueno, por si Adolfo y Jesús aún no lo tienen claro, hay una palabra que podría ordenar un poco sus ideas: dignidad.

Sobre el tema se ha pronunciado hasta la primera ministra Ana Jara, y de forma bastante contundente:

@anajarav

@anajarav

¿Y AHORA? ¿MARCHAS OTRA VEZ?

Y entonces, cuando el tema de la supuesta TV Basura, las marchas, y los pros y contras de la regulación parecía ir diluyéndose, otra vez salta a la palestra gracias a estos insectos. Sí a ESOS insectos, no a los otros.

En momentos como este, vale la pena volver a revisar la columna de David Rivera, director de la revista Poder, que publicó en La República hace unas semanas. En ella, cita a Karl Popper para entender mejor el tema de la tan temida regulación televisiva:

"No hay contradicción entre ser liberal y creer en la necesidad de limitar la libertad; todas las corrientes del liberalismo clásico han creído en la necesidad de controlar el poder; y cualquier poder y sobre todo uno como el de la televisión, debe ser controlado. (...) La historia viene bien para recordarnos que no hay verdades absolutas, que ser liberal no va en contraposición con creer en la necesidad de regular ciertos campos de la vida económica y social. Ese es un cuento que algunos líderes de opinión pretenden que nos compremos."
"Como bien señala Popper, la situación de una televisión no regulada puede llevarnos al mismo riesgo de una que sí lo está. Al “pensamiento único”, solo que derivado del lucro a cualquier costo."

Rivera aclara en la misma columna que el mecanismo ideal sería la autorregulación. Y ahí todos estamos de acuerdo. Pero episodios como el de El último pasajero nos hacen pensar que no existe ningún interés de las televisoras por ponerle freno a su hambre de rating.

No hablamos de un tema cualquiera. Hablamos de niños humillados en pantalla, algo que debería marcar un punto de quiebre. Un tema ciudadano que, evidentemente, traerá consecuencias. Y nadie mejor que Heduardo para ilustrarlo así de claro, como hace hoy en Perú21.