En un hecho peculiar, el millonario Robert Durst confesó ser un asesino en el último episodio de un documental de la cadena HBO sobre casos sin resolver. 

"¿Qué demonios hice? Los maté a todos, por supuesto", se escucha decir a Durst en un momento en el que cree estar solo, pero que fue registrado por un micrófono aún abierto tras una entrevista.

El sospechoso fue detenido a última hora del sábado en Nueva Orleans (Estados Unidos), pocas horas antes de la emisión del último capítulo de The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst, la serie documental producida por HBO sobre su vida.

Robert Durst era sospechoso del asesinato de su amiga Susan Berman en el año 2000. Años antes, en 1982, estuvo en la mira de las autoridades por la desaparición de su esposa, Kathleen Durst, después de pasar un fin de semana juntos en su casa de campo.

Además, en 2003 fue declarado inocente del homicidio de su vecino Morris Black, al considerar el jurado que actuó en defensa propia cuando ambos forcejeaban con una pistola en las manos, a pesar de que después descuartizó el cadáver y arrojó los restos a la bahía de Galveston (Texas).

La confesión de los crímenes se produjo después de una entrevista con los productores, cuando Durst pidió usar los servicios higiénicos y olvidó quitarse el micrófono inalámbrico antes de empezar a susurrar para sí mismo. 

Según The New York Times, pasaron más dos años antes de que los responsables del documental encontrasen el audio que había quedado registrado por accidente.

Durst, acosado por los investigadores desde hacía años, vivía en Galveston desde 2000 haciéndose pasar por una mujer muda, y los fiscales afirmaron durante el proceso que se trata de "un asesino a sangre fría".

El excéntrico millonario es uno de los herederos de una próspera familia neoyorquina que se enriqueció con el negocio inmobiliario, aunque en 1994 su padre eligió a su hermano menor Douglas para hacerse cargo de la empresa familiar.

Foto: HBO