Concluidas las movilizaciones contra la denominada "Ley Pulpín", casi de inmediato —como para no perder la energía acumulada— un sector de activistas jóvenes anunció una nueva causa: la "Marcha contra la TV basura", la cual se llevará a cabo el viernes 27 de febrero.

El tiempo ha transcurrido y hasta ahora, cuando nos hallamos ad portas de su realización, los responsables de la convocatoria no han hecho mucho por definir con precisión qué hay que entender por "basura", dando lugar a variadas interpretaciones y a una andanada de críticas que acusan un filo moralista en la convocatoria.

La tarea de dar cuerpo a los motivos la han emprendido algunos críticos televisivos (ejemplos aquí y aquí) externos a la organización de la marcha, pero tampoco fueron capaces de encontrar hacia qué se apunta con esta movilización.

Uno de los argumentos recurrentemente utilizados por los colectivos a favor de la marcha ha sido exigir una mayor severidad en el respeto del horario de protección al menor. 

Sin embargo, esto ha llevado a que algunos sectores de ciudadanos se aprovechen de la situación para exponer sin pudor alguno su homofobia o su extremo conservadurismo. Por supuesto, tales manifestaciones han llevado a que muchos deslinden de la movilización que en un principio habían apoyado.

Lo único cierto es que lo más fuerte han sido grupos en las redes sociales, reaccionando iracundamente contra una serie de imágenes pertenecientes, en su gran mayoría, a los realitys "Esto es guerra" y "Combate" o al programa de espectáculos "Amor, amor, amor".

No debe extrañar que los protagonistas de dichas producciones hayan sido los más buscados para conocer la opinión que les suscita esta iniciativa ciudadana.

yako eskenazi
(foto: www.ondacero.com.pe)

Uno de los primeros en hacerlo fue el modelo Yako Eskenazi, quien es uno de los participantes del reality concurso Esto es Guerra, emitido por América Televisión. En declaraciones al diario La Karibeña, Eskenazi dijo: "Ojalá que no tengan éxito, porque yo creo que 'Esto es guerra' no le hace daño a la educación, yo creo que la educación se forma en los colegios, en la casa. La tele se encarga de distraer y entretener. Es solo hora y media de programa, el día tiene 24 horas, no le hacemos nada a nadie"

andrea llosa
(foto: www.atv.pe)

La periodista Andrea Llosa, quien conduce el programa de reportajes (sazonado con profusas dosis de sensacionalismo) Nunca más, que es emitido por ATV, también comentó la "Marcha contra la TV Basura": "Me parece una estupidez porque cada uno tiene derecho a ver lo que le da la gana. Es una pérdida de tiempo, la educación viene de casa. Y no creo que por eso cierren 'Esto es guerra' o 'Combate', ya que son programas que tienen mucho rating".

Como para reafirmar su posición, Llosa no dejó de comentar que sus hijos han visto esos programas y "no por eso se han convertido en bestias que ya no quieren leer".

gian piero díaz
(foto: www.atv.pe)

Días después, en declaraciones a RPP, el actor Gian Piero Díaz, uno de los actuales conductores de Combate, reality concurso que se emite también por ATV, compartió la misma idea respecto al rol de la televisión: "No puedo hablar por los otros programas, pero uno tiene la potestad de cambiar de canal si es que quiere ver otras cosas más culturales. Tiene canal 7 o el cable. La TV no es para educar. La educación la reciben de los padres y en los colegios. Pero está bien, me parece democrático que la gente salga a opinar".

rodrigo gonzález "peluchín"
(foto: lanoticia.pe)

Y uno de los últimos en comentar la realización de la marcha ha sido Rodrigo González "Peluchín", el polémico conductor del programa de espectáculos Amor, amor, amor, el cual se emite por Latina: "Si alguien quiere que 'Esto es guerra', 'Amor, amor, amor' o cualquier programa que no te guste o no comulgue con tu realidad salga del aire, lo único que tienes que hacer es no verlo. Si no nos ves, no hay teleaudiencia, y si no hay eso el canal dice ‘gracias por todos estos años’. Incentivando a los demás y marchando, lo único que van a conseguir es una insolación".

Como se ha visto en cada una de las intervenciones, se establece una gran dicotomía sobre la función social de la televisión: se distingue a la educación de la distracción o entretenimiento, como si el aprendizaje o cualquier manifestación de contenido didáctico fuera sinónimo de aburrimiento necesariamente.

Además, una coincidencia entre ellos es que la educación es algo de naturaleza íntima, no pública. De esta manera reafirman la distancia que forja la pantalla. Para ellos, son un padre y un profesor, en contacto directo con los menores, los que tienen esa responsabilidad. Los programas de televisión y sus protagonistas, no.

Pero no es la única lectura resultante. En todos los casos, se comparte la percepción de que la educación es una imposición ejercida sobre el sujeto, ya sea desde los colegios —el Estado— o desde la casa —los padres—, como si se quisiera hacer creer que la televisión, y sobre todo estos programas, son los espacios adecuados para ejercer la rebeldía frente a estas obligaciones. 

Dicha "rebeldía" se haría efectiva al elegir —libremente, si seguimos esta lógica— el convertirse en seguidor de un determinado equipo ("los cobras" o "los leones", "el equipo rojo" o "el equipo verde"). 

Así, los protagonistas dejan de ser meros actores de una puesta en escena que combina deportes con series rosa, y —sin proponérselo ellos, pero sí los productores y dueños de los canales— pasan a ser figuras modélicas, dignas de ser imitadas, acaso genuinos líderes de opinión para sus televidentes (aquí y aquí encontramos ejemplos de esa posición de líderes que pueden alcanzar).

El problema de la televisión peruana es, en realidad, la falta de variedad. Esta escasez de contenidos diversos, donde lo cultural (entendido de la manera tradicional) es apenas una opción minúscula, obliga a los niños y los adolescentes —esos individuos necesitados de señales y guías para saber cómo desenvolverse ante el desconocido y seductor universo de experiencias que es la vida— a no tener más alternativa que este tipo de programas. 

Los que forman parte del problema dicen que el televidente puede dejar de verlos (cambiando el canal o apagando la tele), pero olvidan que para muchos en el país, por diversos factores, esa no es una decisión que puedan realizar.

Quizá los de la orilla opuesta antes de exigir la eliminación de determinados programas, tendrían que reclamar por una televisión que permita a sus espectadores ejercer una verdadera libertad para escoger qué ver y seguir.

Y así en los demás ámbitos de la vida: tener más opciones para luego saber cuál tomar.


(foto de portada: laprensa.peru.com)

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